Entre la polémica y el coraje, Osvaldo en 1979 presentaba un coloquio para un instituto alemán, titulado “La imagen de Alemania en Latinoamérica y la imagen de Latinoamérica en Alemania”, en vistas de que Alemania mantenía negocios con la dictadura genocida de Argentina.
Con una denuncia de completa actualidad hasta nuestros días, Osvaldo marcaba la complicidad de los diferentes gobiernos a la hora de denunciar “desproporciones” y no lo que resulta ser una verdadera avanzada imperialista y colonialista contra los pueblos.
¿Quién es el “mitläufer” en la actualidad?
Así se designaba a quienes, afiliados a un partido -en ese caso el nazi- no desempeñaron ningún papel principal pero le prestaron su apoyo, activo o pasivo. En su ponencia Osvaldo usó esa palabra de muchas formas, ya sea en amigos que se beneficiaron con la dictadura, en intelectuales dedicados en tiempos de dictadura al negocio de la exportación o incluso reflejada en países que dieron asilo a exiliados al tiempo que recibían beneficios económicos gracias a al golpe militar.
“¿Qué se hará de todos esos mitläufer cuando llegue la primavera a la tierra Argentina?” es la pregunta de Bayer que recorre su ponencia. Él, como militante anarquista y anticapitalista, sabía que la clase trabajadora y la juventud, aquella que vio a su vanguardia ser aniquilada por el golpe genocida, debía barrer a los mismos militares y sus cómplices poniéndole fin a la dictadura, con sus métodos y organizaciones.
Hoy la perspectiva de lucha de Osvaldo está más presente que nunca. El pueblo palestino hace décadas es masacrado, asesinado y torturado en sus propias tierras. ¿Será la solidaridad de la ONU la que logre frenar la masacre? ¿O será el repudio a las “desproporciones por parte de ambos bandos” lo que lo hará? Ni la ONU ni quien denuncia desproporciones, demuestran algo más que complicidad.
Mientras Bayer esperaba el momento de regresar a su país, a su tierra, como un enfermo espera que le den el alta, continuaba su ponencia. Ahora, tomando a Hermann Hesse, que en su carta a una joven alemana escribe: “allí están, por ejemplo, todos aquellos viejos conocidos que antes me escribieron durante largos años, pero que lo terminaron de hacer en el momento en que notaron que escribirme a mí –el bien vigilado- podía traerles consecuencias desagradables. Ahora me comunican que viven todavía, que siempre pensaron en mí con calidez y que envidiaban mi felicidad de vivir en Suiza y que –como yo debo haber pensado- ellos nunca simpatizaron con esos malditos nazis. Pero muchos de esos que ahora se confiesan así, fueron, durante muchos años, miembros del partido (nazi). Ahora relatan detalladamente que en esa época estuvieron con un pie en el campo de concentración. Y yo siento la necesidad de contestarles que solo puedo tomar enserio a aquellos enemigos de Hitler que estaban con los dos pies en el campo de concentración y no con un pie en el partido y otro en donde dicen ellos”.
El Gobierno argentino hoy simpatiza con aquellos interesados en el exterminio del pueblo palestino. Sin ir más lejos, a la hora de escribir esta nota, Sergio Massa se reunía con congresistas de Estados Unidos y con directivos de la cámara de comercio de ese mismo país. El propio presidente Alberto Fernández se paseó alegre por Francia, Portugal, España e Italia, donde visitó al papa Francisco. De antemano sabemos que en la agenda de nuestro presidente no está discutir el avasallamiento al pueblo palestino, incluso porque su gira es con quienes tienen intereses en esas tierras de conflicto.
Argentina está atada al imperialismo como decenas de países más. Una deuda que la dictadura tomó y hasta hoy en día estamos pagando, esa misma dictadura benefactora de los negocios estadounidenses, ingleses, alemanes, franceses. Quienes antes apretaban garantizando sumisión, hoy ahorcan hasta exprimir la sangre de los pueblos de todo el mundo.
