Diálogo, entendimiento, puentes, acuerdos, son las palabras que reflejan la respuesta de la oposición ante un escenario de cuestionamiento al régimen y a las políticas empresariales. Las medidas adoptadas por el gobierno durante la pandemia han recrudecido las condiciones de vida del pueblo trabajador, lo que acumula la rabia como una fuerza latente, comprimida en el agobio y represión. Sin embargo, bastaron un par de horas para que la propia CUT quien había convocado a huelga sanitaria, llamara a dialogar con el parlamento.
La DC, como en otros momentos de la historia, se ubica como un partido bisagra entre la “oposición” y la derecha de turno. Ya días atrás Provoste ponía énfasis en la necesidad de aliarse con el gobierno para salvar la estabilidad parlamentaria, a lo cual hizo eco la CUT y con esto la oposición Frente Amplio y Partido comunista, y organizaciones sociales de la Mesa Unidad Social, también dirigidas por estos conglomerados.
Por su parte sectores de la derecha más conservadora, como la de Marcela Cubillos, ven con recelo todo diálogo con la oposición, la verdad es que este salvataje al gobierno le viene como anillo para legitimarse y tener un aliento más hasta las presidenciales. Según Piñera, la reunión llevada con Provoste y otros parlamentarios expresa la idea del “gran acuerdo” para sacar adelante varias materias, como ayudas sociales, modificaciones tributarias, pero sobre todo el respeto a la institucionalidad que millones cuestionamos tras el estallido.
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Este nuevo pacto al cual sin resistencia se desliza la oposición se gesta sobre hambre, cesantía y la demostración de fuerza de los trabajadores portuarios como antesala a la paralización. El rol criminal de esta política de conciliación es que desvía las demandas sociales a tibias e infértiles medidas dentro de la legalidad empresarial. No sucede solo en Chile, sino también en otros países cuyos trabajadores se enfrentan a las mismas medidas, mismas miserias y represión que nos impuso la derecha y que dejó pasar el reformismo de izquierda.
La huelga es en este sentido un método histórico de la clase trabajadora mundial, porque muestra quienes tienen la palanca de la producción, pero la dirección de sectores que renuncian a la pelea contra la clase empresarial transforma este método en un hito, un testimonio para justificar sus negociaciones. Es por esto que las expectativas deben ampliarse, la pelea por el 10%, contra el desempleo y la carestía de la vida, tiene relación directa con la búsqueda de un modelo completamente distinto y muchísimo más eficaz que el capitalismo desarrollado (neo-liberalismo).
Nos manifestamos para enfrentar a Piñera, de forma independiente a la "oposición" y las conducciones de la CUT
¿Acaso no parece lógico que quienes administren los insumos y cobertura salarial sean quienes mejor conocen estas necesidades? Hablamos de sectores productivos, docentes, jóvenes sin contrato, multi-etnias y pueblos que con la perspectiva de articular una fuerza motora pueden dar vuelta el tablero que pretende estabilizar el régimen, e imponer un verdadero cambio basado en la democracia más directa, con representantes revocables e independiente a los empresarios.
Para llegar a este punto la organización es lo primordial, asambleas de base, toda instancia que permita articular las demandas contra los enemigos comunes, y también contra las mediaciones que, cómplices, llevan en sus manos las vidas y las demandas del pueblo trabajador a su propio molino, de elecciones pactadas y silencio |