Charla con el exfutbolista de Newell´s y de los seleccionados de Pekerman: su amor por la pintura lo acercó a estrellas como Kanté y Sterling, a conocer a Lío Messi y a ser felicitado por Maradona.
Fue jugador de fútbol, y aunque resulte inverosímil, dejó pintado a Messi y a Maradona. Matías Fondato, se retiró del profesionalismo por una lesión crónica, y hoy, como aquel crack que desparrama a sus rivales y los deja retratados para siempre en una imagen, el ex futbolista de 39 años lo hace a través de sus cuadros, y reflexiona: “El arte llenó el espacio que me dejó el retiro del fútbol”. Desde que llegó a las inferiores de Newell’s, Matías, nacido en General Gelli, Santa Fe, ya pintaba bien. Pero su carrera no fue de las más conocidas. En 2016, ya retirado, buscaba seguir ligado a su pasión y en un viaje a Inglaterra, conoció a un jugador estadounidense que tenía cuadros en su casa y le gustaba la pintura: “Le ofrecí hacerle un retrato y le encantó. Yedlin fue quien me descubrió”, cuenta.
Matías llegó a la primera de Newell’s Old Boys y jugó en seleccionados juveniles con José Pekerman de entrenador. En el exterior, jugó en Guaraní (Paraguay), América de Cali (Colombia) Ionikos (Grecia) y Antwerp (Bélgica). De chico dibujaba en lápiz y papel, y ahora, en bastidor de lienzo, donde mezcla los colores para darle vida a sus retratos. Hablar del retiro es algo que lo interpela, y explica que no es fácil dejar una actividad después de 25 años: “El fútbol no tiene memoria, una vez que te retirás ya no te reconocen por la calle, a menos que seas un crack”. En aquel momento de transición, pensó en ser representante o entrenador y en un viaje a Inglaterra visitó a su amigo Fabrizio Coloccini, en la ciudad de Newcastle: “Fui por dos semanas y me terminé quedando”, cuenta el ex volante, que además habla el inglés de manera fluida desde su adolescencia.
Ya instalado, empezó a trabajar en el Newcastle United, su labor era ayudar a los jugadores latinos a instalarse en la sociedad. “Mi trabajo era enseñarles el camino a los entrenamientos, manejar del lado derecho o ir al supermercado. Así fui haciendo nuevas amistades”, y además, cuenta que en el fútbol inglés la gente respeta mucho a los futbolistas y que muchas veces es un problema en la adaptación: “Los ven como superestrellas. Con algunos me hice amigo y la gente se sorprende. Para mí es algo normal, son personas”, señala. En una de sus labores ofició de intermediario en el alquiler de la casa de Coloccini y el jugador estadounidense DeAndre Yedlin, que llegaba a la institución, ahí surgieron la amistad y el descubrimiento.
“Cuando le di el regalo a Yedlin, lo publicó en las redes y me empezaron a llegar pedidos por las redes. Yo no sabía ni cuánto valía una pintura”, recuerda. Haberle hecho el retrato al entonces capitán de la selección de Estados Unidos, le abrió las puertas a un mundo nuevo, donde las expresiones faciales son lo que más le gusta pintar. Por ejemplo, en sus trabajos se puede ver a Lionel Messi gritando un gol, o a Manu Ginóbili en acción en pleno partido. “Hay días que quiero pintar y no surgen ideas, otros que sin pensarlo me paso la noche haciéndolo”, dice sobre la cuestión de la inspiración, y que el fútbol siempre lo acompaña, mientras trabaja en su bastidor, la televisión se encuentra de fondo prendida y con algún partido de fútbol como compañía.
Uno de los momentos más impactantes en su vida fue durante la pandemia. En la soledad de la noche y en su casa, miraba su celular y encontró un mensaje de agradecimiento por uno de sus trabajos: era Maradona. “Un inglés fanático del Diego me encargó una pintura con la imagen de él. Yo lo hice y lo posteé en las redes. Esa noche, veo que Maradona me agradeció, y ni siquiera era para él. Me quedé duro, no podía reaccionar, fue un shock de un minuto o dos”.
El arte ocupa cada día un lugar central en su vida, pero siempre con el fútbol de aliado, de fondo o volcándolo su trabajo. Las puertas que se fueron abriendo y la posibilidad de trabajar en algo que lo apasiona es el motor del santafesino fanático de Newell’s. “He recibido mensajes de gente que admiro, como Del Piero o Ginóbili”. Además, tuvo la posibilidad de conocer personalmente a Lionel Messi: “Fue gracias a un amigo en común, el utilero de la selección, Mario De Stéfano”, y agrega que, junto a la anécdota del saludo de Maradona, haber conocido al 10 argentino está en su podio de recuerdos.
También participó en obras benéficas, por ejemplo, en la fundación Bobby Robson, quien fuera uno de los futbolistas y entrenadores más importantes del Reino Unido, e ídolo del Newcastle. Tras su muerte en 2009, la esposa fundó una organización para la lucha contra el cáncer, y Matías participó con un cuadro en la gala benéfica.
El reconocido jugador de origen jamaiquino, nacionalizado inglés, Raheem Sterling, tiene una pintura de Matías en su casa. Sus amigos de la infancia, le encargaron un cuadro para regalarle en su cumpleaños, donde todos estaban caracterizados como superhéroes. A la fiesta, el argentino fue invitado y recuerda con una sonrisa haber terminado bailando con los amigos del futbolista de Manchester City con el cuadro en la mano en plena pista de baile. “Había 300 invitados, estaba toda la selección inglesa y yo con mi cuadro. Fue muy loco”.
Tras el retiro, cuenta que durante uno o dos meses no podía ir a un estadio a ver un partido porque le generaba un malestar extraño, similar a la bronca. “Hay muchos jugadores que se tienen que retirar, por edad o lesiones, y no saben qué hacer. Es más normal de lo que se cree y muchos la pasan mal”. Gracias al arte, Matías sigue ligado al fútbol y con una nueva pasión: tal es así, que, en su foto de perfil en redes sociales, sostiene un pincel con una mano. Y con la otra, una pelota.
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Esta nota está basada en una entrevista más extensa a Matías Fondato realizada por el staff del sitio Globalonet.