AstraZeneca es uno de los laboratorios que fabrica las vacunas contra el covid-19. Cuando comenzó la producción de la misma, el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford había comunicado su decisión de claras de ofrecer la vacuna al costo y venderla en todo el mundo “sin ningún tipo de restricciones”. Pero también aclaró que ese compromiso duraría hasta julio de este año.
Aunque la empresa no volvió a hacer anuncios, el tema es seguido de cerca por la OMS y organizaciones de médicos de todo la pandemia y de la preocupación por la extensión de nuevas variantes como la Delta?
Argentina es uno de los países que ha comprado esta vacuna, mediante tres acuerdos: el mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto Serum de India y las que fueron compradas directamente a AstraZeneca y cuyo principio activo fue producido en nuestro país en el laboratorio de Hugo Sigman. Todas tienen un valor de entre US$ 4 y US$ 4,1 dólares. Hasta ahora.
La persistencia de la pandemia, a partir de nuevas cepas y variantes, podría reavivar la “guerra de las vacunas”. Ante esta situación, la ONG Médicos Sin Fronteras plantea que como mínimo se mantengan los precios al costo de su producción. Pero además viene exigiendo que se hagan públicas las licencias porque se trata de una vacuna financiada en su totalidad con fondos públicos.
El argumento no es solo humanitario: el lucro de un puñado de laboratorios ante una pandemia como el covid no tendría que existir. Pero además todas estas empresas recibieron con cuantiosos fondos por parte de los Estados y distintas organizaciones. Uno de los argumentos de las organizaciones médicas es que “debería considerarse un bien público si se tiene en cuenta que el 97% de la financiación que se requirió para su desarrollo fue aportado por los contribuyentes y por organizaciones benéficas” (Noticias Argentinas).
La pandemia está lejos de ser controlada. Según organizaciones científicas, de las 8800 millones de dosis se han comprometido a nivel global, unos 4.700 millones de dosis, han sido reservadas por los países ricos. Mientras tanto, 9 de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la COVID-19 en 2021 y se estima que una quinta parte de la población mundial no tendrá acceso a las vacunas al menos hasta 2022.
La irracionalidad capitalista hace que, en vez de avanzar con la liberación de las patentes y la producción masiva de vacunas, hoy algunos laboratorios amenacen con la posibilidad de aumentar el precio de las dosis. |