Realizadores, trabajadores del medio y críticos reflexionan sobre las mismas preguntas. Ezequiel Radusky, Ximena Gonzalez, Alejandro Rath y Violeta Bruck en este artículo, se unen a las voces de Benjamin Naishtat, Clarisa Navas, Tatiana Mazu y Patricio Escobar publicadas ayer. Próximamente tendremos las de José Campusano, Lucia Casado, Gabi Jaime y el crítico Roger Koza entre otros.
Como escribí en la introducción (un poco extensa) al primero de esta serie de artículos, el impulso inicial fue la certeza de encontrarnos en un punto límite en nuestras maneras de “querer hacer cine” en Argentina. La crisis de un esquema de producción sobre el cual la pandemia actuó, acelerando los procesos de transformación que se venían gestando y para los cuales no había plan de contingencia… favorable al cine independiente. Porque las grandes productoras siempre salen bien paradas.
A la crisis histórica de la exhibición y distribución se le sumó la crisis de la producción. En más de un año y medio de un gobierno que había prometido desmontar la herencia macrista, los reclamos y las exigencias del sector no son escuchadas. Al contrario, el camino del Instituto de Cine puede considerarse sustancialmente una continuidad de las políticas de ajuste y restricciones del gobierno anterior.
Quien escribe habla por sí mismo en esta introducción, sin pretender que las opiniones aquí volcadas tiñan las demás respuestas que además son muy claras. En este momento es importante la diversidad de voces y perspectivas, abrir el debate.
Con esta idea convocamos a varios realizadores, críticos y trabajadores del medio a dar sus opiniones. Benjamin Naishtat, Clarisa Navas, Tatiana Mazu, Patricio Escobardieron su mirada en un artículo anterior, en este se unen en las reflexiones: Ximena Gonzalez, Alejandro Rath, Ezequiel Radusky y Violeta Bruck. En próximas entregas podremos tener las opiniones de José Campusano, Lucia Casado, Gabi Jaime y el crítico Roger Koza entre otros. Diversidad de formas de producción, de perspectivas, de experiencias atacando los mismos problemas.
Las preguntas que abordamos fueron tres:
1) Más allá de la crisis que trajo la pandemia, se puede decir que hay una continuidad del ajuste en el área cinematográfica. Crecen límites a la producción y ni se habla de exhibición y preservación. Esto incluye además la vigencia de la caducidad sobre el fomento que impulsó el macrismo en 2017 y es denunciada ampliamente por distintas asociaciones. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?
2) Desde varios sectores de derecha, pero también en los hechos desde la gestión del INCAA, se apunta a que se filmen menos películas y sólo por las grandes productoras, atacando la diversidad y el cine independiente. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?
3) Las plataformas de streaming como Netflix, Amazon, HBO vienen ganando espacio, incluso les otorgan exenciones impositivas ¿Cuáles pueden ser las consecuencias culturales, de lenguaje y contenidos de las realizaciones nacionales?
Las respuestas de les participantes se ofrecen completas.
1) En el ámbito cinematográfico estamos atravesando una situación de crisis que es anterior a la pandemia, que ha sido agravada por este contexto y –principalmente- por la deficiente gestión del Instituto Nacional de Cine. La necesidad de derogar el artículo que pone fecha de vencimiento a la asignación específica de fondos para sostener la actividad cinematográfica es inminente. No podemos pensar en un cine plurinacional, federal, diverso y con perspectiva de género sin Fondo de Fomento Cinematográfico. Sin embargo, la actual gestión del INCAA no motoriza ninguna acción para evitar la caducidad de este fondo. Por el contrario, sigue atentando contra la producción y exhibición de nuestro cine independiente, sub ejecutando más de 600 millones de pesos de su presupuesto, poniendo trabas administrativas para demorar la admisión de proyectos, las firmas de actas, la aprobación de costos y la liquidación de pagos, entre otras maniobras que obstaculizan los procesos de realización cinematográfica. Al mismo tiempo, esboza los lineamientos de un nuevo Plan de Fomento a espaldas de las asociaciones de cine, configurando una propuesta que pretende aumentar exponencialmente los valores de las vías, con un fondo de fomento que no aumenta en la misma proporción (por la caída del ingreso proveniente de las salas y la negativa de hacer tributar a las grandes plataformas de streaming), como estrategia para ponerle techo a la producción y reducir drásticamente la cantidad de películas. Así, desoye las necesidades del sector independiente y tiende a concentrar aún más la asignación de los fondos en pocas manos de grandes productoras.
