Fotografía : Wikipedia
1.
La capacidad lectora abarcadora, omnívora, de Margo Glantz, en una vida dedicada a la escritura, forjada por lecturas permanentes, movimientos espaciales (viajes) y temporales (memoria), dio, hasta el momento, casi una treintena de títulos entre narrativa y ensayo, sea literatura colonial, la del México del siglo XIX, o un análisis sobre las curiosas tarjetas (fotos pintadas) con escenas de casamientos que se importaban desde Italia, en las décadas de 1920 y 30 (El día de tu boda). (Sobre espacio/s y memoria/s, hay dos recientes títulos sobre con temas específicamente: Coronada de moscas, sobre sus viajes a la India, y Yo también me acuerdo, un impresionante compilado memorialístico-escritural). Ahora, tenemos un nuevo asteroide del planeta Glantz: un pequeño cuerpo (cuento) perteneciente a la órbita de un libro (¿probablemente descomunal?) sobre su dentista, que ya lleva, nada menos, que una década y media de acumulación y trabajo. El título del cuento: Simple perversión oral, publicado por La caja de cerillos y Conaculta. (Como explicó la escritora en un reportaje reciente, este cuento será parte de un futuro libro, sobre el dentista, “pero completamente diferente”: “lo voy a colocar en lugares diversos, en otro orden. Va a sonar a conocido si alguien lee ese texto pero al mismo tiempo será completamente desconocido, porque hay una intertextualidad que lo hace muy diferente”).
2.
Así como hay una literatura comercial, best-seller (es decir, literatura desdentada, débil, que no puede morder, hincarle el diente a nada –ni siquiera a nosotros, ni un poco–), hay, también, una literatura creativa, imaginativa, erudita, y al mismo tiempo, popular. Una literatura hecha, como se dijo, de diversos ejercicios de anamnesis, de incesantes viajes por el mundo, de estudios y de otras literaturas (leídas y escritas). Margo Glantz, con Simple perversión oral, ilustrado por Carmen Segovia, en un gran trabajo de creación y diálogo/s con la historia que se cuenta, nos lleva a acompañar a una persona que concurre al dentista (Nora García, sólo mencionada una vez, se desdibuja en el relato, se transforma en un puro discurrir: un monólogo ininterrumpido; alguien que narra, como un álter ego de la autora) y que, paciente –obligada a tener, como todo/a paciente, paciencia–, espera ser atendida. La reflexión en situación, el “tiempo muerto” de la espera, la vivificadora lectura de algún libro (o de las revistas que se ofrecen allí, en la sala de espera) es/son el incitante al recuerdo, la asociación o el mero divague por otros temas y especulaciones, que parte de una reflexión (dental) sobre qué tenemos en común (la boca apestosa) para pasar de ahí a algunos casos célebres (Pascal, Cervantes, Van Gogh oliendo a podrido).
3.
Simple perversión oral posee una sustancia centrífuga, que se expande en todas direcciones (360°); un pequeño centro generador: un hiperlinkeado de asociaciones, comentarios, digresiones, énfasis y anécdotas de la propia vida (con el dentista, y ante otros menesteres similares, como ir a extraerse sangre para diversos análisis), de la literatura y de diversos asuntos que son de dominio público… (hay que leer también las significaciones que puede encontrar y ofrecernos Margo Glantz en las notas y noticias que saca de las revistas de las salas de espera, con sus frivolidades, “consejos prácticos”, farándulas y exhibición de ricos&famosos). Como en otro libro, Saña, compuesto de fragmentos, lecturas de toda especie y pensamientos, Glantz hace pasar por Simple perversión oral a sus mascotas y amistades, a escritores y artistas (de Quevedo a Robert Walser), a libros y personajes históricos, reflexiones (la apertura de un espacio a la reflexión, en tanto condición humana) sobre la mujer y la burka, por ejemplo, los/as especímenes del jet-set, y, por supuesto, los mecanismos por los que se accede al moderno sistema de salud para poder ser atendido, y qué (le) ocurre (qué se le ocurre, por dónde vaga o pasea su mente) allí, mientras espera, y mientras le introducen las herramientas del instrumental médico en la boca. Como escribió Valeria Luiselli en “Los dientes de Margo Glantz”, prólogo al libro, la autora de Las genealogías es dueña de una “imaginación sinuosa”, que es, en verdad, un singular, extraordinario, “itinerario desfachatado”…
4.
Versiones (escrituras) de la vida. Un cuento donde tiempo(s), literatura y realidad se confunden, combinan y potencian en un viaje desbordante de sentidos. Una fuerza evocativa, con/desde múltiples linajes, culturales y personales, que se “reactivan” y se hacen presentes, vívidos, contemporáneos.
5.
La atención creativa/narrativa de Margo Glantz (todos sus sentidos alertas) se condensa y expande; en sus “funciones” compila y une, exhibiendo, caleidoscópicamente, múltiples experiencias y miradas (geográficas/urbanas), y también históricas, culturales, literarias. La mirada, lo que se lee y observa, y también la sensación (lo ocurrido/vivido), la atmósfera. El pasado (alguna vivencia que se añora). Por ello hay en Simple perversión oral recordaciones de Buenos Aires y el tango, en medio de ensueños de tacos altos y largas cabelleras…
6.
Hincarle el diente a la vida, se dijo, y (también) a la sustancia literaria. Esperar y pensar. Leer (todo). Hacer versiones de (esas) versiones; pervivir, por medio de nuevas versiones (de per-versiones); por medio del ejercicio de una (simple o no) oralidad escrita, imaginada: la alteración de diversos factores, para obtener un nuevo producto –tal como sostiene la escritora–.
7.
Margo Glantz –tuitera diaria– lo ha hecho de nuevo, con un breve relato –que abre mundos– donde una experiencia o situación puntual es, “apenas”, la piedra de toque, un punto de partida, con el fin de (expandir y) construir un colorido (y refinado) mosaico; un sinfín de historias. |