La pandemia no trae malarias para todos. El martes pasado, la farmacéutica Pfizer informó que en el primer trimestre de este año, obtuvo US$ 4.900 millones de ganancias gracias a la venta de su vacuna contra el covid. Esto significa un 42 % más de ganancias que el año pasado.
Como si esto fuera poco, indicó además que sus proyecciones de ventas aumentaron al doble. Ahora preveen vender 2.500 millones de dosis, lo que significa aproximadamente unos 26.000 millones de ganancias más para el año.
Pfizer comenzó a elaborar vacunas en el 2009 cuando adquirió el laboratorio Wyeth, en ese momento para combatir el neumococo y que también le reportó ganancias millonarias. Luego, en el 2018, y en alianza con BioNTech se dedicó a elaborar la vacuna contra la influenza.
Pero mientras esto sucede, el proceso de vacunación a la población no solo avanza muy lento, sino de manera muy desigual, ya que lo que estamos viendo es la acaparación de las grandes potencias (como Estados Unidos) de las mismas, en detrimento de los países pobres, como está sucediendo en Africa.
En Argentina se da la irracionalidad de que el empresario Hugo Sigman, en su laboratorio mAbxience ya produjo más de 40 millones de dosis de vacuna AstraZeneca que se exportaron. A pesar de que el Estado argentino pago el 60 % de unas 22 millones de dosis no recibió, hasta ahora no recibió ni una solo dosis. Una verdadera estafa.
Desde el Frente de Izquierda, se exige además de la liberalización de las patentes, que el laboratorio mAbxience sea declarado de utilidad pública y se suspendan las exportaciones del principio activo, para poder producir las vacunas necesarias para Argentina y los países de la región que lo necesiten y a un bajo costo.
La intervención estatal de los laboratorios, bajo el control de sus trabajadores, podría garantizar una planificación de la producción y distribución no sólo de las vacunas, sino también de test y otros elementos necesarios para combatir esta pandemia.
| 
