Hace algo más de una semana, Vodafone rescindía el contrato con la subcontrata Icono Enterprise. La excusa es no haber logrado pasar la evaluación de la empresa para renovar el contrato. Ésto no sólo ha sido un golpe para la subcontrata, sino para los 600 instaladores, en su mayoría con años de experiencia y mucha antigüedad, que perderían su trabajo.
La plantilla no tardó en sacar su indignación a la calle. Se organizaron para un cortejo el 1º de Mayo y el pasado día 5 se manifestaron en Murcia (sede de Icono Enterprise) contra la decisión de Vodafone. En ambos casos, los trabajadores tuvieron un buen seguimiento y denunciaron con sus cánticos la precarización y condiciones de trabajo que Vodafone impone.
Ahora la salida que ven los sindicatos ante la pasividad de Icono Enterprise es que Vodafone, al menos subrogue a los trabajadores para que tengan empleo tras el traspaso de funciones a otra empresa. Como han advertido, son una plantilla antigua con un gran riesgo de no salir del paro a corto plazo.
Pese a ser los principales organizadores, cuesta ignorar el silencio que los principales sindicatos (particularmente CC.OO.) ha hecho respecto a la subcontratación como tal. Tras el estallido del conflicto, las críticas han ido contra Vodafone, como resulta necesario y obvio, pero no ha habido crítica al modelo de subcontratación en estos años que ha conducido a la más descarnada precariedad.
Subcontratación va unido a precariedad, y así lo ha demostrado el sector en los últimos años. Hemos visto huelgas de instaladores en Movistar y Vodafone, en esta ocasión de la mano de otra subcontrata en Mallorca. De igual forma, la subcontratación del servicio de telemarketing, etc. han conducido a una precarización en las condiciones laborales del sector, tal y como han denunciado las huelgas de teleoperadores en 2016, la huelga de Teleperformance en marzo de este año o la lucha que todavía sigue en pie en Marktel en Madrid.
Concretamente Vodafone ha demostrado ser una empresa dispuesta a una explotación sin tregua. En 2019 anunció reducciones de plantilla de casi 1.000 trabajadores, al tiempo que ha recibido multitud de denuncias por las paupérrimas condiciones a las que somete a sus empleados. Resulta evidente que todos los puestos de trabajo, necesarios al fin y al cabo, son regalados a las subcontratas, que sacan tajada aumentando los beneficios de los pagos de la empresa principal a costa de los trabajadores.
Es este un modelo de negocio que, hay que recordar, las burocracias sindicales ayudaron a implementar con sus firmas en las respectivas reformas laborales. De igual modo, en el marco del conflicto de Vodafone, CC.OO. ha denunciado los despidos y ha exigido la subcontratación en base a los buenos números que la subcontrata tiene, su solvencia y éxito. Ésto tiene una evidente contradicción que es muy acorde a las medias tintas propia de los sindicatos mayoritarios.
No puede denunciarse la precariedad y criticar que Vodafone esté por la labor de despedir indirectamente a más de medio millar de trabajadores, al tiempo que se hace una loa a la subcontrata y no hay una fuerte crítica contra un método de gestión de personal que sangra y aprovecha recovecos para recrudecer las condiciones laborales.
Garantizar el acceso del empleo de la plantilla es un objetivo claro que tiene los trabajadores que se ha puesto en pie de lucha. Pero si ésta no se acompaña de una brutal crítica contra la subcontratación y la precariedad laboral a la que contribuyen empresas como Vodafone, la empresa que venga después de esta terminaría por forzar los despidos a base de presiones y medidas indignas. Hay que llevar la lucha tan lejos como los capitalistas llevan la explotación a todos los niveles, desde el despido a la precariedad. |