La UNAM lanzó un comunicado en el que señaló que las clases continuarán a distancia salvo en aquellas entidades académicas donde los consejos técnicos hayan determinado la necesidad de llevar a cabo actividades prácticas, experimentales, clínicas o exámenes de grado. Aún así, en estos casos, la presencia de estudiantes no deberá rebasar el 30% de la matricula escolar.
También se podrán reintegrar actividades del personal académico y administrativo de manera gradual y escalonada, con el mismo foro -máximo de 30%- cuando el semáforo esté en amarillo y hasta 50% cuando se encuentre en verde.
Con la impaciencia de las elecciones y la reactivación económica, el gobierno declaró que la Ciudad de México, después de atravesar olas incontroladas de contagios y muertes, se encuentra en semáforo verde desde el lunes 7.
Esto ha justificado el regreso a clases presenciales en la Ciudad de México, Sonora, San Luis Potosí y Aguascalientes de niveles educativos como el básico. Pero el piloto para el regreso, ha sido aplicado en 312 escuelas públicas en estados como Colima, Jalisco, Tamaulipas, Chiapas, entre otros desde el 17 de mayo.
La UNAM planea el retorno a clases el próximo semestre, pero para que sea seguro y responsable regresar, debe haber medidas sanitarias que ayuden a que no peligre la vida ni de los estudiantes, ni de trabajadores y profesores.
Por ejemplo, que estudiantes, profesores y trabajadores estemos vacunados y vacunadas sin falta. No puede existir un regreso a clases seguro sin que toda la población esté fuera de riesgo.
Aún así, la mayoría de la comunidad estudiantil llegamos en transporte público -otro escenario de posible contagio-, vivimos con más personas en casa quienes trabajan o estudian y también se exponen al contagio o son población de riesgo, lo que podría llevar a consecuencias fatales. Por esto, no basta con que la población universitaria esté vacunada, toda la población tiene que estarlo como condición necesaria y mínima para el regreso a clases.
A pesar de tomar todas las medidas sanitarias posibles, las escuelas se convierten en foco de infección que puede detonar otra ola de contagios en el país si no regresamos cuando de verdad sea posible, como fue el caso de Argentina o Chile, donde el regreso a las aulas causó la muerte de docentes y un repunte de contagios.
Otras medida fundamentales, son: que se asegure el servicio de agua y electricidad en todos los planteles de todas las escuelas, así como todos los insumos sanitarios y de limpieza garantizados por la institución o por el Estado. Que se construyan escuelas para terminar con el hacinamiento y las carencias de infraestructura y que haya apoyo psicológico y médico en todo momento.
Pero evidentemente, las autoridades de la universidad no van a garantizar esto, pues sus intereses y el presupuesto son para seguir llenando los bolsillos de la casta dorada. El movimiento #LaUNAMnoPaga lo ha demostrado: para que “La UNAM no pare”, los y las profesoras continuaron dando clases sin recibir el precario salario que les corresponde, teniendo que financiar los insumos necesarios para las clases a distancia.
Por esto, para que el regreso a clases sea 100% seguro -no sólo en la UNAM- debemos poner en pie comités de seguridad e higiene conformados por estudiantes, docentes, trabajadores y trabajadoras, con independencia de las autoridades que decidan cómo y cuándo será posible regresar. |