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11 de julio de 2021 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
[Opiniones] Por un trotskismo pragmático
Santiago Roggerone
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Juan Dal Maso y lxs compañerxs de Ideas de Izquierda tuvieron la gentileza de proponerme que les hiciera llegar mis impresiones sobre el llamado del PTS a que todas las fuerzas que se reivindican clasistas y socialistas participen unidas en el próximo proceso electoral nacional. Pues bien, aquí van.

Desde 2011, el FIT ha sido un actor relevante de la vida política argentina que ha reunido a lo mejor de la izquierda anticapitalista, consiguiendo interpelar exitosamente en distintas oportunidades a franjas significativas de lxs trabajadorxs, las mujeres y la juventud. Más allá de los resultados –los que en varias ocasiones, dicho sea de paso, han sido sumamente positivos–, en todos estos años el Frente ha tenido la virtud de contar con una fisonomía programática propia y delimitada de variantes progresistas o nacionalpopulares, cosa que le ha permitido superar la prueba del tiempo y eludir los desastres que han protagonizado formaciones neorreformistas como Syriza o Podemos y las crisis de los llamados partidos anticapitalistas amplios.

Hay que celebrar que el PTS haya sentado nuevamente posición y efectuado el llamado aludido. Obviamente, la convocatoria posee sus limitaciones: está dirigida más que nada a organizaciones que se reivindican trotskistas, disponen de personería y cuentan por ende con los avales necesarios como para presentarse a elecciones en distintos distritos del país. Se trata de un llamado de naturaleza electoral, del que quedan afuera por tanto grupos que no tienen los papeles al día, izquierdas no necesariamente trotskistas y, más en general, lo que queda –esto es, todo aquello que no ha defeccionado ante el malmenorismo y los cantos de sirena del Estado– de la tradición de las nuevas izquierdas autónomas que irrumpieron al calor de los acontecimientos de 2001 y 2002. Más allá de la coyuntura y la premura que plantea el escenario electoral, un verdadero Frente de Izquierda tendría que convocar a todos estos sectores y erigirse como un polo aglutinador para intervenir comúnmente en la lucha de clases.

Sería deseable, asimismo, que el FIT lograra trascender su forma actual y tuviera lugar de una vez la tan adeudada discusión en torno a la unificación partidaria. En el pasado, el PTS ha hecho también convocatorias en ese sentido, las cuales lamentablemente no prosperaron. El FIT no ha encontrado la manera de ser más que un frente electoral. Aún así, no es poca cosa. Es de destacar que la posibilidad de que su composición varíe o por lo menos aumente siempre se ha encontrado en agenda. Más allá de la incorporación del MST en 2019, sin embargo, esto no se ha materializado del todo. La constitución de un frente electoral lo más amplio posible, que reúna a todas las fuerzas políticas de izquierda referenciadas en el clasismo y el anticapitalismo, que enfrente a las derechas neoliberales y/o fascistizantes y a la vez se delimite de los progresismos o populismos de izquierda es un objetivo elemental –básico, podría decirse incluso–, que si en este tiempo no arribó del todo a destino es en gran parte por los sectarismos y mezquindades de aparato que son propios de grupos que privilegian la autoconstrucción. El PTS ha hecho mucho para que se produzca una ampliación al menos relativa del FIT. Ahora bien, dado que desde 2015 es una suerte de “hegemón” del mismo, también tiene responsabilidad en que tal salto de calidad no haya tenido lugar.

Ojalá que esta vez prevalezca la sensatez y pueda llegarse a un acuerdo al menos con el Nuevo MAS y el PO(T)/Política Obrera. Por las propias limitaciones o déficits estructurales del FIT ya señaladas, es obviamente algo en principio más difícil constituir algún tipo de alianza con AyL. En el pasado, por otro lado, el principal dirigente de esa organización ha dejado en claro que no tiene ningún interés por que tal cosa suceda; ¿por qué esta vez sería diferente? En cualquier caso, un cierto espíritu pragmático debería predominar. En último término, hablamos de lo que hasta hace no mucho tiempo se denominaba “elecciones burguesas”. Enroscarse con congresos o debates es un gesto estéril que dice más del conservadurismo y rutinarismo de ciertos trotskismos que de cualquier otra cosa. No hay que perder demasiado tiempo en el asunto: si los actores intervinientes no pueden arribar a consensos para conformar listas comunes, allí están las PASO para dirimir la interna y ordenar las candidaturas. Sea cual sea el resultado, el mecanismo rotativo con el que cuenta el FIT desde sus orígenes permitiría que las distintas organizaciones ocuparan las bancas eventualmente obtenidas según los tiempos que les correspondan.

Basta de dilaciones, entonces.
Por un trotskismo pragmático.

 
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