Luego de la jornada de paro y movilización del día lunes, en la que desde el Sute se reclamó una virtualidad transitoria en pos de cuidar la salud de toda la comunidad educativa, el titular de la DGE, José Thomas, dijo en un medio de la provincia, que los y las trabajadoras de la educación “inflan el número real de casos” de COVID-19 en las escuelas.
La realidad es que no es necesario que Thomas, desde su escritorio, explique a quienes sostenemos el sistema educativo, la situación de los contagios en las escuelas. Desde que empezaron las clases presenciales son cientos las escuelas y burbujas que fueron aisladas por contagios o sospecha de contagios y el número va en aumento. En la última semana además estamos lamentando prácticamente todos los días el fallecimiento de un o una trabajadora de la educación o estudiante.
Hace poco se conoció que de los contagios que se dieron en nuestra provincia en el mes de marzo, el 12% se produjeron en el sistema educativo. Para ese momento, los datos eran que, solo durante marzo, 261 niños y niñas y 768 adultos se habían contagiado en las escuelas de Mendoza. En lo que va de abril todos los datos se están multiplicando.
Este dato, junto con las tristes noticias posteriores de la muerte de trabajadores y trabajadoras de la educación, desencadenan el pedido de miles de docentes, no docentes y familias de estudiantes, por volver a la virtualidad de manera transitoria, hasta que puedan controlarse el número de contagios. No porque se opine que sea mejor en sí mismo, sino que se trata de cuidar la salud y la vida.
La respuesta del gobierno han sido sólo mentiras. “Si yo digo que hay menos del 1% en el sistema educativo eso es un dato real. Si alguien dice que tiene 14 personas aisladas no dice cuántos son casos reales sino cuánta gente está aislada, que puede ser por contacto estrecho, y la gran mayoría no termina siendo casos positivos. O sea que es un número que es de precaución. La gran mayoría de los aislamientos no terminan siendo casos positivos”, señaló José Thomas, entrevistado por Radio Andina.
Ellos manejan los números del GEM, que no publican. Al uso discrecional de los datos hay que sumarle que los testeos no son masivos, es decir, ni siquiera se testea a todos los que están aislados. , por cierto, que en nuestra provincia el porcentaje de vacunación es del 11% de la población, muy bajo. Sin mencionar que, entre los trabajadores y trabajadoras de la educación, sólo se vacunó con solo una dosis a aquellos que trabajan en los primeros años, dejando de esta forma sin vacunas a la gran mayoría de los y las docentes.
La realidad es que en esta segunda ola, con alrededor de mil casos por día, con 12 departamentos de nuestra provincia en alto riesgo epidemiológico y con la confirmación de que ya hay contagios de la cepa Manaos, mantener las clases presenciales implica un alto nivel de riesgo para quienes trabajamos en la educación, para quienes asisten a las escuelas y sus familias.
En este sentido, es necesario no sólo tener en cuenta los casos de compañeros y compañeras que se contagian en las escuelas (datos que tiene la DGE y que no ha hecho públicos aún), sino que además por cada uno de esos trabajadores y trabajadoras, sus familias y sus contactos estrechos, están también en riesgo.
En nuestra provincia son 500 mil personas las que se movilizan diariamente en torno al sistema educativo. Eso por supuesto implica también un colapso del transporte público, que no cuenta con las frecuencias necesarias para que se pueda viajar de manera segura. Al respecto, desde la DGE se plantea que esto no es un problema, ya que “menos del 30% de los alumnos usan el transporte público, a la mayoría lo llevan sus padres o van caminando a la escuela”. Y en forma increíble, la propuesta es que se viaje con las ventanillas abiertas.
Pero más allá de estos dichos: ¿Existe algún protocolo real en el transporte público? ¿Acaso no se ven los micros abarrotados de pasajeras y pasajeros? A sus dichos nos remitimos: “le pedimos a la sociedad que no use el transporte público salvo que sea indispensable en los horarios de la escuela, para liberarlo”, Thomas dixit. Esta apelación a la responsabilidad individual es otro cinismo: como si fuera una simple decisión individual y/o personal viajar a trabajar o estudiar.
“Yo voy a pelear para que la escuela sea lo último que se cierre" sigue sosteniendo Thomas
Mientras el gobierno nos pone en una discusión de presencialidad sí o no, queda a la vista que mantener la presencialidad como política sanitaria es bastante criminal, teniendo en cuenta que, como reconoce el propio gobierno, el sistema de salud está colapsado, al igual que sus trabajadores y trabajadoras.
Entre la economía y la salud: privilegian sus negocios
Mantener las escuelas abiertas es parte de garantizar que la economía funcione con “normalidad” en medio de una segunda ola que se viene fuerte, y donde lo primordial es que las y los trabajadores sigan produciendo. No hay doble discurso: quieren las escuelas abiertas para garantizar el cuidado de niños, niñas y adolescentes para que todos y todas asistan a trabajar. Es decir, sólo se piensa en seguir promoviendo y sosteniendo las ganancias de los empresarios a costa de la salud y la vida del pueblo trabajador.
Frente a la campaña por la presencialidad como sea, el Gobierno nacional dictó un decreto limitado al AMBA de restricción de la presencialidad. Pero sin hacerse cargo de los recursos para la virtualidad. El Ministro Trotta se guardó 10 días, y cada gobernador hizo lo que su especulación electoral le parece.
Docentes y familias tenemos que defender la vida del pueblo trabajador
Ante esto, la oposición a estas políticas se mostró en las calles. El lunes pasado el SUTE convocó a paro y caravanazo en defensa de las vidas de la comunidad educativa. En CABA van 4 días de paro contra la presencialidad forzada,mientras estallan los contagios y ya son decenas de niños y niñas internados por COVID, y hasta hay que lamentar un fallecimiento.
Mientras los funcionarios insisten en mantener las escuelas abiertas, sin garantizar que se puedan aplicar todos los protocolos necesarios para que no haya más contagios, las vidas las ponemos el pueblo trabajador.
Ellos no garantizan que se pueda viajar sin riesgo en el transporte público.No garantizan un sistema de salud no colapsado. No garantizan recursos para que efectivamente haya continuidad pedagógica. No garantizan condiciones ni salario para los y las trabajadoras. Frente a la interna del PJ y Cambiemos, seguimos siendo los propios trabajadores y trabajadoras de la educación quienes sostenemos la educación, sea virtual o presencial.
¡Frente a sus hipocresías y desidias, organicémonos y debatamos cómo pelearla, porque las vidas de las familias trabajadoras importan y las vamos a defender! |