Entre el 16 y 19 de abril tiene lugar el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba. Entrevistamos a Frank García Hernández, historiador marxista cubano, colaborador de la publicación digital cubana Comunistas.
¿En qué contexto económico se da este Congreso?
El contexto es de una crisis económica que no se veía desde hace casi 30 años. A causa de la Covid-19, en 2020 Cuba perdió el ingreso de 3.189.638 de turistas, lo que en comparación con 2019 equivale al 76,4 % menos de visitantes extranjeros; algo gravísimo en un país donde el turismo es la locomotora de la economía. Esta fue una de las causas por las cuales el PBI cayó un 11%. La misma cifra que en 1992, el peor año de la crisis de los 90 llamada por nosotros Periodo Especial; crisis la cual recuerdo fue provocada por la caída de la Unión Soviética y el llamado Campo Socialista del Este Europeo.
En diciembre de 2019, el ministro de economía, Alejandro Gil, había informado ante el Parlamento que, para lograr en 2020 un crecimiento del 1% en el PBI, hacía falta que ingresaran 4,5 millones de turistas. Esto no solo no se cumplió, sino que como ya dije, Cuba perdió 3 millones 189.638 de turistas. Otro de los requisitos que hacían falta para que el PBI creciera el 1% era estabilidad de los precios en el mercado internacional. Todo lo contrario, hemos visto la crisis económica a nivel internacional tras el congelamiento de las economías a raíz de las medidas sanitarias. En América Latina todos los países registraron, y principalmente las locomotoras de América Latina, Argentina, Brasil, México, Chile, una fuerte caída en el PBI. Esta conjunción de factores afectó terriblemente a Cuba.
Aunque hay diferencias, no es casual la comparación con el derrumbe del llamado “campo socialista” del Este europeo y la Unión Soviética entre 1989 y 1991, ya que tuvo un fuerte impacto en la economía cubana. Aquel bloque equivalía al 85% de los socios comerciales de Cuba. Si bien en esta ocasión no hemos perdido los socios comerciales, todos ellos están en crisis económica, a excepción de China que crece, pero no empuja a la economía cubana.
La situación se complejiza: en 1992 no existía la burguesía en Cuba. En la actualidad sí [1] y la economía privada cubana se centra en el sector de los servicios, algo que impacta directamente en las necesidades de la clase trabajadora. Para mantener sus negocios en el sector de la gastronomía, la burguesía consume una alta cantidad de alimentos y productos de aseo. Contrasta entonces que los restaurantes privados siempre tienen carne, pero la clase trabajadora debe hacer horas en una fila para comprar unos pocos kilos de carne, racionados. Hay que tener en cuenta algo fundamental: la cantidad de divisas que ingresaban los 3.189.638 de turistas perdidos equivale a la misma cantidad de dinero destinada por el Gobierno para comprar alimentos en el extranjero. Esto es gravísimo en un país donde más del 80 % de los alimentos que se consumen son comprados en el extranjero. A todo esto tienes que incorporarle el bloqueo. Las medidas impuestas por Trump fueron drásticas y Biden no ha levantado ninguna de ellas.
