Esta semana la cuestión del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) ha vuelto a ser fuente de tensiones en el seno del Gobierno. Por un lado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha señalando en en diversos medios la necesidad de una subida de los sueldos más bajos, para combatir el aumento de la inflación.
Nuevamente como sucedió el año pasado, la vicepresidenta Calviño se ha posicionado en contra, argumentando que en estas circunstancias iría en contra de incorporar al medio millón de personas que aún siguen en ERTE y pondría en una situación de mayor fragilidad a las empresas que durante este año han visto disminuir su fortaleza económica.
La patronal y la burocracia sindical también se han manifestado al respecto. Los grandes empresarios apoyando a los argumentos neoliberales de Calviño, mientras que los dirigentes de CCOO y UGT haciendo una defensa cerrada de la ministra “comunista”.
De esta manera con total seguridad asistiremos en las próximas semanas a debates encendidos en el interior del Gobierno, que dan cuenta de los permanentes intentos de conseguir una mejor ubicación de cada uno de los socios de la coalición. Unidas Podemos y PSOE. En lo que respecta a combatir el deterioro de los niveles de vida que ha sufrido la enorme mayoría de la clase trabajadora nuevamente nos encontraremos con una subida miserable, que incluso las patronales tienen los mecanismos para sortearla durante largos periodos de tiempo, como ya se ha dado en anteriores ocasiones como es el caso de Telepizza
También es probable que nuevamente este intento de subida del SMI por parte de Yolanda Díaz, se quede nuevamente en una declaración de intenciones, como ya ocurrió en el 2020. La presión de la patronal, y el peso creciente del PSOE en el Gobierno hace que toda medida mínimamente social tenga menos posibilidades de prosperar.
Al mismo tiempo con estos debates, también se pretende desviar la atención contra los continuas decepciones que provoca este Gobierno entre sus votantes y las clases populares. De esta manera los anuncios por parte de la ministra Díaz coinciden con la subida abrupta de la factura de la luz o el estancamiento en la derogación de la reforma laboral, o los ataques en el tema de pensiones.
Despues de un año y medio del Gobierno “más progresista de la historia” se ha demostrado que se trata de un ejecutivo que se mantiene de rodillas ante los intereses del Ibex 35. Por eso esta realidad tan tozuda, contrasta con la pasividad de los sindicatos, que constantemente llaman a confiar sobre todo en los sectores más progresistas del Gobierno. Es necesario exigirles a estas centrales sindicales un auténtico plan de lucha y la coordinación de los distintos conflictos para verdaderamente luchar contra el aumento de la pobreza y la miseria que estamos viviendo. |