Fotografìa: DYN
El sábado Cristina Kirchner fue a buscar al Vaticano la bendición de Francisco. Ese encuentro se dio en medio de convulsiones económicas crecientes. Tiene poco sentido la discusión sobre quién llamó a quién. Hubo en esa bendición mucho de conveniencia mutua y poco de misericordia. Cristina quiere llegar con la casa en orden al final de su mandato e incidir en la sucesión. A la imagen de Francisco nada favorecería mayores turbulencias en su propio país.
En Roma la presidenta hizo su “matinée” antes de viajar a Nueva York. Obtuvo el apoyo del Papa a su “cruzada” contra el capital financiero. Francisco conoce bien de esos desaguisados de los especuladores. Uno de los factores de su asunción fueron los escándalos del IOR (Instituto para las Obras de Religión), el denominado Banco Vaticano, en el lavado de dinero y estafas al fisco. No había entre los hombres vaticanos ningún voto de pobreza.
Soluciones terrenales
Madeleine Albright, ex secretaria de Estado del presidente Bill Clinton, y Carlos Gutiérrez, ex secretario en el gabinete del presidente republicano George W. Bush, fueron contratados por los buitres que responden a Paul Singer para hacer lobby con la oposición mediática y patronal de nuestro país en favor del pago íntegro de unos bonos que compraron por centavos: quieren ganar 1600%. El encargado local de la embajada de Estados Unidos también está detrás de esas presiones.
El cipayismo local de Clarín, La Nación, Macri, Massa, UNEN, etcétera, no necesita ningún lobby. Hacen su trabajo en beneficio del imperialismo sin pedir recompensa. Pero el gobierno que denuncia maniobras desestabilizadoras, al mismo tiempo deja correr (y hasta fogonea) el ascenso en las encuestas del macrismo, el mejor representante que podría encontrar el sector financiero internacional. En sus filas revisten Rogelio Frigerio y Federico Sturzenegger, dos ex secretarios de Política Económica, el primero en el gobierno de Menem y el segundo en el de la Alianza, cuando fue firmante del “mega canje” de la deuda externa.
En oposición a los buitres este miércoles Cristina Fernández de Kirchner se despachará contra los especuladores ante la Asamblea General de la ONU. La votación favorable a la elaboración de un mecanismo para reestructuración de deudas soberanas que logró el gobierno en las sesiones de preparación de la ONU no es un desafío al capital financiero ni un rechazo de la usuraria deuda externa, sino que es la búsqueda de un mecanismo donde una mayoría de bonistas pueda prevalecer sobre una minoría. Algo así como “300% para todos” los especuladores y no 1600% como quiere Singer. Los buitres que litigan contra Argentina e impusieron, a través del fallo Griesa, el congelamiento de los fondos que se enviaron para pagar la deuda representan el 1% de los bonistas afectados por el default de 2001, mientras el 93% aceptó los canjes. En ese sentido, el oficialismo es el mejor garante de capital en general y no del 1% de los “halcones” financieros más radicalizados.
Pero en otra “matinée”, la presidenta se juntó el lunes con el multimillonario George Soros (número 19 entre los más ricos del mundo) para analizar salidas a la crisis de deuda. Ese hombre tiene una buena cantidad de bonos argentinos que no pagan renta por la decisión del juez Griesa. Soros, junto a David Martínez Guzmán, otro multimillonario, y a Kyle Bass, que ganó millones especulando con hipotecas en EE.UU., son los socios del gobierno para salir de la crisis de deuda. No se conocen noticias acerca de si Francisco les habría otorgado el perdón a estos “buitres buenos”.
El gobierno hizo un gran esfuerzo para hacer votar la Ley de Pago Soberano antes del 30 de septiembre. Ese día hay nuevos vencimientos de deuda. Restan sólo siete días y los bonistas que elegirían la sede de Buenos Aires como lugar de pago todavía no aparecen. El operador del milagro no sería Francisco, sino George Soros, que incluso podría aportar una salida de fondo comprando la deuda a Singer & Cia. Hay que esperar a ver como se alinean los astros: lo mismo intentaron sin éxito los banqueros locales al mando de Jorge Brito del Banco Macro y luego la J.P. Morgan. De lograr ese milagro, además de hacer una gran ofrenda al desvencijado “modelo”, Soros elevaría la cotización de sus acciones y facilitaría el acceso al crédito de YPF. Lo que se dice un negocio redondo.
Sin mucha fe en el gobierno
El gobierno exhibe una gran voluntad política para mostrarse confiable. Para eso indemnizó a los vaciadores de Repsol, acordó con el CIADI y el Club de París, además de aprobar la Ley de Pago Soberano. El proyecto para una nueva ley petrolera que se apresta a enviar al Congreso es otro gesto al capital imperialista para que explote Vaca Muerta.
Pero a medida que se incrementan las concesiones, aumentan en simultáneo los desafíos empresariales. Es que la voluntad no alcanza para resolver los múltiples frentes de desequilibrios económicos. El problema inmediato es la gran escasez de dólares que el oficialismo quiso resolver con la vuelta a los “mercados” que trabó el fallo de Griesa. Hay una enorme presión por una nueva devaluación operado por las multinacionales exportadoras que en asociación ilícita con la oligarquía terrateniente retienen la liquidación de granos, más ahora que el precio de la soja cayó al nivel más bajo en los últimos cuatro años. Los industriales también se manifestaron por repetir la historia de enero. Las automotrices directamente “encanutaron” autos y piden más dólares para importar. El gobierno se los va largando a cuenta gotas. Como dijo el jefe de Gabinete, no habría “cuevas” de compra venta de dólares sin los grandes bancos que las alimentan. A esa fuga ilegal se suma la fuga legal de divisas con el “dólar bolsa” y el “contado con liqui” traccionada por bancos y financieras, pero convalidadas por el oficialismo.
Todas esas maniobras especulativas realizadas bajo la mirada contemplativa del Ejecutivo deberían saldar el debate sobre el supuesto intervencionismo gubernamental. No hay ningún miedo real de los hombres de negocio. Si se confesaran ante Francisco dirían que más que miedo tienen poca fe en el gobierno, más allá de la mediación del Santo Padre para que vuelvan a ser devotos. En el mientras tanto lo que corre es la inflación, los techos salariales, los tarifazos, despidos y suspensiones. Un combo anti-obrero en que todos los políticos patronales coinciden. La clase obrera estará un poco más cerca del paraíso si confía en sus propias fuerzas y lucha por que esta vez la crisis la paguen los capitalistas. |