Se aproxima la sesión inaugural de la Convención Constituyente y el ejecutivo claramente no sabe qué es ni cómo dirigirla. Luego de "resolver" que la encargada de dirigirla debía ser la relatora del Tricel, Carmen Valladares, Piñera aprovechó de deslizar su propia política dentro del decreto. Sin embargo, su cargo no tiene las facultades para ello.
Nuevamente intentando pautear la Convención, el decreto afirma que los convencionales deberán “asumir y ejercer el cargo de conformidad al Capítulo XV de la Constitución”. Incluso considerando que para poder estar "debidamente investidos" los convencionales deberán prestar juramento. Lo insólito es que no existe ninguna norma ni acuerdo previo que establezca esto, por lo que nadie estará obligado a prestar juramento el día de apertura.
El ridículo afán de Piñera por no querer soltar el timón se ha convertido en el sello de su gobierno. Hace pocos días no tenía idea de quién debía presidir la ceremonia, claramente no podía haber sido él, habría sido un nuevo suicidio político. Por ello, optó por seguir intentando rayar la cancha, firmando un decreto que nadie tomará en cuenta, llamando a tomar un juramento que nadie estará obligado a hacer. Un absoluto estadista. | 