2) Para pensar en el desarrollo de un cine independiente es necesario dar continuidad al sistema de recaudación de los fondos, y también hacer tributar a las grandes plataformas de streaming –del mismo modo que tributan otros licenciatarios-. También debemos seguir luchando por políticas públicas que no desvíen esa recaudación para subsidiar la producción de mercancías audiovisuales, que serán comercializadas en muchos casos por esas mismas plataformas. Según un informe del INCAA sobre la evolución del fomento entre los años 2012-2020, en promedio sólo el 3% del total del Fondo de Fomento fue destinado a la producción de documentales independientes realizados a través de la llamada Vía Digital. Cerca de la mitad del cine que se estrena cada año en nuestro país es documental, la mayor parte de ese cine documental se realiza a través de la Vía Digital. Ese cine, anclado territorial e históricamente, que busca recuperar su lugar de enunciación y disputar una nueva subjetividad -decolonial, plurinacional y diversa-, se lleva sólo las migajas. Las políticas actuales del INCAA –y las que esboza para el futuro- profundizan aún más esta desigualdad, que se manifiesta no sólo en los escasos fondos destinados para la producción, sino también en la ausencia de propuestas para garantizar la distribución del cine independiente. Sin políticas públicas que garanticen la producción y exhibición de este tipo de cine, espejo y memoria de nuestras historias, culturas e identidades, replicaremos como pueblo el mismo proceso de a-culturización y homogeneización que están experimentando las imágenes. No habrá más que puras mercancías audiovisuales, destinadas a producir meros consumidores alienados.
3) Está claro que hay un proyecto de esquema productivo que piensa la producción cinematográfica como el cultivo de soja para exportación, donde no solo se beneficia con exenciones impositivas a estas empresas transnacionales, sino que también se favorecen mediante el trabajo precarizado a costos devaluados de nuestros técnicos y técnicas, tendiendo hacia la masificación y homogeneización de la producción, ignorando el capital simbólico de aquello que se produce. Si el Estado no interviene para facilitar la producción de un cine ajeno a las necesidades del mercado –siempre atado a restricciones temáticas y a las normas y convenciones del lenguaje que garanticen su rentabilidad-, quedaremos ciegos frente a gran parte de nuestra realidad y a diferentes experiencias del mundo, se nos negará la posibilidad de acceder a diversos abordajes temáticos y universos poéticos que habiliten nuevos sentidos, que invoquen a nuevas acciones, que nos interpelen como sujetos históricos, como parte de un territorio y una historia común latinoamericana.
1) En cuanto a la continuidad de esta gestión, respecto a la gestión macrista, me parece que el dato más importante es que ya llevan dos años y siguen actuando con el Plan de Fomento del macrismo, del 2017, de Cacetta, que era un plan absolutamente restrictivo, que plantea un sistema de puntajes y vías de fomento organizadas según audiencias, con todo lo que eso implica en términos de un concepto del cine ligado a su rendimiento comercial. Esa era la pieza madre del macrismo y esta gestión sigue funcionando con ese Plan de Fomento, que además dejó afuera a muchos realizadores e hizo imposible la entrada de nuevos. Eso sumado a las trabas burocráticas habituales del INCAA que en el contexto de la pandemia se exacerbaron muchísimo e hizo que fuera muy difícil avanzar con proyectos llevando a una paralización de la cinematografía en nuestro país. Estamos hace un año y medio con muy pocos rodajes y muy poca producción. Es un cuadro muy tremendo para todo el sector.
Por otro lado, se creó una unanimidad respecto de la defensa de la ley de cine que atraviesa los dos lados de la grieta e incluye a todas las asociaciones de cine, cuando muchos de nosotros ingresamos al fomento cinematográfico luchando contra esa ley.
Desde su concepción esa ley fue restrictiva, pensada para empresas con un capital preexistente y con requerimientos que hacen muy difícil el ingreso para alguien que está empezando.