Y en este 2021, aunque se tiene pronosticado un crecimiento del 7% del PBI, lo cierto es que la población, la clase trabajadora específicamente, va a sentir el golpe económico mucho más fuerte que en el 2020 debido a que ese año teníamos las reservas económicas del 2019. En 2021 tenemos las “reservas” de 2020: cuando la economía cayó al -11%. Además, en 2020 no se había implementado la Tarea de Ordenamiento que fue la reunificación el 1ro de enero de 2021 de la tasa cambiaria (24 pesos cubano = 1 dólar), lo que provocó un alza en la inflación. El dólar en la bolsa negra cuesta 50 pesos cubanos y el cambio oficial es de 24 pesos por dólar. Si bien es cierto que el Gobierno ha rectificado y disminuido en buena parte el alza de precios en el sector público aplicados con la Tarea Ordenamiento, esta alza de precios sigue impactando gravemente en la clase trabajadora. Un ejemplo es que en el transporte público de La Habana el alza del pasaje fue del 500%. La Tarea Ordenamiento incluyó además recortes de políticas sociales, o como dice la dirección del país, la eliminación de supuestas “gratuidades indebidas”. Pero ahora hay que tener en cuenta algo fundamental y es el Informe al VIII Congreso del PCC leído por Raúl Castro en su inauguración. En este se dice que en las medidas económicas aplicadas el pasado primero de enero hubo “falta de (…) sensibilidad política (…) por parte de los cuadros y funcionarios encargados de su ejecución práctica”, provocando así el “establecimiento de precios excesivos e inconformidad con las tarifas de servicios públicos, o sea, electricidad, agua, gas, comedores obreros”. Y es cierto, muchos de estos precios abrumadores impuestos por el Gobierno el 1 de enero han disminuido considerablemente, aunque, repito, siguen existiendo otros.
¿Y el contexto político?
Bueno. La misma crisis económica, el aumento de la escasez, los errores antes mencionados, y otros, han provocado en el terreno político un proceso de tensión acumulativa, el cual, incluso me atrevería a decir que ha provocado cierto resquebrajamiento en la legitimidad política del Gobierno. En esto han impacto los sucesos del 27 de noviembre, cuando un grupo de intelectuales y artistas, alrededor de 300 personas, van a hacer una sentada frente el Ministerio de Cultura, reclamando un conjunto de exigencias las cuales se resumían en la eliminación de la censura. El viceministro va a aceptar reunirse con 30 personas y en la madrugada del 28 se aprobó una hoja de ruta en la cual se establecía el compromiso a continuar dialogando entre este grupo y el Ministerio de Cultura. El 28 de noviembre en la noche, el viceministro da una intervención pública en el noticiero de televisión pública, el noticiero estelar, donde parecía que se inauguraba una nueva época de diálogo entre la intelectualidad, los artistas, la dirección de Cultura y el gobierno en general. Parecía que iba a haber un cambio en la política del gobierno en lo que respecta a la censura y la libertad de creación. Sin embargo, determinados factores, entre ellos el inmovilismo, hizo que lo logrado en esa negociación, retrocediera de manera grave. La hoja de ruta desapareció en menos de una semana. Lo que ha sucedido es el aumento considerable de la censura y el hostigamiento a determinados intelectuales críticos que no tienen ningún vínculo con la oposición cubana de derecha, como Julio César Guanche o Ariel Dacal. Por demás, blogs e importantes medios de comunicación no estatales vinculados a la intelectualidad han sido tildados de contrarrevolucionarios, incluso algunos como La Joven Cuba de explícito carácter socialista. Además, ha sido señalada de contrarrevolucionaria parte de la sociedad civil, especialmente parte del activismo por los derechos de la comunidad LGTBIQ+, o uno de sus principales medios de expresión como Tremenda Nota, la cual publica textos abiertamente marxistas.
Esto no responde a una política homófoba, sino a la incapacidad del gobierno para lidiar con un nuevo sector de la sociedad civil no previsto por él. Un sector de la sociedad civil que nació con la expansión del sector privado de la economía. La burguesía es sociedad civil, su renacimiento y expansión implica su propia cultura, su propia dinámica política y por tanto una expansión de la sociedad civil. Estos colectivos y estos medios de prensa no son representantes de la burguesía, y sí son consecuencia del crecimiento inevitable de la sociedad civil cuando renace y crece la burguesía. Es algo inevitable, histórico e inherente en la lucha de clases. La relación de esa sociedad civil con el Estado puede ser de dos maneras: o la incorporas como parte de tu proyecto político, o la combates pensando que es tu enemiga; y en buena medida, esto último, es lo que está sucediendo entre el gobierno y ese sector de la sociedad civil. Y esto impacta gravemente en la legitimidad política del proyecto socialista. La propaganda anticomunista encuentra hechos para reproducir un discurso donde todo lo relativo al marxismo implica censura. Lo cual es falso.
