Hace exactamente 1 año a nivel mundial se conoció la noticia de que un afroamericano había sido asesinado por un policía en Estados Unidos, transformándose en un nuevo ataque racista de la policía ante personas negras. Tras este nuevo asesinato, se desató en las calles masivas protestas contra la discriminación racial, el supremacismo blanco que era alentado por Trump y la sistemática violencia institucional que sufren las y los negros.
Si hay algo que no debemos olvidar, es que, entre las más de 100 mil personas que murieron por Covid-19, el 24% son negras (más del doble de la cantidad que representan en el total de la población). No es una cuestión biológica: tienen peores condiciones de vida, menos acceso a la salud y la vivienda, son más pobres.
Las manifestaciones concentraron a miles y miles de personas quienes bajo la consiga “Black lives matter” (Las vidas negras importan), frente al histórico bar de Stonewall, donde surgió el movimiento de liberación sexual en el año 1969 enfrentando a la policía en las calles. Esta manifestación exigía justicia por las muertes de Floyd y Tony McDade, de 38 años, quien fue asesinado en manos de la policía en Tallagassee.
Luego del asesinato de George Floyd, se viralizó en redes sociales el video donde el policía Derek Chauvin, asfixiaba durante 8 minutos a Floyd, mientras este lloraba al no poder respirar y llamaba a su madre, provocando su muerte, mientras esto sucedía quienes transitaban suplicaron al policía que se detuviera, mientras mantenía su rodilla en el cuello de George Floyd. Junto con esto en ciudades de Bristol, Inglaterra, manifestantes tiraron abajo la estatua del comerciante de esclavos Edward Colston.
En octubre del 2020, Chauvin fue liberado de la cárcel tras el pago de una fianza de 1 millón de dólares, acusado de homicidio en tercer grado, quedando en libertad a la espera del juicio en su domicilio. Recordemos que varios días de protesta tuvieron que suceder para que arrestaran al policía.
Thomas Lane, J. Alexander Kueng y Tou Thao, los tres oficiales de policía que fueron complices de Chauvin en el asesinato a George Floyd, se encuentran acusados de ayudar y de incitar el homicidio en segundo grado. Estos cuatro policías fueron puestos en libertad bajo fianza durante el proceso.
El día martes 20 de abril de este año, un jurado de Minneapolis emitió un veredicto que declaró culpable en los tres cargos a Derek Chauvin, el asesino directo de Floyd.
El movimiento masivo que estalló después del asesinato de Floyd ganó este veredicto, no fueron policías buenos que testificaron contra uno malo en un juicio organizado por fiscales preocupados. Y a pesar de lo que dijo uno de esos fiscales en su argumento final, este fue un juicio contra la policía, no solo un juicio contra Chauvin.
No se trata solo de la condena a una "manzana podrida" de la policía, sino que significa toda la fuerza policial en Estados Unidos y en el mundo, porque las vidas negras importan, y a su vez, hemos visto la brutalidad policial en países como Chile, Colombia, Francia y países que han decidido levantarse a protestar. sino a toda la fuerza policial de los Estados Unidos, El sistema judicial en su totalidad es culpable, y el hecho de que Chauvin haya recibido su condena no lo convierte en un sistema "justo" para la abrumadora mayoría de las personas sometidas a él, así como tampoco lo convierte en "imparcial".
Algunas personas verán esta decisión y dirán: "Esto es justicia". Resulta irónico asumirlo, mientras los policías asesinan a tres personas al día, y mientras Minneapolis, Filadelfia y otras ciudades están plagadas de la Guardia Nacional y policías fuertemente armados, esto no debería pasar desapercibida. No es así como se ve la justicia, un sistema basado en la injusticia nunca puede proporcionar justicia. George Floyd fue asesinado por el estado y nada de lo que haga el estado puede traer justicia. |
