La grave situación sanitaria y epidemiológica en el país ha puesto a las y los trabajadores en una situación de saturación y de mucha tensión, debiendo tomar decisiones en cuestión de minutos. La realidad vivida en estos días en la guardia de Cipolletti dejó en claro que las denuncias eran reales, no hay recursos humanos ni infraestructura para atender la demanda y el crecimiento de casos.
Que el sistema de salud está colapsado y no da abasto es el título de muchos portales, desde La Izquierda Diario nos seguimos haciendo eco de las vivencias de los trabajadores del servicio de emergencias del Hospital Cipolletti.
Uno de los médicos del Hospital de Cipolletti nos explicó que durante este fin de semana la guardia se vio nuevamente colapsada. Los casos de pacientes con Covid ascendieron a 33, las bocas de oxigeno se acabaron y es ahí donde la primera línea pone el cuerpo y agota las ideas ante la falta de infraestructura y de recursos de materiales indispensables para el tratamiento.
Según lo que explicaron los trabajadores del nosocomio, "este fin de semana se tuvieron que improvisar bocas de oxígeno y mover camas para poder asistir repartiendo el oxígeno entre los pacientes, es decir que de una boca se sacaron dos cánulas intentando que llegue algo de oxígeno para cada paciente, fraccionándolo y de esta manera sostenerlos." Así se trabaja en el Hospital Pedro Moguillansky de complejidad 6.
«Nosotros no dábamos abasto, los pacientes seguían llegando y hasta en el pasillo esperaban para recibir un poco de oxígeno»
Los trabajadores nos explicaron que “en un momento de la noche teníamos solo 8 bocas de oxígeno, que son con las que contamos y 12 pacientes críticos para asistir. El Sanatorio Río Negro, La Fundación Médica y el Policlínico Modelo cerraron sus puertas de la guardia. Nosotros no dábamos abasto, los pacientes seguían llegando y en el pasillo esperaban recibir un poco de oxígeno. Nos quemamos la cabeza entre todos hasta que uno de mis compañeros dice, bueno busquemos una y compartamos oxígeno y crucemos los dedos, pero acá nadie se va a morir sin que hagamos algo. En ese momento empezamos todos a correr, fue una película de terror que desespera.”
El relato del médico nos conmueve cuando nos explica la realidad de la guardia al contarnos que “llegamos a tener una abuelita de 72 años en el pasillo de la entrada de la guardia de ambulancia porque no sabíamos dónde ponerla, tuvimos que bloquear el pasillo con un covid positivo, lo que significa que un área que debería estar totalmente desinfectada para poder asistir otro tipo de patologías o traumas ahora estaba contaminada."
Esa es la realidad de uno de los Hospitales del Alto Valle donde están en circulación todas las cepas del covid-19 según fuentes oficiales y está claro que las medidas restrictivas no alcanzan si no van acompañadas de medidas profundas. Hace poco más de un año Fernández sostenía que la fase 1, el confinamiento estricto y la prohibición de circular se iban a usar para invertir en salud y darle aire al sistema. Nada de esto ocurrió y los hechos lo demuestran, la infraestructura sigue igual, los recursos materiales indispensables como las bocas de oxigeno escasean y ponen en jaque la vida de los trabajadores que asisten a los hospitales.
Una decisión urgente que debe tomarse para enfrentar la pandemia, y que el gobierno de Arabela no ha priorizado para que los hospitales no colapsen, es la unificación de los sistemas de salud público, privado y de obras sociales para lograr así, centralizar todos los recursos, camas, respiradores y que nadie se quede sin atención, ni que los trabajadores deban decidir qué hacer, ante el colapso, con la vida de los pacientes. Ampliar la infraestructura en los hospitales públicos debería haber sido prioritario, contrariamente a las políticas que tomaron desde el gobierno que sustentó la salud privada, que mercantiliza la salud.