A lo largo de la pandemia, hemos visto como una y otra vez Sebastián Piñera, y sus ministros, han protegido el bolsillo de las grandes corporaciones, lo que ha permitido el funcionamiento del retail, los centros comerciales, aerolíneas, transportes Interurbanos, el metro, y en algún momento los casinos. Ahora, fue el turno del parque de entretenciones Fantasilandia, siendo defendido por el ministro de salud, bajo la premisa de la importancia que tiene la salud emocional de las personas. En este caso cabe preguntarse ¿Por qué se cierran espacios públicos gratuitos como el Parque O’Higgins?, porque si lo que importa es la salud mental de las personas muchos son los lugares que responden a ese criterio: museos, parques, bibliotecas, teatros, entre otros, espacios que bajo lo anterior, deberían abrir sus puertas.
Contradicciones en las medidas que complejizan cada día la situación del gremio artístico.
Esta es una de las tantas incongruencias que nos hacen reflexionar sobre la gestión del gobierno frente a la Pandemia. Fantasilandia puede llegar a albergar cientos o miles de personas que ponen en riesgo su salud, a pesar de las medidas sanitarias, y aunque se respete el aforo permitido en fase 2.
Pero en cambio las salas de donde se exhibe el arte, la música, la danza, entre otros, se encuentran totalmente abandonados y fuera del foco de interés del gobierno, porque según ellos, estos espacios significan puntos de contagios (lo que podría ser sin las medidas adecuadas) pero ¿No será que detrás de estas decisiones siempre prima el dinero y por lo tanto no les genera un interés económico, como si les generan interés las grandes corporaciones?
A causa de estas determinaciones, miles de trabajadores del gremio cultural se encuentren cesantes, sin percibir ingresos, y de manos atadas, porque no existe la voluntad de diálogo con los actores de cada gremio, para adoptar medidas sanitarias o protocolos para trabajar. Además, cabe mencionar, los cientos de artistas que intentan ganarse la vida en las calles, y digo intentan, porque muchos son apresados, multados y hostigados a diario por la policía.
Entonces, es aquí donde pongo un ejemplo e invito a hacerse las siguientes preguntas. Si en el transporte público se obliga a las y los trabajadores a viajar, con las mínimas medidas de seguridad (mascarillas) y sin que las autoridades intervengan. ¿Por qué no tomar las medidas sanitarias necesarias para que se puedan reabrir las salas de eventos? ¿Por qué para los grandes grupos económicos, el gobierno implementa “todas las medidas sanitarias” , y para el gremio de la cultura hace de la vista gorda? ¿Acaso los trabajadores de la cultura no tienen derecho al trabajo? ¿No se supone que las medidas de protección tienen que ser para los que más necesitan trabajar en momentos difíciles como el que estamos viviendo?
Así como existen diferentes injusticias sociales en nuestro país, y de discriminación, el mundo artístico no es ajeno a ellas en estos momentos, y frente a un gobierno indolente, una ministra de cultura que no existe (Consuelo Valdés) al parecer las personas del mundo de la cultura y las artes, tendrán que seguir esperando, a que se tomen las medidas sanitarias correspondientes, para que todas y todos podamos trabajar. Más no me sorprende la indiferencia a nuestras demandas en un sistema que favorece a unos pocos, o sea, a ellos las empresas de siempre.
Nahuel Aukan, musico. |