Cuando el mensaje empezó a difundirse en los grupos de las escuelas, muchos nos quedamos sin aliento: uno de nuestros pibes de la escuela pública contaba que no podía conectarse a las clases virtuales (de una escuela que aún no volvió a la presencialidad por falta de infraestructura) porque las topadoras y un gigantesco operativo de la gendarmería nacional había irrumpido en el barrio desalojando a 300 familias en la Ribera de Lomas de Zamora.
La angustia y la bronca nos corrió por las venas ante semejante salvajada llevada adelante por el gobierno nacional que, con la Gendarmería a cargo de la ministra Sabina Fredric, nuevamente se mostró duro con los pobres y blando con los poderosos. Justo en un barrio de inmigrantes bolivianos que hacen inmensos esfuerzos para salir adelante, y que sus chicos y chicas viajan horas hasta las escuelas céntricas, convencidos de querer progresar, mejorar y tener un futuro.
En las escuelas venimos viendo de manera amplificada la degradación social que sufren las familias populares y trabajadoras, la pobreza y la miseria multiplicada, el abandono escolar donde pibes y pibas tienen que salir a changuear para sobrevivir. Y la respuesta del gobierno, lejos de ser garantizar la conectividad, las becas para estos pibes, las escuelas abiertas en condiciones y seguras para estudiar y aprender, mantiene un ajuste que profundiza la desigualdad y promueve la degradación y la descomposición social. Porque cuando se encienden las cámaras aparecen los actos y el maquillaje, las tablets y netbooks a meses de las elecciones; pero cuando se apagan aceleran las topadoras sobre las precarias casas y la represión como en este caso sobre mujeres, niños y ancianos vulnerables.
El ajuste del gobierno y el rol de las y los trabajadores de la educación
Es ya una marca grabada a fuego de este gobierno que no puede balbucear más sobre “la pesada herencia macrista” ni echarle la culpa a la pandemia. Está encarando un ajuste que lejos de priorizar a los jubilados, trabajadores y “empezar por los últimos” como decía Alberto Fernandez, los primeros en la fila son los bancos, los grandes empresarios, los grandes terratenientes y el “soberano” pago de millones de dólares al FMI de una deuda fraudulenta, relegando la salud, la educación, la vivienda, los salarios y las jubilaciones. Y el ajuste se garantiza con represión.
Ya lo vimos el año pasado en Guernica donde Kicillof y Berni reprimieron y mandaron topadoras a las precarias casillas de miles de vecinos, como marioneta de countrys y barrios privados. Ya lo vimos en la represión a los trabajadores tercerizados de EMA y MCM cuando cortaron el Puente Pueyrredón exigiendo pasar a planta permanente y dejar atrás la precarización laboral. O en la represión sobre las y los trabajadores de la salud cuando se manifestaron por salarios, insumos y condiciones laborales también en Avellaneda….Ayer, nuevamente hubo una brutal represión con topadoras sobre las familias de la Ribera que, como cuentan los vecinos, irrumpieron golpeando a chicos, a mujeres embarazadas, a niños con discapacidad, sin importarles nada.
Ante el ajuste en curso las y los trabajadores de la educación tenemos mucho por hacer si salimos de la rutina y saturación que produce la sobrecarga laboral. No solo peleando por los reclamos de la escuela pública, atacada y avasallada nuevamente por las políticas de los gobiernos, sino también ejerciendo el amplio potencial que implica nuestro rol en las escuelas en contacto permanente con las familias trabajadoras y sus hijas e hijos. Podemos jugar un papel importantísimo en la organización y la unidad con estos sectores y sus luchas como estas por tierra, vivienda y trabajo.
Ya lo hicimos en Guernica, poniendo en pie una Escuelita que se convirtió en un emblema de la toma y logró ser un centro de reunión y organización de los vecinos. O en CABA, donde docentes vienen siendo parte de asambleas y comités con vecinos y trabajadores como en Lugano y Barracas. O en otras tomas de tierra en el conurbano, Santa Fé o Neuquén, con familias que luchan por el derecho elemental y por conquistar tierra, vivienda y trabajo.
Es decir, las y los trabajadores de la educación somos una bisagra entre los sectores obreros y los sectores populares con las familias trabajadoras y de los barrios, justamente por la importancia que tiene la educación pública.
Y ante los hechos de ayer el SUTEBA de Baradel sigue en silencio rotundo permitiendo que avance el ajuste y la represión. Exigimos el pronunciamiento inmediato del SUTEBA y la CTA contra la represión sufrida por los vecinos del barrio La Ribera, las mismas familias de la escuela pública.
También estamos juntando firmas contra la represión y por tierra y vivienda y trabajo no solo para los vecinos de La Ribera sino también para todas las familias trabajadoras y los barrios populares que están en esta situación. Podés firmar acá y compartir en tus escuelas, amigos, y familiares.
La desilusión que tienen millones ante las políticas del gobierno no puede canalizarse por derecha. Desde la Agrupación La Marrón (PTS e independientes) - trabajadorxs de la educación, como parte de la Multicolor, estamos convencidos de que ante el ajuste que está llevando adelante el gobierno tenemos que unificar todas las luchas en curso y mostrar que la salida es por izquierda, fortaleciendo esa unidad para que cada una de ellas triunfe, para defender el derecho a la tierra, la vivienda y el trabajo digno. Para enfrentar a quienes quieren descargar todo el peso de la crisis sobre nuestras espaldas. Tenemos la fuerza y la potencialidad para hacerlo.
Sumá tu firma para repudiar la represión y apoyar la lucha por tierra, vivienda y trabajo digno. |