Posteriormente, en torno al grupo de artistas que dialogaron en la sede del Ministerio el 27 de noviembre se creó una interesante plataforma llamada 27N, la cual recientemente publicó un manifiesto, reclamando esencialmente -lo que Lenin dio en llamar- reformas democráticas. Este grupo ha constituido un nuevo fenómeno que yo llamo “nueva oposición cultural”, el cual se torna más interesante aún pues, sin ser una plataforma feminista, sus principales figuras son mujeres, las cuales además, ninguna predomina sobre la otra. Estamos así ante un fenómeno triplemente novedoso: por primera vez se agrupan más de 300 intelectuales y artistas –según el 27N- en una plataforma cultural de oposición, de carácter asambleario y donde las mujeres, sin ser grupo exclusivamente feminista, son quienes llevan adelante los principales proyectos políticos. En vez de ser la mujer la minoría que forma parte del grupo, legitimando con su presencia la política heteropatriarcal, en este, el macho político es solo un adjunto –el cual considero que, producto del inherente espíritu caudillista que siempre acompaña al macho político, este “adjunto” ha tomado acciones perjudiciales para el 27N, pero es solo mi criterio-. Cuando digo que el 27N centra sus exigencias en reformas democráticas me refiero a que pide más derechos ciudadanos, libertad de creación, supresión de la censura, incluyendo además la libertad de mercado. Aunque este grupo ha logrado tener un importante impacto entre la intelectualidad y las y los artistas, no quiere decir, ni mucho menos, que la mayoría de los artistas e intelectuales críticos están agrupados en torno al 27N –una plataforma la cual, esencialmente solo radica en La Habana-. Según el mismo manifiesto publicado por ellos, cuentan con 300 intelectuales y artistas. Es cierto que en el mismo manifiesto dicen que en su interior existen todo tipo de ideologías y con el manifiesto en sí se pueden tener serias diferencias –lo cual es bello-; pero, por eso mismo, sería interesante ver qué sucedería si se constituyera en su interior una corriente socialista, y si hasta el mismo 27N cobrara un carácter socialista. Ahí estaríamos presenciando un escenario único en Cuba: un grupo de más de 300 intelectuales y artistas diciendo: “también queremos construir el socialismo, pero tenemos unas cuantas y serias diferencias con el socialismo planteado por la dirección del país”.
No se puede seguir viendo a la intelectualidad crítica como enemiga de la Revolución o que algunos de ellos, por tener fuertes señalamientos al Gobierno, sean considerados como agentes pagados por el imperialismo. Hay muchos quienes somos comunistas, no formamos parte del 27N y sin embargo, también tenemos importantes diferencias en lo que respecta a algo fundamental para un intelectual como es la censura y la libertad de creación.
Todo esto hay que entenderlo en el marco de que hoy día, en Cuba, con una población total de 11,5 millones de habitantes, 4,4 millones tienen internet en el celular, 5,5 millones tienen al menos una cuenta en una red social y la penetración de la internet en la sociedad cubana ya es del 63%. El impacto del 27N en redes sociales es considerable. Las políticas de acoso contra sus miembros más visibles, o sus compañeros de viaje como Carolina Barrero, aumentan dramáticamente, y esto es algo que se difunde a diario en las redes sociales. Hemos llegado al punto en que, desgraciadamente, al 27N se le conoce más por sus reacciones ante las acciones de hostigamiento, que por las mismas acciones del 27N y sus compañeros de viaje. Todo esto es nocivo tanto para el 27N, como para la intelectualidad crítica, como para el gobierno, como para el proyecto socialista en general; pues crece la intolerancia, se tensa el ambiente en una sociedad en crisis, aumenta la censura y se consolida la propaganda anticomunista.
¿La salida de Raúl Castro implicará mayores avances en la línea de reformas que se viene implementando?