Con piquetes, movilizaciones y diversas acciones los documentalistas conseguimos en 2007 el acceso al fomento a través de la vía digital documental, sin antecedentes, con la posibilidad de presentarse sin contar con una empresa y con comités de selección elegidos por las asociaciones de documental. Por primera vez accedíamos a recursos del Estado para poder expresarnos incluso críticamente contra ese mismo Estado. Es decir, un principio de independencia política y artística.
La diversidad de miradas y estéticas que se multiplicaron a partir de aquel punto de inflexión se defiende luchando en contra de un Estado capitalista que tiende a la concentración y el monopolio, que excluye y discrimina en todos los órdenes, como no podría ser de otra manera en una sociedad dividida en clases. La defensa de esa libertad de creación no puede hacerse desde el trabajo en conjunto con la gestión o mejorando el diálogo sino luchando por nuestros derechos, los del cine independiente.
2) En cuanto a la intención de un sector de recortar la cantidad de películas, es algo que viene existiendo hace años. Medios como La Nación o Clarín son voceros de estas posturas. Me parece que hoy la pandemia produjo un recorte muy importante en la producción, y están tratando de montarse sobre ese parate para sellar un poco este ajuste. Eso lo podemos ver en la única hoja de ruta que hasta ahora presentó esta gestión, que sería un borrador de un Plan de Fomento que ni siquiera merece tener ese nombre porque son tres hojitas con muy pocas definiciones y muchas abstracciones. Y la única definición, o la más importante, es que quieren llevar el costo medio de película nacional a 85 millones. Este costo medio regula cómo se distribuyen los fondos en el Plan de Fomento. Un costo medio de estas características, en el contexto de la reducción de los fondos porque las salas cinematográficas están cerradas y porque el Enacom no recauda lo mismo que antes, nos llevaría a un drástico recorte de la producción cinematográfica; de 200-250 películas por año que se vienen produciendo creo que estaríamos pasando a 50-60, o sea, un ajuste muy, muy importante. Me parece que es una oportunidad para el sector independiente del cine discutir cómo tiene que orientarse el fomento cinematográfico y discutir si las producciones, que vienen siendo fomentadas, muchas de ellas emprendimientos comerciales ligados a los grandes medios de comunicación, tienen que seguir recibiendo el aporte del estado. Yo creo que no, y que el Fondo de Fomento debería ser orientado íntegramente a la producción cultural y social cinematográfica, y habría que organizar un Plan de Fomento en función de esa orientación. Esto deberíamos discutirlo entre toda la comunidad independiente del cine y tratar de elaborar un programa conjunto para luchar por él.
3) Las OTT por un lado son las grandes ganadoras de la pandemia. Millones de personas se volcaron a consumir sus productos y vienen ganando millones de dólares en todo el mundo. Esto está haciendo que se esté discutiendo en muchos países legislaciones que puedan cobrar parte de esas ganancias, y destinarlas al fomento cinematográfico. Eso deberíamos estar haciendo acá. Amagó la gestión cuando empezó a discutirlo, tuvo una propuesta medio polémica de destinar parte del IVA que se le cobra a esas empresas al Fondo de Fomento, pero ni siquiera eso finalmente se llevó a cabo y hoy está borrado de la perspectiva de la gestión. Con lo cual, este achicamiento del fondo cinematográfico se vuelve más acuciante si no se discute este tema. Me parece que es parte fundamental del movimiento de los cineastas discutir esta cuestión y ver cómo luchamos para que estas grandes empresas extranjeras aporten al fomento cinematográfico.
