Les escribo un pequeño relato de lo que viví el otro día, cuando estábamos con otros estudiantes protestando pacíficamente y nos cayó el ESMAD a tirar bala sin previo aviso, y nos refugiamos en la universidad.
El fin de semana anterior se habían denunciado torturas y desapariciones por parte de la policía en unos almacenes de cadena que se llaman "Éxito". Entonces el lunes por la mañana se hicieron plantones frente a cada uno de esos almacenes acá en la ciudad, en rechazo, pues, a esos hechos tan horribles.
Yo fui al plantón y estuvo de lo más chévere [ameno]: por la mañana hicimos malabares en el lugar, después llegaron unos músicos y se armaron unos bailes. Por la tardecita todavía había gente, pero yo ya no estaba, me había ido porque tenía clases en la universidad.
Cuando se venía la noche, la gente que seguía en esos plantones empezó a caminar hacia la Universidad del Quindío, que es como un refugio -por así decirlo- para manifestantes. Porque acá en Colombia la Constitución proclama la autonomía universitaria y está prohibido que la fuerza pública ingrese a las universidades.
Entonces toda esa gente empezó a caminar y taponó las vías de acceso a la universidad, y estuvo así calmado y bien durante dos horitas, poco más poco menos.
A esa hora yo estaba cerca del lugar. Cuando vi que había un plantón nuevamente ahí en la noche, pues nada, me fui acercando a ver cómo estaba la cosa. Fue entonces cuando llegó el ESMAD, que es el escuadrón antimotines -conocido mejor como el escuadrón de la muerte-, y de una nos atacó, y eso que estábamos bien tranquilos.
Nos atacaron así, a quemarropa.
Se supone que el debido proceso es que ellos deben de decir algo como “hey, necesitamos que despejen el lugar, que se retiren, que se dispersen” o algo semejante. Y se dice pues, una vez, dos veces, y si no hay respuesta ahí sí que empiezan a dispersar manifestantes a como dé lugar. Pero llegaron a matar. Todos tuvimos que salir corriendo precisamente a ese refugio que es la Universidad del Quindío.
Y una vez adentro, pues nada: ayudar a la gente que estaba herida. Mucha gente no podía respirar. A mí me arden mucho los ojos por los gases lacrimógenos, pero al menos no me ahogo y la respiración no se me deteriora.
Pero alguna gente estaba en el piso ahogadísima, vuelta mierda. Había leche por todas partes, pues según dicen la leche corta los efectos de los gases y ayuda a limpiar los ojos y las vías respiratorias. Era un asco. Yo que odio la leche.
Al otro día me amaneció podrido el tapabocas, porque claro, quedó todo mojado de esa leche inmunda.
Así avanzó un poquito la noche. Todos ya dentro de la universidad. El ESMAD seguía
disparando hacia nosotros. Tiraban gases, disparaban perdigones. De los que estábamos dentro, algunos hacían barricadas con lo que había, evitando que todo lo que disparaban entrara. Pero nada, era inevitable realmente.
Y que ¿cómo me sentí? Pues con un susto bien terrible.
Al principio fue más bien como una zozobra. Llegó el ESMAD pero nosotros estábamos tranquilos y en su mayoría éramos bien jóvenes. Pensábamos “puede que pase algo”, pero como por lo general siempre se trata de mediar para evitar cualquier tipo de conflicto, pues nada, estábamos ahí, en la incertidumbre y en una especie de calma inquieta.
Cuando empezaron a estallar las primeras pipetas de gas, las bombas aturdidoras y comenzó la balacera: uff, ¡el susto mas hijueputa!
Todos a correr a la universidad. Ya una vez adentro uno se siente mucho más tranquilo, y el compañerismo se hace bien presente: había un montón de gente preguntando “si usted está bien, si está mal, usted qué necesita”.
Al momento que ocurría todo ya nos estábamos organizando en pequeñas brigadas médicas, de derechos humanos, jurídicas, pues había algunos que eran estudiantes de derecho y medicina. Unos empezaron a coordinar la salida de todos sanos y salvos, y sin que nos fueran a judicializar. Otros se pusieron a procurar conseguir gasas, leche, bicarbonato y agua para atender a los heridos.
Ya luego cuando hablé con mis papás, ellos todos asustados, que “voy por usted ahorita mismo”, y yo que “no, no, todo está bien, ya me voy pa’ la casa”. Porque en realidad sí, a pesar de todo, estábamos bien. Pero ellos insistieron en que sí, que se venían, y cuando vinieron, ya cerquita de la universidad, lo que mi papá contó es que le dispararon muy cerca y que también estaba ahogándose con esos gases lacrimógenos.
Mientras todo esto ocurría, yo estaba adentro con un amigo intentando, por un lado ayudar a las personas y por otro encontrar alguna vía de escape. Pero esa universidad sí que es grande y tiene un montón de zonas verdes. Entonces nos fuimos a meter por unos árboles, pero no había salida, luego por otros y tampoco. Nos caminamos la universidad por arriba y por abajo, una y otra vez, hasta que finalmente a eso de las tres de la mañana, las fuerzas armadas comenzaron a retirarse. Empezamos a salir, de a pocos, los estudiantes que seguíamos allá adentro.
Hasta las cinco de la mañana duró así, entre estudiantes saliendo y organizando en qué irnos todos. Porque es un peligro mandar a la gente a que se vaya caminando a la casa a esa hora.
Todos sabíamos que si nos cogían así a las malas ahí en la universidad, y si las ganas son de hacernos daño, pues apenas estemos saliendo ya todos confiados de que no nos va a pasar nada, nos cogen en un callejón bien oscuro y quién sabe lo que pueda pasar.
A mi amigo y a mí, por suerte, nos recogieron mis papás, quienes se habían vuelto pa’ la casa luego de ese primer infortunio y luego, ya más calmos, habían regresado.
No hubo desaparecidos pero si hay una lista bien larga de heridos. Yo vi a una mujer que estaba muy grave, que recibió una pipeta de gas en la cabeza.
Afortunadamente, ahora las redes son un medio importantísimo y ayudan a transmitir toda esta información a una velocidad que antes no sucedía. Entonces ya todo el mundo sabe lo que está pasando y ya todos nos enteramos facilito.
Aunque sí hubo un par de congresistas del partido de Gobierno que sugirieron cortar el Internet. Incluso hubo un barrio en Cali donde estuvieron sin servicio de internet como por dos noches seguidas. Justo las noches más trágicas desde que se inició el paro, y nunca se dio explicación.
Igualmente hay que tener cuidado con todos estos videos que están dando vueltas por el internet. Esos videos son bien macabros y muestran la realidad tal y como es, pero hay que procurar limitar un poquito ese consumo porque se empieza a deteriorar uno por dentro, y en estos días nos necesitamos fuertes y llenos de alegría. |