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Un peligro que, a mi entender, acecha al fútbol contemporáneo, es el de su conversión a un formato del tipo Harlem Globetrotters. Esto es, a un espectáculo basado en los cotejos entre un equipo de virtuosos (de genialidad técnica evidente) y un equipo de partenaires (tipos comunes y corrientes, sabedores de antemano de su destino de derrota). Buena parte de las primeras rondas de los campeonatos mundiales de selecciones transcurre hoy por hoy así, buena parte de las primeras rondas de algunas copas continentales de clubes transcurre hoy por hoy así, la Liga Española casi entera transcurre hoy por hoy así.
Hay quienes le ven la gracia al asunto, y lo disfrutan: abundan goles a granel, jugadores formidables, momentos de gran brillo. Pero también los hay, para el caso, en los partidos de básquet que ofrecen los Harlem Globetrotters, cuyo fundamento no es otro que la falta de una oposición real por parte de los contrincantes. En este caso hay fingimiento, y en los otros debemos suponer que no; pero desde el punto de vista de la competencia deportiva, una cosa (la segunda) corre el riesgo de empezar a parecerse demasiado a la otra (la primera).
Si es por ver goles en cantidad y rimbombancias de juego, los entrenamientos pueden ser preferibles a los partidos, precisamente porque la resistencia que se opone es menor. Pero yo, al menos, no los prefiero.
Hay tres cosas, por lo menos, de Lionel Messi, que a mí personalmente me encantan. La primera es que no cante el himno nacional. La segunda es que la cara interna y la cara externa del pie parezcan serle indistintas, con lo cual nunca se sabe si va a salir para un lado o para el otro. La tercera es cómo define a los rincones, cosa que los demás jugadores consiguen sólo cuando están bien perfilados.
Hoy se debate, una vez más, entre nosotros, si Messi es un talento o un marmota (pero bueno, si es por eso, ¡ese está debatiendo también si ha cometido plagio o no un escritor que declaró expresamente que el texto que estaba usando no era suyo, sino de otro!). A mí me parece de vital importancia para el fútbol actual que Messi no responda igual ante marcaciones bien diagramadas y férreas que ante marcaciones desvaídas, laxas, desatentas, de rivales que no coordinan o se caen sentados de culo. Me parece de vital importancia que la diferencia en el juego se note (de vital importancia para el fútbol, para la causa patriótica tal vez no).
En el último minuto de los noventa del partido final de la Copa América, hubo un desacople en el esquema defensivo que diseñó Sampaoli para Chile: ni encimaron ni se escalonaron como lo habían estado haciendo. Y ante eso, Messi respondió igual que siempre: se sacó a un rival de encima como si nunca hubiese existido, llevó la pelota al pie a una velocidad transdimensional, puso un pase neto de gol, resolvió como el mejor del mundo.
Luego, como es sabido, el pase de gol no fue gol, Argentina perdió la final y, con eso, la Copa. Yo no sé de qué se quejan: ser siempre los mejores, pero al final siempre perder, es un sello de identidad nacional. |