Mas de 19.7 millones de hectáreas se destinaron a la campaña de soja del ciclo 2012/2013. Un nuevo record, que se suma al del año anterior, y al del anterior. “Record” es la palabra que los observatorios económicos le ponen a las 164 canchas de fútbol que se desmontan cada día en Salta o a las más de 300 mil almas que fueron arrojadas a la periferia de las grandes ciudades durante los últimos años. Quien haya realizado un viaje en micro por la ruta 9 habrá notado que hay soja hasta en las banquinas del camino. El espectacular boom sojero que procedió a la devaluación del fin de ciclo de 2001 significó para el país un flujo de divisas que le permitió mantener durante años un superávit comercial con el que subsidiar a la industria, al creciente déficit energético acumulado en los años de crecimiento a tasas chinas y, por si faltaba algo, pagar religiosamente los compromisos de deuda externa.
Pompas de jabón
La campaña cosecharía unas 54 millones de toneladas según los cálculos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y un rendimiento de alrededor de 2.7 toneladas por hectárea y el INTA calculaba un precio promedio de US$513 la tonelada en la Bolsa de Cereales. Hace cuatro meses las cosechadoras levantaron 55 millones del preciado cereal, 5 meses después el valor de la soja bajó un 33%. En la Bolsa de Chicago las cosas no andan mejor: la demanda mundial por la soja sigue creciendo un 5.4% cada año, pero ahora la oferta ha aumentado mas de un 10%. Con la campaña de Estados Unidos (110 millones de toneladas, la mas grande desde 2002) que dejó los precios en US$351 los auspiciosos pronósticos de los gurús del agro deben restarle US$200 a cada tonelada que liquidan en el mercado. A futuro, la perspectiva de una mejora del poder adquisitivo del dólar producto de una suba de la tasa de interés de la Fed presionará crudamente sobre el precio de las commodities.
Cría sojeros y especularán con tus ojos
El ciclo kirchnerista no ha podido revertir la dependencia agraria del conjunto de la economía nacional. Los dueños de la tierra siguen siendo, en gran medida, los dueños del país: 4000 propietarios concentran más de la mitad de las tierras cultivables.
Entre estos no se cuentan solamente los dobles apellidos ilustres, sino también a cada vez más numerosas empresas extranjeras como Cargill, y a los grandes negociados arrendatarios de los pooles de siembra fogoneados por la banca financiera. Si para una muestra basta un botón digamos que en la provincia de Santa Fe, provincia sojera si la hay, apenas un 2% de los propietarios poseen el 33% de la tierra.
El kirchnerismo no solamente ha sido incapaz de reconstruir el mito de una burguesía nacional que acompañase un proyecto industrializador que redimiera a la nación de la marca del atraso que significa la dependencia de la exportación de las materias primas, sino que esa misma burguesía se ha lanzado a la especulación cerealera con un arrojo que sonrojaría a los fundadores del Jockey Club.
Las propias clases medias que han roto su pacto de consumo con el gobierno y se arrojaron en masa a la oposición gorila, también tienen en su seno un componente indeterminado de especuladores que arriendan las tierras a empresas y terratenientes para vivir de sus rentas en las grandes ciudades del interior.
La llamada Pampa Gringa, que se sublevó en 2008 y que no volvió a enamorarse del gobierno, está socialmente muy lejos de ser más que un mero jalón genético del Grito de Alcorta. Han hecho un gran frente único con los especuladores extranjeros y los grandes exportadores para retacear la venta de la cosecha de soja de este año: para principios de septiembre habían vendido apenas la mitad de la cosecha a la espera de una nueva devaluación.
La apuesta les salio mal. Muy mal. En lo que va del año, producto del desplome de la soja, llevan perdidos mas de US$1400 millones. Más de uno podría sonreír ante la mala jugada, pero el recorte mediante impuestos que esto significa para las arcas del Estado hace peligrar al presupuesto nacional y los compromisos de pago de deuda extranjera. Las falta de divisas amenaza con desangrar al país.
Cuello de botella, salida por izquierda
Es un malestar recurrente de los países dependientes la falta de moneda extranjera en un momento determinado de su ciclo expansivo al que le sigue, como una tragedia nórdica, un ciclo de retracción. Los países imperiales, formadores de precios, portadores del know how y de los beneficios de la civilización retacean sus inversiones.
Los gobiernos dependientes, incluso aquellos que dicen enfrentar a los malos más malos del mundo, terminan siempre de rodillas en los altares de las finanzas internacionales limosneando las divisas que les permitan (al menos) mantenerse a flote.
Para que la plata vuelva se requerirán nuevos pactos con el capital foráneo, nuevos nichos de expoliación que agreguen mas cadenas a la relación asimétrica entre metrópolis y periferia. En el programa de estos gobiernos, la sola idea del monopolio del comercio exterior se presenta como un utopismo rojo.
Sin embargo, como la historia lo demuestra, ese es el verdadero camino a seguir para terminar con la especulación de los exportadores individuales (individuales a la hora de vender, colectivos a la hora de decidir cuando) y garantizarle al Estado los recursos necesarios para saldar la deuda interna de salud, trabajo, educación e infraestructura que realmente siente en el país las bases de una democracia económica que los incentivos al consumo jamás alcanzaran, por más cuotas que le pongan al precio de las heladeras y las motos fabricadas con piezas chinas. |