En sus palabras del Informe Central, Raúl Castro ha trazado una orientación muy importante. Al respecto de las recientes medidas económicas las cuales fortalecieron considerablemente el sector de la economía privada, en el informe se subrayó que estas reformas fueron “calificadas de insuficientes por quienes sueñan con la restauración capitalista en el país y la privatización masiva de la propiedad del pueblo sobre los principales medios de producción”. Aquí hay un llamado de atención fuerte a quienes tenían pensado expandir con fuerza la economía privada en Cuba. La máxima dirección del Partido califica sus acciones como un intento de “restauración capitalista”.
A su vez, en el Informe se alerta sobre “el egoísmo, la codicia y el afán de mayores ingresos”, los cuales “provocan en algunos el aliento para desear que se inicie un proceso de privatización que barrería los cimientos y las esencias de la sociedad socialista (…) Son estas, cuestiones que no pueden prestarse a la confusión y mucho menos a la ingenuidad por parte de los cuadros de dirección y los militantes del Partido”. Es decir, se está haciendo una crítica demoledora al sector del funcionariado que impulsaba con fuerza la implementación de políticas económicas copiadas de China.
Al mismo tiempo, Raúl detuvo algo importantísimo y es un posible debilitamiento del monopolio del comercio exterior. Raúl insistió en que "esperando hacer estallar el principio socialista del monopolio del Estado sobre el comercio exterior” hay quienes “vienen reclamando que se autorice la importación comercial privada en el ánimo de establecer un sistema no estatal de comercio interior”. El sector prochino que pensaba impulsar con radicalidad las reformas económicas queda paralizado al menos por cinco años. Por tanto, estos cinco años serán decisivos en el rumbo que tome la economía y la política del país. Con las medidas de enero de 2021 muchos nos alertamos pensando que se perdería el monopolio del comercio exterior y que la economía privada incursionaría en sectores estratégicos de la economía. Pues todo lo contrario. En ese aspecto, el informe ha sido una excelente noticia, no porque lo haya dicho Raúl, que en últimas sale de la dirección del Partido y puede fallecer pronto, sino porque queda establecido en el Informe del Congreso: o sea, es una política del Partido, la cual queda establecida por un quinquenio. Lo cual no quiere decir ni mucho menos que se haya solucionado todo. Ahora el escenario se hace más complejo. Hay un sector que salió momentáneamente derrotado, pero que va a intentar resurgir. Además, ya existe la burguesía y como hemos visto, hay un grupo que tiene intereses económicos en expandirla.
¿Se espera que la nueva administración estadounidense retome los acercamientos que se hicieron durante la época de Barack Obama?
Yo recuerdo que en la plataforma del Partido Demócrata presentada para las elecciones, en el acápite que trata sobre Cuba, no hay casi hostilidad política. Comienza diciendo que la nueva administración va a trabajar por recuperar los intereses, las inversiones que perdió el pueblo estadounidense, entiéndase el empresariado, la burguesía, que invirtió en Cuba y fue fuertemente golpeada durante la administración Trump. Recordemos que entre 2015 y 2016 se dio el apogeo de las relaciones entre EE. UU. y Cuba; en 2015 Cuba creció un 6% y por primera vez llegaron 4 millones de turistas. Estoy seguro que Biden, interesado en cumplir con el empresariado estadounidense, va a ir generando poco a poco un acercamiento con Cuba. No es porque le interese Cuba, sino porque está comprometido con ese sector de la burguesía que votó por él y le está exigiendo recuperar el dinero que invirtió en Cuba y lo perdió con la llegada de Trump. Sabemos que hay una presión muy fuerte de la derecha de Miami que pretende derribar al Partido Comunista a través de medidas de coacción económica, de subversión interna, de aumentar el bloqueo y no quiere normalizar las relaciones con Cuba. Pero también hay una presión fuerte y creciente del empresariado que había invertido mucho dinero, muchos activos y se vio perjudicado con Trump. Existe además, un fuerte interés por posicionarse con fuerza en la economía cubana antes que sea copada en su totalidad por China y Rusia. Un mercado prácticamente virgen, muy cercano geográficamente, y además con el gobierno cubano dispuesto a establecer relaciones en el plano económico. |