Por otro lado, se está produciendo un fenómeno con el cierre de los cines, con la monopolización en la producción de contenidos en estas grandes maquiladoras cinematográficas, con la homogeneización, la uniformidad, y el también el control de lo que se filma y lo que no. Eso es muy preocupante, y es más preocupante aún que el gobierno o parte de este gobierno, lance un Plan de Contenidos que lo que hace es reforzar esa perspectiva de monopolio porque le ofrece a estas empresas exenciones impositivas y trata de tentarlos con salarios devaluados, respecto a otros países, para los trabajadores cinematográficos, Supuestamente, de esa manera estas empresas traerían dólares al país para filmar. Nosotros creemos que eso va a crear más precarización y más control sobre la producción cinematográfica y de series por parte de estas empresas. Incluso la gestión del INCAA plantea también la posibilidad que se produzcan series con el Fondo de Fomento cinematográfico, y entonces estaríamos con la situación de empresas como productoras de cine argentino, produciendo para estas grandes multinacionales, que determinaría además las cosas que se filman, cómo se filman. El cuadro es bastante convulsionado, complejo, tenso, y a la vez de un momento bisagra. Si no hay una intervención por parte de los cineastas independientes creo que podemos sufrir un retroceso en la producción, y un retroceso también en la conexión de nuestras producciones con el público, que ya estaba bastante restringido y que hoy se ve más complicado con la pandemia, y con el monopolio cada vez mayor de la exhibición no sólo en estas plataformas sino también en las salas que están concentradas también en multinacionales extranjeras.
1) Sinceramente no creo que el gobierno actual sea el gobierno que esté dispuesto a que caduque la Ley de Fomento, y que a partir de eso desaparezca el cine argentino, sobre todo porque los momentos de producción más alta que ha tenido el cine nacional, al menos desde que yo estoy en la industria, han sido durante el gobierno de Cristina Kirchner. Soy optimista en ese sentido, por más que no se estén haciendo anuncios, porque además este INCAA comunica de una manera bastante escueta, dudo mucho que la intención sea que caduque. Es algo muy complejo porque es algo que va por el Parlamento. Supongo que en estos dos años se tratará. De ahí a qué es lo quedará y cómo será la nueva normativa, no tengo idea y espero que se trabaje con la idea de mejorar y no seguir igual, porque desde que se concibió la ley y cómo creció la producción, ha cambiado mucho todo. Hay una cantidad de producción inmensa a comparación del dinero del que se puede disponer, y eso está muy bueno, pero históricamente no se fue actualizando, se fue acomodando. En este país donde la inflación es tan fuerte, a medida que van avanzando los años siguen creciendo las producciones, pero los números no cierran y obviamente va a empezar a haber un ajuste que nadie quiere, por supuesto. Pero esto que pasa es porque está desorganizada la manera de repartir.
2) Nunca estuve, ni voy a estar de acuerdo, con que se filmen más películas grandes de productoras grandes, en donde actúan famosos, y que además son bancadas por el INCAA. La idea de que se filmen menos películas chicas o independientes, a costa de que se filme más de lo otro porque se dice que de lo otro se recupera y engordan más los fondos para el fomento creo que es falso. Seguramente si tienen actores famosos tienen más visibilización, pero entonces el mecanismo del Instituto debería ser pensar cómo hacer que las otras películas se vean más, no desfinanciarlas. Las películas más taquilleras buscan estrellas, entonces las caras y el discurso son siempre los mismos. Esto genera una no diversidad de pensamiento y le hace cada vez más difícil el camino a todos los actores y actrices. Es terrible y busca excluir. Creo que el INCAA tiene que bancar las Operas Primas, las segundas y terceras películas. Tiene que incluir el cupo femenino y diverso en todo, por ley, es una gran necesidad que se empiece a implementar, está pasando en todos los ámbitos del estado y de la sociedad. Por otro lado, el INCAA debe revisar su idea de federalidad, de estar en todas las provincias, porque no ocurre eso. Hay un montón de cosas que se podrían hacer y ahí debería estar el foco puesto para trabajar. Y, por supuesto, encontrar la manera de trabajar en la distribución, que cuando esté terminada la película no quede huérfana en ese momento. Hay que trabajar más fuerte con el Ministerio de Educación, y otras instituciones, para que las películas se vean. Una alfabetización audiovisual, para que en 10 años se naturalice ver cine argentino, y no solamente verlo a Francella haciendo de enano o a Darín haciendo de un ex servicio de inteligencia que ahora se vuelve bueno.