La joven alemana destinataria de esa carta de Hesse, la escritora Louiser Rinser, contesta: “lo que considero más abominable es cuando esa gente dice, solo he sido un mero mitläufer. Me moriría de vergüenza antes de decir eso. Prefiero un nazi brutal y legítimo con el diablo adentro, que un mero mitläufer, que falta de orgullo y decencia”.
Bayer tomó para su exposición estas palabras de la joven alemana, discutiendo la hipocresía del imperialismo y las “instituciones democráticas” que siempre le han hecho el juego a la opresión, pero en nombre de intereses (dicen ellos) comunes, como la democracia, la libertad y la república.
“Pienso lo mismo que esa joven alemana. Prefiero al peor de los torturadores que a un general Videla que entre trágicas muecas de su rostro desparrama desesperadamente las palabras ‘derechos humanos’, ‘espíritu cristiano’ y un rictus de sonrisa trágica trata de convencer que los desaparecidos tal vez se hayan suicidado. Pero aún más, prefiero a Videla antes que a los que por intereses económicos dicen que el dictador no es un dictador”. Así sentencia Bayer no su coloquio, sino a los verdugos de Argentina, aquellos que durante años se han beneficiado de cada golpe de Estado y de cada gobierno constitucional. Pero además a aquellos medios de comunicación e intelectuales que con el silencio y la complicidad garantizaban el genocidio.
Nuestro país vivió una intensa lucha de clases en jornadas revolucionarias que permitieron soñar con otra vida. Frente a esto la respuesta de las clases poderosas, sus instituciones y sus cómplices (como la burocracia sindical y la Iglesia católica) fue un golpe de Estado. Bayer tuvo el coraje, en tierras ajenas, de plantarse contra los responsables y señalar de forma contundente lo que estaba pasando en su (nuestro) país.
Hoy el Gobierno, tan (poco) nacional y popular, e incluso sus movimientos u organizaciones de ‘izquierda’ repudian por igual “el uso desproporcionado de la fuerza por parte de unidades de seguridad israelíes” y “la respuesta a través del lanzamiento de misiles y artefactos incendiarios desde la Franja de Gaza”. Israel es una de las fuerzas militares más importantes de la región, e incluso ha recibido un presupuesto de más de U$S 3 billones por parte de Estados Unidos, invertidos en fuerzas represivas al servicio de la masacre.
La masacre, situación en la que un pueblo se encuentra con su verdugo, que en nombre de tal o cual justicia castiga y condena a la miseria, a la barbarie y a la muerte a millones. Palestina, Colombia, Myanmar y todo el mundo se encuentra con su verdugo que responde a intereses claros, no solo hay que mantener la ganancia de quienes se creen dueños del mundo, sino que hay que multiplicarla.
Bayer denunciaba cómo el militarismo reconvirtió la industria e impulsó de forma exponencial la potencia de las guerras. El militarismo de las potencias imperialistas está barriendo pueblos enteros, el colonialismo de Israel se propone borrar del mapa al pueblo palestino bajo la cómplice mirada de los gobiernos “neutrales”.
La “salvación” se demostró inexistente en los misiles de Israel y en la libertad o democracia que profesa Estados Unidos en sus intervenciones militares.
Donde sí existe la posibilidad de superar la barbarie es en los propios pueblos organizados y luchando intensamente contra todos los opresores. Es en aquel pueblo alemán que luchó contra el nazismo, que superó a sus direcciones traidoras (aquellas que hoy dirigen cancillerías) y planteó tomar el cielo por asalto. Es en aquellos obreros y jóvenes combativos de los 70 de Argentina y demás países de Latinoamérica que, para superar la miseria, enfrentaban a las patotas de la burocracia, a los elementos parapoliciales (en nuestro país organizados por el gobierno peronista) y ponían en cuestión el poder. Es en la resistencia del pueblo palestino a la masacre coloniaslita de hoy, que es bandera de la juventud en todo el mundo.
En la cuna del imperialismo, como lo es Estados Unidos, miles macharon en solidaridad por Palestina. Son vientos de cambio que precipitan luchas, rebeliones y, añoremos, revolución. |