Desde que el presidente Alberto Fernández anunció las nuevas restricciones, dejando vía libre para que las provincias adhieran, los únicos que hasta el momento parecen tener respuesta son los empresarios. Sus reclamos ante el COE por el horario de atención fueron escuchados pero no ocurre lo mismo con los trabajadores que vienen desde el año pasado pidiendo el horario corrido. Con la segunda ola, ya no se trata de una cuestión de “tener vida” sino de también de poder cuidarla y conservarla.
Las medidas del presidente no prometían vacunación inmediata para la población o liberación de las patentes para hacer una producción masiva de vacunas, sino más bien ponían en el foco la responsabilidad individual como si no fuese vox populi que en el transporte público se viaja hacinado en los horarios picos.
El Gobierno provincial quiso quedar bien con la Cámara de Comercio y los trabajadores, por eso copio la ambigüedad del discurso presidencial para sugerir a los municipios que adhieran a las medidas. El intendente capitalino German Alfaro, como en Yerba Buena y Concepción, decidió dar el visto bueno al pedido de Cámara de Comercio. El SEOC se vio obligado a seguir con acciones, ya que prometió a todos sus afiliados que desde el 1° de abril se implementaba el horario corrido.
El SEOC venía anunciando en los medios que en el sector hubo un total de 500 contagios de covid-19, motivo suficiente para que cualquier autoridad evaluara la forma de garantizar el resguardo de la salud del trabajador. También es motivo más que suficiente para que un sindicato que quiera defender en serio la vida del empleado, de mínima convoque a una asamblea para que todos puedan decidir los pasos a seguir ante los empresarios no dan un paso atrás.
Hasta ahora las medidas que viene convocando el sindicato, se realizan dentro del horario laboral de la mayoría de los empleados. Las últimas movilizaciones han amenazado con hacer multar a todos esos negocios abiertos después de las 20 horas y a llevar al conflicto a una instancia de judicialización.
Algo despertó en el Comercio desde esa primavera caliente del año pasado que los llevó a ponerse de pie y a imponerle demandas a un sindicato pasivo. Si no fuese por las movilizaciones de autoconvocados, el SEOC nunca habría planteado el horario corrido. Ante el temor de que la marea fuera creciendo, el sindicato intentó tomar las riendas de la demanda principal #QueremosHorarioCorrido para conducirla hacia “lo menos peor”: trabajar 9 horas corridas y no 8 horas cortadas.
En una de las tantas veces que este medio los entrevistó, los trabajadores han comentado la infinidad de muestras de apoyo que han recibido, desde cadetes que les llevan la comida hasta clientes que saben lo importante que es volver temprano para estar con la familia.
Es tiempo de organizar tanto la simpatía que despertó la situación por la que pasan los empleados de comercio, como así también la coordinación con los trabajadores que están luchando. En los últimos meses se vio en las calles a los docentes, médicos y enfermeros, trabajadores del limón y familiares de Enzo Orellana.
Para llegar a una mejor organización es importante conocer que piensa cada trabajador, si opina que hay que cortar la calle o parar el comercio. Si opina que hay que acompañar a los docentes o hablar con la UTA para conseguir colectivos e ir apoyar a los trabajadores del limón, por ejemplo.
El mejor espacio para poder expresarse es una asamblea donde una voz es un voto y todos acatan lo que resuelva la asamblea para golpear con un solo puño. Esa exigencia tiene que ser arrancada al sindicato si es que de verdad quieren emprender una lucha consecuente. ¿O acaso no habría mayor participación en las acciones del gremio si es estas fueran decididas por los empleados?
En momentos donde la provincia se encuentra atravesando la segunda ola de la pandemia que va en crecimiento; donde el índice de pobreza trepo a un 43,5% y aún falta la inmunización de gran parte de la población, es imperioso organizar toda la fuerza posible para imponerle al gobierno y los empresarios la voluntad de los trabajadores. Para todos los que salieron a las calles eso significa pelear por salud, por un mejor salario y para que la precarización no termine con sus vidas.
Las diferentes luchas que viene atravesando la provincia es una muestra de que los trabajadores han comenzado a decir basta. La clase obrera tucumana ha comenzado a hablar, ha comenzado a perder el miedo y se tiene que buscar todas las vías para organizarse, unirse y triunfar en sus peleas. |