Este jueves, Marcelo Figueiras, presidente del laboratorio Richmond dio a conocer que en su planta existe capacidad para la formular y envasar hasta 500 mil dosis de vacunas contra el covid-19, por semana y unas 500 millones al año. Además, agregó que pueden "producir vacunas de diferentes tipos de plataforma como, por ejemplo, la de Pfizer y la Sputnik, que usan diferente tecnología".
La producción de la fórmula Sputnik V comenzaría la próxima semana. Están esperando que Moscú termine el proceso de fermentación del principio activo de la primer dosis, luego de que el miércoles, el centro Galameya aprobara las muestras que el laboratorio argentino envío en el mes de abril. Todavía no está confirmado cuántas vacunas quedarían en Argentina para su distribución local.
Algo que queda claro con este acuerdo, que el empresario Figueiras concretó con el Fondo ruso de Inversión Directa, a través de relaciones con un laboratorio indio y con el Gobierno de Alberto Fernández que ofició de gestor e invirtió $30 millones de las arcas públicas: es que en Argentina sí hay capacidad para envasar y para producir vacunas.
Si el laboratorio mAbxience, de Hugo Sigman fabricó 60 millones del principio activo de la AstraZeneca, que exportó en totalidad; y ahora conocemos que en el Richmond se pueden envasar distintas fórmulas: ¿por qué el Gobierno nacional se sigue negando a declarar de utilidad pública estos laboratorios, cuando el propio presidente ha dicho que opina que hay que liberar las patentes?
Figueiras se cuidó de aclarar que, más allá de la capacidad productiva de su planta en provincia de Buenos Aires, la cantidad de vacunas que vayan fabricando, depende de cuántas dosis de principio activo envíen desde Rusia. Nuevamente, nos encontramos rehenes de los grandes laboratorios, que determinan la forma de producción, de distribución y venta de las fórmulas por ellos patentadas.
La cantidad de contagios diarios no baja de los 30 mil y el reclamo de vacunas es cada vez más fuerte entre sectores de trabajadores que se exponen al virus, sin protocolos y que salen a luchar también contra las consecuencias del ajuste que impone el Gobierno y las patronales.
En este escenario y luego de haber reducido en $25.602 millones el "gasto covid", el Frente de Todos amplifica cada pequeño avance en la vacunación de la población, para usarlo como casi única herramienta de campaña electoral; polarizando con una oposición de derecha cuya principal batalla parece ser hacer lobby para que la yanqui Pzifer logre finalmente vender sus vacunas en el país.
La propuesta del Frente de Izquierda Unidad, de declarar de utilidad pública los laboratorios argentinos donde -solo con la capacidad instalada al día de hoy- se pueden producir miles de millones de vacunas contra el covid-19, es una tarea urgente para frenar la ola de contagios y dejar de lamentar tantas muertes evitables.
Empezando por unir los reclamos de los distintos sectores que hoy salen a luchar, entre trabajadores ocupados, precarizados y desocupados, organizando comités de acción y coordinando, podemos construir una fuerza social aún más poderosa que la de los grandes laboratorios y el personal político su servicio. Porque las vidas obreras, valen más que sus ganancias. |