Como denunciaba en un reciente video Santiago Lupe, la respuesta de los Estados imperialistas a la migración que provoca su expolio se traduce en “miles de muertos en el Mediterráneo y en el Atlántico. Y para aquellos que logran cruzar campos de concentración como los de Canarias, CIEs y ser condenados a vivir sin papeles y en la más absoluta explotación laboral”. Esta segunda opción también genera muertes. Muertes en el campo, los tajos o en las infraviviendas en que son obligados a vivir.
Esto es lo que ha vuelto a pasar en el campo onubense. En la localidad de Lucena del Puerto, el incendio de uno de los trece asentamientos de temporeros sufrió un encendiendo en la madrugada del miércoles. A la pérdida de los pocos enseres y documentación de los cerca de 100 habitantes, hay que añadir la muerte de dos de ellos. Un ganés de 50 años, Ato, y su compañera maroquí de poco más de 30.
Las causas del incendio están siendo investigadas, y no se descarta ninguna hipótesis, incluida la de que haya sido provocado. El ambiente racista generado por el despliegue del Ejército en Ceuta y la cantinela de la defensa de la “soberanía nacional”, que recitan desde Vox hasta Podemos y el PCE, abona el terreno para que este tipo de ataques se expandan.
Ato era uno de los pobladores más conocidos del poblado. Regentaba un local, que servía de bar y punto de encuentro para sus vecinos. Recientemente habías padecido tuberculosis fruto de las pésimas condiciones de habitabilidad y salubridad del asentamiento.
Se trata del segundo incendio de un asentamiento en lo que llevamos de semana. El pasado domingo otro incendio volvió a quemar el del Baldifresa, en Palos de la Frontera, que a su vez había sufrido otro el pasado mes de febrero.
Las condiciones de infravivienda que sufren los temporeros son una constante que se suma a las extenuantes jornadas, los salarios de miseria y los abusos, incluidos sexuales, de parte de capataces y patrones. El campo sigue siendo el reducto de mayor explotación laboral, mientras las inspecciones de trabajo autonómicas o el ministerio de Trabajo continúan mirando para otro lado. |