Los hechos ocurridos en Colombia el pasado 15 y 25 de junio, el primero a una Brigada del Ejército y el último al helicóptero en el que viajaba Duque, dejan la duda sobre sus autores directos e intelectuales, más allá de lo que indica el propio gobierno colombiano. Incluso hay sectores que no descartan que puedan tratarse de autoatentados como parte de una estrategia del uribismo para mantenerse en el poder en las elecciones del 2022.
El pasado 15 de junio en la Brigada 30 del Ejército Nacional de Colombia ubicado en la ciudad de Cúcuta, capital de Norte Santander, límites con Venezuela, ocurrió un atentado en el que detonó un automóvil cargado con explosivos. La camioneta que entró sin ser descubierta por los perros adiestrados y con el consentimiento del soldado que estaba de guardia explotó en las horas de la tarde dentro las instalaciones del batallón.
Enseguida el gobierno y los medios hegemónicos salieron a señalar a la organización guerrillera Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC, sin embargo, el ELN desmintió ser el autor del atentado. Es importante resaltar que el departamento (provincia) de Norte de Santander es una de las regiones en disputa por los grupos armados, como lo señala el diario el Espectador: “Asesinatos de excombatientes, redes de lavado de activos, masacres enfrentamientos en zona rural de la ciudad que han dejado cientos de desplazados”. Lo anterior producto de la presencia del Clan del Golfo que, junto con las guerrillas del ELN, disidencias de las FARC y EPL se disputan el territorio por ser productor de coca y corredor del narcotráfico.
Dos cuestiones más para tener en cuenta son la presencia de militares estadunidenses en la Brigada 30 del Ejercito, dos de los cuales resultaron heridos en el atentado, y la cercanía con Venezuela.
Por otra parte, el día 25 de junio ocurrió un atentado al helicóptero en el que viajaba Iván Duque, quien estaba en compañía del ministro de Defensa, el ministro de Interior, el gobernador de Norte de Santander y el alcalde de Cúcuta. De acuerdo con la comunicación oficial, recibieron disparos que no afectaron el funcionamiento de la aeronave.
Del atentado a Duque no se encuentran registros audiovisuales, solo las declaraciones del mandatario y algunas fotos que muestran disparos en el helicóptero. Justo este nuevo atentado ocurre en Norte de Santander departamento límite con Venezuela, y como en el caso anterior se busca responsabilizar a las guerrillas o sus disidencias. Así lo contó el diario El País: “Duque no indicó quiénes podrían ser los responsables, pero esta zona es un polvorín donde conviven guerrillas, grupos paramilitares y narcotráfico”.
Dentro de Colombia, Gustavo Bolívar, senador por la Colombia Humana, partido del centroizquierdista Gustavo Petro, y posiblemente candidato en la fórmula presidencial de Petro, abrió la interrogante de si no se trató de un autoatentado, afirmando desde su cuenta en Twitter que “Si no fue un #autoatentado, condenamos enérgicamente cualquier intento de acabar con la vida del Presidente Duque. Del uribismo nos encargaremos democráticamente en las urnas el 29 de mayo.” Como era de esperar, a los pocos segundos le cayó encima casi todo el estamento político del régimen colombiano.
Si no fue un #autoatentado, condenamos enérgicamente cualquier intento de acabar con la vida del Presidente Duque. Del uribismo nos encargaremos democráticamente en las urnas el 29 de mayo.
Es reiterativo el amedrentamiento en Colombia por medio de atentados como carros bomba, que vienen desde los tiempos de la guerra entre carteles del narcotráfico. Pero en este caso genera dudas la autenticidad de los autores de estos dos hechos, el auto detonado en la Brigada 30 y el atentado contra Duque, pues en muchas ocasiones cuando se han presentado actos de esta magnitud se atribuye a la guerrilla – anteriormente casi siempre a las FARC – aunque no se tengan pruebas y se niegue por parte de los grupos señalados.
Teniendo en cuenta la crisis que vive el gobierno de Duque con una popularidad por debajo del 20% y un manejo militar de la crisis social que lleva casi dos meses manifestándose en las calles, es posible que lo utilice el uribismo como táctica de miedo para cooptar votos en las elecciones del 2022 argumentando el temor de la guerrilla.
Por otro lado, hay un interés del gobierno nacional en declarar estado de sitio con el fin de dar poderes excepcionales al presidente y primacía a las fuerzas militares para reprimir. Esta sería su gran oportunidad para imponer el Estado de sitio. Esto por supuesto profundiza el terrorismo de Estado y la represión a los manifestantes, además de provocar una serie de abusos, asesinatos, desapariciones, descuartizamientos que ya se han visto en el marco del Paro Nacional.
Muestra del aumento de la represión son los hechos de la madrugada del 26 de junio en la que 1000 efectivos de la policía y el Gaula (Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal) han desalojado el portal de la resistencia en Bogotá y Puerto Resistencia en Cali, anuncian tumbar el monumento a la resistencia en Cali, judicializar a los manifestantes de la primera línea de Suba en el norte de Bogotá, están deteniendo jóvenes en el transporte público, más de 80 asesinados a manos de la policía y el ESMAD, no se tiene una cifra exacta de los desaparecidos, sin embargo, siguen llevándose a los jóvenes y apareciendo torturados o asesinados en los ríos.
Urge llegar a la huelga general, organizar a los y las trabajadoras, junto con los indígenas, campesinos, y la fuerza de la juventud, para tirar abajo el gobierno infame de Iván Duque. El uribismo no se irá por su propia voluntad, hay que organizarse y luchar para combatir el terrorismo de Estado con el que se gobierna Colombia.