3) La realidad es que toda película que se estrena, ya sea en un festival o donde sea, al poco tiempo intenta entrar en alguna de las plataformas porque es ahí donde se las ve. Teniendo en cuenta esa realidad, el impuesto que paguen las OTT por estar en territorio nacional debería ir a las arcas del Plan de Fomento. Hoy no hay casi ningún hogar que no tenga una plataforma, o sea que es muchísima más la plata que sería en relación a la entrada de cine. Entonces hay que pensar que no es tan simple, porque cuando crecen los montos, los intereses también crecen. Hay que entender también que esos fondos no van directo, van a la coparticipación, a las provincias. Entonces, diría que este reclamo. de algún modo. va también a los gobernadores, que jamás van a querer largar ni un centavo, menos para el sector de la cultura. El hecho de que se las exima de impuestos debe tener que ver con que dicen, “bueno pero nosotros vamos a producir contenidos de acá”. Obviamente está todo en medio de una negociación y no está bueno como está ocurriendo.
Violeta Bruck
1) La pandemia agravó una perspectiva de ajuste que venía afectando a todas las áreas del cine: producción, exhibición y preservación. Ante esta crisis no sólo no existieron medidas oficiales para cambiar de rumbo, lo que significó una continuidad del ajuste, sino que se acentuaron trabas y hubo oídos sordos a los reclamos del sector. La vigencia de la caducidad del fondo de fomento se suma a un combo en donde hay una sub-ejecución de partidas presupuestarias que afectan a todas las áreas, una continuidad del esquema de fomento que beneficia especialmente a las grandes producciones, la profundización día a día de una invasión de producciones norteamericanas a través de múltiples pantallas sin oponerle ningún freno, el desprecio de todas las gestiones por el resguardo del patrimonio audiovisual negándose a poner en marcha la Cinemateca.
En este marco es necesaria una organización amplia y democrática de toda la comunidad audiovisual, donde se debatan estas problemáticas y los caminos para la defensa del cine independiente. En un país donde existen miles y miles de estudiantes de cine, experimentados técnicos y realizadores independientes, docentes, difusores audiovisuales, cinéfilos, etc, las decisiones acerca de las políticas cinematográficas son tomadas por un puñado de funcionarios designados por el poder ejecutivo. Es importante poner a debate una verdadera democratización del Incaa.
2) Las grandes empresas productoras se llevan una buena parte del fomento del Incaa hacia producciones comerciales, son los “tanques argentinos”. El discurso que apunta a que se filmen menos películas no tiene otro objetivo que defender este negocio.
Se crea una falsa idea de que las películas “taquilleras” son las que le gustan al público, pero se esconde que justamente éstas son las únicas que tienen exhibición en múltiples salas o plataformas, con campañas de publicidad en grandes medios. Por otro lado, pequeñas y medianas producciones y el cine independiente no cuentan con los medios de difusión y exhibición para llegar al público.
Al contrario de la situación actual, las grandes productoras, que ya tienen sus propios recursos, no deberían ser beneficiadas con los fondos públicos. Un acceso al fomento cinematográfico desde una perspectiva plural y democrática es una necesidad para una producción cultural libre y diversa.
3) El avance de las plataformas de streaming, que durante la pandemia han logrado ganancias millonarias en todo el mundo, reconfigura el escenario en varios aspectos. Por un lado se acrecienta el consumo privado e individual y la experiencia colectiva de las salas se convierte cada vez más en un lujo. En el aspecto de los contenidos se imponen producciones con formatos y temáticas recurrentes moldeadas en función de los consumos comerciales y que obturan las posibilidades de experimentación y diversidad. Con solo analizar las grillas de las plataformas podemos ver esta uniformidad de propuestas y a su vez la hegemonía de las producciones norteamericanas. Es en este marco que se plantea la necesidad de ponerle freno a esta expansión e invasión de contenidos a través de impuestos a sus ganancias. A contramano de esta necesidad, la gestión del Incaa sólo impulsó una reasignación del IVA (y sin éxito), y desde el gobierno a través del plan Contenidos Argentinos se les ofrecen exenciones impositivas.
La “invasión de imágenes” norteamericanas tiene una larga historia en nuestro continente y estamos ante una nueva etapa en donde se plantea una profundización aún mayor. En ese sentido, para frenar esta perspectiva y defender una producción independiente, es necesario ampliar el debate, la reflexión y la organización del sector.