Tras una pregunta del senador de Compromís Carles Mulet en la sesión del Senado se pudo saber que se el Gobierno progresista lleva invertidos 125.000 euros en la exhumación, inhumación y protección de la momia del dictador Francisco Franco.
La exhumación de Franco fue para muchos fue el gran gesto progresista del primer gobierno de Sánchez. Lo cierto es que sirve para desenmascarar la complacencia que el Estado, aun con el PSOE en el timón, mantiene con la memoria del dictador. No hace falta hacer un estudio estructural del Estado para darse cuenta de la reconversión del franquismo en democracia liberal. Detalles como este son lo suficientemente claros como para confirmar que el Régimen del 78 no ha cortado el cordón umbilical con quien lo concibió.
La financiación del Estado invertida en el mausoleo de Mingorrubio habla por sí sola. Pero basta ver las imágenes de la exhumación, que casi fue un acto de Estado. Basta recordar el recibimiento que los franquistas dieron al féretro. Basta ver la constante apología y peregrinación que hacen sus seguidores a la tumba de Franco sin ningún tipo de pudor ni impedimento por parte del gobierno.
La ironía se vuelve esperpento cuando conocemos la denuncia interpuesta por los Franco al Estado. Según ellos, cada vez que quieren visitar el mausoleo deben pedir las llaves a una funcionaria porque la tumba es propiedad del Estado. Han hablado de secuestro, de daño moral. Es de suponer que no es suficiente con que una democracia burguesa que, supuestamente, ha pasado página de su pasado franquista, aún sostenga con las arcas públicas el lugar de reposo de un dictador, invirtiendo miles de euros en protegerlo.
Aunque entregar el cuerpo a su familia con todas las responsabilidades necesarias es ya un privilegio del que privó el dictador a sus víctimas, sería al menos más coherente. Sin embargo, estamos lejos de una resolución en estos términos. El gobierno no ha anunciado ningún tipo de medida definitiva para dejar de hacerse cargo de los gastos del dictador.
Del mismo modo, tampoco se ha vislumbrado siquiera la posibilidad de expropiar a los Franco de todos los bienes expoliados desde que Franco estuviera al frente del Estado. No sólo hablamos del Pazo de Meirás o el expolio a la catedral de Santiago de Compostela de las estatuas del Maestro Mateo. La riqueza de la familia Franco se contabiliza en cientos de millones, con centenares de propiedades que rentabilizar; un imperio en propiedades construido a base de usurpar al Estado al tiempo que se imponía un régimen de terror, pobreza y muerte a millones de personas.
La respuesta del Estado, lejos de simplemente no hacer nada para ajustar cuentas con la familia del dictador, ha sido costear el entierro con protección y honores propios de un jefe de Estado bajo la imagen de un gesto progresista. Gesto que tiene con los Franco y que ha costado al Tesoro 125.000 euros, cifra que sube con cada mantenimiento del sepulcro. |