¿Tu forma de contratación te garantiza todos los derechos laborales?
Es un contrato individual, que contiene cláusulas relativas a las prestaciones, al fondo de ahorro, al ISSSTE, al seguro de vida. Se nos considera empleados de la universidad, porque desde el principio se nos otorga un número de trabajador que no cambiará mientras estemos adentro, algo así como un nombramiento inicial, que se denomina Profesor Ordinario de Asignatura A, en mi caso, soy interina.
El bachillerato universitario y particularmente la Escuela Nacional Preparatoria, es una institución sumamente conservadora y cerrada. Por eso al principio cuando entras, te sientes como invisible y hay poca solidaridad de los compañeros porque ellos integran colegios o comunidades de trabajo elitistas y consolidadas, a las que no les interesa la lucha ni la organización.
Entrar a trabajar ahí, es sumamente difícil porque depende de las plazas que se vayan desocupando. La contratación es por horas, y si logras ingresar, generalmente es para cubrir interinatos de maestros que se van de sabático, o plazas de maestros que se jubilan. Pero para lograr la estabilidad en el empleo, hay una serie de requisitos que hay que cubrir y en los que te llevas algunos años. Así pues, el número de horas que te pueden dar a la semana es de 3, hasta un máximo de 30.
Mi sueldo quincenal es aproximadamente de 3,500 pesos, y el contrato dura un año. Pasado este tiempo, no hay seguridad en el empleo. Cuando finaliza el periodo del contrato, no hay un término formal de la relación laboral, ni tampoco un finiquito; simplemente los maestros que estaban en año sabático regresan a ocupar sus plazas y los interinos vamos para afuera. Lo único que te queda es esperar a que la dirección general te asigne otras horas, las cuales pueden ser en cualquiera de los nueve planteles de la institución. En tiempo de pandemia, la situación se agravó porque no hubo nadie que me diera una explicación acerca de mi salida del primer plantel en el que estuve. Simplemente me corrieron así nada más.
Cuando me corrieron, después de estar tres semanas sin trabajo, con un hijo pequeño y en temporada de pandemia, por mi desesperación tuve que buscar a las autoridades para que me dieran una respuesta. Hasta entonces, me volvieron a contratar, pero para otro plantel, dándome tres horas más de las que tenía antes, pero nuevamente mi plaza es de interinato y no sé qué vaya a pasar conmigo. El trabajo es pesado, porque aparte de la carga académica normal en la que se atienden grupos de entre 40 y 50 personas, estamos obligados a tomar cursos y hacer otras actividades, por las que no se nos paga. En mi caso, durante este año escolar, ingresé en octubre de 2020 y recibí el primer pago por mi trabajo hasta abril de este año, tiempo en el que mis superiores solo me dieron largas.
Obviamente no dejé de trabajar, pero informé de esta situación a mis alumnos y sus familias, para que sepan que la UNAM no paga a sus profesores. Estas condiciones también se daban antes de la pandemia, siempre pagan a destiempo y si te corren, inmediatamente te dan de baja las prestaciones. Finalmente, recibí un cheque con un pago único el cual supuestamente cubría todo lo que se me debía, pero al revisar el mismo, traía un descuento de casi $7,000. Aunque la verdad, ya no quise reclamar ni meter la revisión, porque ése es otro problema.
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¿Cuánto dura tu jornada laboral, está acorde a las 8 horas de trabajo?
No, yo tenía 15 horas efectivas frente a grupo a la semana, más un montón de horas extra preparando clases, revisando tareas y atendiendo dudas durante la nueva normalidad, todo lo cual no se paga.
El salario que percibes ¿te alcanza para cubrir todas tus necesidades?
Evidentemente no, ya que a la quincena el pago que obtengo es aproximadamente de $3,500, lo cual no me alcanza para cubrir mis necesidades. Sin embargo, me he mantenido ahí porque ahorita ¿dónde consigo trabajo en pandemia con seguridad social? Tuve que aceptarlo. Como fue un reingreso, cuando me dieron de alta nuevamente, no tenía acceso a los servicios, ni a plataformas virtuales, ni a nada.
Tuve que adquirir una licencia de Zoom que pagué con mi dinero, desde noviembre del año pasado, hasta mayo de este año, cuando por fin pude obtener la licencia de la UNAM.
En cuanto al atraso del pago, sólo me decían que se había retrasado por la pandemia, pasó noviembre sin saber de él, me pedían documentos, después me decían que los datos eran incorrectos y que por eso se habían retrasado los pagos, luego en diciembre y enero me dijeron que no había personal, así fue como pasé 6 meses sin cobrar ni un solo peso. Vivía de préstamos familiares, porque los pagos no llegaban. Luego me comentaron que se había integrado mal mi expediente, que hubo errores que se les pasaron, luego me dijeron que hasta finales de marzo y finalmente en abril fue cuando les llegó el pago.
Durante todo ese tiempo me sentí muy desesperada y sobre todo, sola. No tenía idea de nada, ni a quién acudir, ni con quien quejarme. Hasta que comencé a ver lo que pasaba en licenciatura, concretamente en la Facultad de Ciencias, ya luego en los CCH´s en donde también hay falta de pagos y vi que era una constante. Luego el caso de otra compañera en prepa 9 y ahí me di cuenta, de que éramos un montón de profesores en la misma situación. Y luego, el mecanismo de los pagos únicos, en donde finalmente en un cheque supuestamente te juntan todo lo que te deben, pero te aplican una suma considerable de descuentos. Y si te atreves a reclamar, te piden varios documentos, el avance es lento, los procesos son opacos, y hay mucha burocracia, la cual te ahoga.
¿Cómo es para un maestro de la UNAM vivir en medio de la pandemia?
En mi caso, a mí me fue bien porque afortunadamente cuento en todo momento con el apoyo de mi familia, pero he sabido de colegas que no, colegas de otras escuelas que enfermaron de COVID, tuve casos de estudiantes contagiados y en cuyas familias hubo pérdidas humanas; eso fue lo que no me permitió claudicar; finalmente comprendo que los estudiantes son jóvenes que no tienen la culpa de la situación que enfrentan sus docentes, sin embargo, ellos tienen que saberlo. Por eso y por otras cosas, es importante centrar la lucha en la defensa de la educación. No es posible que los docentes no recibamos nuestros justos pagos, cuando la mayor parte del presupuesto universitario se gasta en un grupúsculo de profesores que luego ni dan clase, así como en objetos de súper lujo, como los ceniceros de los institutos, los cuales llegan a costar más de 20 mil pesos cada uno. Es por ello que es urgente la organización y la defensa de los derechos gremiales, para que estas cosas no sigan pasando.
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