Marta Ungaro, al igual que su hermana Nora, querellantes en la causa, brindarán testimonio por la desaparición de su hermano Horacio, uno de los jóvenes secuestrados el 16 septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata, hecho que se conoció como La Noche de Los Lápices.
La mayoría de los estudiantes secundarios secuestrados esa noche y los días subsiguientes tenían entre 14 y 17 años.
Jóvenes que eran parte de una generación de estudiantes, trabajadores, intelectuales, que “luchaban por un mundo mejor, con igualdad de oportunidades, por la dignidad del pueblo, como la hace la juventud hoy”, manifiesta Marta, en diálogo con La Izquierda Diario.
Décadas pasaron para que la justicia ponga en el banquillo a algunos de los hacedores del terrorismo de Estado, aunque la impunidad sigue inclinando la balanza a su favor. Marta denuncia cómo el poder judicial mantiene la impunidad de los responsables del genocidio, dilatando los procesos judiciales.
“Las expectativas fueron muchas con respecto a este juicio porque hace décadas que estamos esperando que se haga. Y cuando tarda tanto la justicia es muy sesgada, muy parcial y al no tener el castigo que tienen que tener, los hechos vuelven a ocurrir”, agrega. Los nombres de Julio López, Luciano Arruga, Santiago Maldonado y Facundo Castro son una muestra de esa continuidad.
Para Marta, las cuentas pendientes de la dictadura son muchas. “Qué pasó con cada uno de nuestros desaparecidos y asesinados. Qué pasó, dónde están. Fue el Estado quien se dedicó a secuestrar, torturar, violar, asesinar. Y se retroalimentaron de la democracia, permanecieron agazapados, ocupando cargos públicos algunos”, por lo que la exigencia de la apertura de los archivos como la cárcel común y efectiva es una exigencia permanente.
Marta deja una reflexión tomando como ejemplo la rebelión del pueblo colombiano: “La gente está harta de gobiernos autoritarios que les quieren imponer y recaudar más y más. Esto significa que un día dicen basta y cuando los pueblos dicen basta es basta”.
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