Esta semana, se disputó el partido entre Alemania y Francia de la Eurocopa 2020 –recorrida por la pandemia-. Estas dos potencias del fútbol han sido las últimas dos selecciones en tocar la copa del mundo, en 2014 y 2018, respectivamente, por lo cual era un partido bastante esperado.
Así, el martes, Paul Pogba, quien se hizo campeón del mundo en 2018 junto a una selección francesa llena de migrantes, tras el marcador 1-0 con el que se llevó la victoria contra Alemania, fue nombrado el “hombre del partido”, lo que lo llevó a la conferencia de prensa al terminar.
Mientras se daba la misma, el jugador quitó de la mesa una cerveza Heineken, marca patrocinador oficial de este evento, tal como lo hizo Cristiano Ronaldo con dos botellas de Coca-Cola previo a su partido con Portugal contra Hungría.
Ambas empresas hicieron declaraciones en torno a que «tienen una amplia gama de bebidas que se adaptan a diferentes gustos y necesidades» y que respetan “la decisión de cada uno cuando se trata de su bebida de elección.
Revuelo en redes sociales
Tras la acción de Ronaldo, Coca Cola perdió un valor de más de 3 millones de dólares en la bolsa de valores. No sólo la pérdida de la marca de refrescos se hizo viral, también salió a la luz una vieja campaña en la que el delantero portugués era la cara de Kentucky Fried Chicken.
Al mismo tiempo, se abría un debate alrededor, arrastrado por los anteriores escándalos en donde se le acusaba a FEMSA, embotelladora de Coca-Cola y distribuidora en México de Heineken Internacional, de sobreexplotar los recursos naturales del país, en particular, el agua.
Tras esto, es necesario pensar que la propiedad privada de unos pocos sobre la riqueza, las empresas y sus fábricas -como es el caso de la transnacional Coca-Cola-, impone que la producción esté al servicio de las ganancias de los capitalistas y no de las necesidades de la población.
Por eso los empresarios y los gobiernos a su servicio depredan los recursos naturales, mientras atacan los derechos laborales y precarizan las condiciones de vida de sus trabajadores y de la población en general. Obreros de la propia Coca Cola denunciaron esto en acciones de paro de labores de Coca-Cola en el 2019.
Es importante que, tras estos hechos, se reconozca que cuestionar el lucro de los capitalistas es un primer paso pero la posibilidad de acabar con la depredación que generan sobre el ambiente y nuestras condiciones de trabajo y vida requiere mucho más.
Son las y los trabajadores quienes pueden, no sólo paralizar la distribución de los productos, sino frenar la producción, atacando directamente las ganancias de los empresarios, e incluso, luchando contra los intereses de los capitalistas, poniéndolas a funcionar bajo el control de sus trabajadores y peleando por su expropiación sin pago, estos podrían decidir qué y cuánto se va a producir, en concordancia con las necesidades de la población, y también cómo no afectar la regeneración de los mantos acuíferos que hoy son destruidos por transnacionales como Coca-Cola y la industria cervecera y refresquera. |