Luis es cartonero. Ni los días fríos de julio deja de salir a la calle con su carro a cuestas, porque en la Villa 31 el propietario de su pieza le exige el pago del alquiler. Seis mil pesos por mes y cientos de horas de esfuerzo físico, frío y miseria es lo que paga para acceder a un techo. Él y Yanina, su pareja, disminuyen sus raciones diarias de alimentos para ahorrar unos pesos más y para que su hija de 6 años se alimente bien o al menos mejor que ellos. Luis ya no cree en las “oportunidades”; la esperanza la perdió hace mucho. Es joven y se pregunta, tanto esfuerzo ¿para qué?
La historia de Luis y de Yanina podría ser la de muchos otros hogares: más de un tercio de los niños del país sufre emergencia alimentaria. Este miércoles, Daniel Arroyo reconoció que diez millones de personas reciben asistencia alimentaria.
La falta de oportunidades de empleo empeora la situación pero incluso quienes sí tienen trabajo se ven afectados. Un trabajador tercerizado del ferrocarril Roca contó a la La Izquierda Diario que reduce su ingesta diaria para llegar a fin de mes. Los trabajos mal pagos en un contexto inflacionario tampoco salvan a nadie.
Las personas a cargo de estos hogares, principalmente mujeres, enfrentan la escasez de recursos y de ingresos desplegando múltiples estrategias: trabajan en changas y trabajos informales, intentan acceder a planes sociales aunque los montos otorgados sean mínimos, se caminan la vida en la búsqueda de mejores precios, para que el mango alcance unos días más y asisten a comedores barriales y escolares. De esto último queremos hablar.
Comedores escolares: una política para distribuir la miseria
Las instituciones educativas públicas que son parte del SAE (Sistema de Administración Escolar del Ministerio de Educación de la Provincia) hace tiempo dejaron de ser únicamente espacios de enseñanza. Con la crisis económica, 2.032.712 estudiantes de nivel inicial, primario y secundario dependen de las escuelas para lograr una ración más de alimentos.
En Argentina se asiste a la escuela para aprender y para comer. Con la pandemia esta realidad salió a la calle: cada 15 días, las veredas se colman de madres y padres para acceder a una bolsa de alimentos. Para las docentes, la entrega de estos bolsones requiere de un trabajo extra: ya no solo trabajan enseñando, también sostienen con su trabajo la miseria que se vive en los hogares.
Los bolsones contienen polenta, puré de tomate, fideos, garbanzos, arvejas, aceite, leche y arroz. En distritos como en La Plata, este año incorporaron huevos. No están incluidos alimentos contemplados en la Canasta Básica Alimentaria como hortalizas, frutas, carnes, menudencias, queso, yogur, manteca -entre otros-. Los alimentos son insuficientes, de mala calidad y bajo valor nutricional y a veces llegan en mal estado.
La restricción en los cupos para acceder a los bolsones fue denunciada por docentes, familias y organizaciones sociales. Desde la Comunidad educativa de EESN 45 de La Plata denunciaron que esta situación de escasez "coloca a quienes están realizando la entrega en la difícil situación de tener que repartir alimentos que no alcanzan entre gente que tiene hambre". En ciudades como Berisso, las docentes organizaron colectas y donaciones para las familias excluidas de los cupos., “Apelamos a la solidaridad ante la situación social que está golpeando a las familias pero no dejamos de tener en claro quiénes son los responsables de garantizar este derecho”.
Organismos de derechos humanos como el el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), junto con organizaciones gremiales docentes como los SUTEBA de La Matanza, Tigre, Ensenada, y diputados del Frente de Izquierda junto con organizaciones de desocupados y cientos de docentes y familias se han organizado y han repudiado esta realidad. Exigen al Consejo Escolar, a la DGCyE y al Ministerio de Educación de la Provincia de Bs As cobertura total de bolsones para toda la matrícula escolar y un bolsón de alimentos universal para todas las escuelas.
Uno de los grandes síntomas de que la alimentación de millones está en emergencia, es la intervención de la Justicia. En Provincia de Buenos Aires, la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo de La Plata, debió fallar a favor de medidas cautelares que exigían la entrega de alimentos saludables. En CABA, distintas organizaciones exigieron que se garanticen las canastas alimentarias escolares durante el receso escolar en CABA.
Ganadores y perdedores en la pandemia ¿solo en pandemia?
Esta realidad se vive en un país donde las patronales dedicadas a la producción y exportación de alimentos aumentaron sus ingresos un 83% en un año. Las grandes empresas alimenticias que deciden qué alimentos producir y a qué precios son las otras grandes ganadoras.
El gobierno sostiene este régimen por varias vías: otorgando todo tipo de subsidios y beneficios a las empresas y patronales agrarias, celebrando políticas como “Precios Cuidados” que no han cambiado la situación. La partida adicional de $700 millones que otorgó el gobierno provincial el pasado 3 de julio para ampliar el Servicio Alimentario Escolar con una colación para merienda o desayuno, continúa siendo insuficiente. El gobierno sigue distribuyendo la miseria mientras destina millones de dólares a una deuda odiosa.
Es urgente que todos los hogares en emergencia accedan a un Ingreso Familiar de Emergencias (IFE) de $50.000, un reclamo que levanta el Frente de Izquierda Unidad junto con trabajadores ocupados y desocupados que comienzan a coordinar sus luchas para que esta crisis no se pague con el hambre de millones.
|