Brian “Boxi” Castaño, el campeón superwelter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) nacido en Isidro Casanova (La Matanza), fue el verdadero ganador en la noche del sábado de la pelea contra el estadounidense Jermell Charlo, campeón de la misma categoría por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y Federación Internacional de Boxeo (FIB).
El choque debía finalizar con la consagración del ganador como titular de las cuatro coronas, unificando la categoría superwelter de todos los organismos internacionales de este deporte. Y Castaño hizo todo para convertirse en el primer boxeador latinoamericano en ostentar los cuatro cinturones en la misma división.
Pero los jueces designados para el evento, los estadounidenses Tim Cheatham y Steve Weisfeld y el puertorriqueño Nelson Vázquez, decidieron decretar “empatada” la pelea, generando indignación en Argentina pero también en muchos de los espectadores norteamericanos presentes en el estadio, que reconocieron en el argnetino al auténtico ganador.
El choque se produjo en el AT&T Center de San Antonio, Texas, el espacio que tantas veces pisó Emanuel Ginóbili representando a los Spurs y donde una camiseta con su nombre se exhibe en una de las partes más vistosas del predio.
Tras doce round electrizantes, donde Charlo (31 años, 34 peleas ganadas con 18 knockouts) no pudo o no supo encontrarle la vuelta a Castaño (31 años, 17 ganadas con 12 knockouts), las tarjetas de los jueces dieron un inédito empate. Weisfeld fue el único que se acercó a la justicia, decretando que Castaño ganó 114-113, mientras que Cheatham firmó un suspicaz 114-114 y Vázquez un increíble 117-111 para Charlo.
“Yo sentí que la pelea la gané. Quiero pedir la revancha inmediatamente, sé que la pelea la gané yo. Me ha pegado alguna que otra mano y he estado sentido en algún round, pero eso no quiere decir que yo no haya ganado la pelea. Le conecté grandes manos”, dijo el matancero desde el ring ante el periodismo.
La pelea
Desde el arranque Castaño se paró en el centro del cuadrilátero, marcando territorio. Fue él quien marcó el ritmo de casi toda la pelea, teniendo muy presente que Charlo no sólo es estadounidense sino nacido en el propio Texas. El primer round fue para él, con poco esfuerzo. Pero en el segundo Charlo reaccionó y puso un par de buenas manos, provocando un intenso intercambio. El texano se quedó con el segundo asalto.
Pero entre el tercero y el décimo round fue casi todo de Castaño, con momentos de mayor “tranquilidad” y estudio mutuo sobre qué tácticas implementaba el otro. En varias oportunidades la derecha del argentino hizo temblar los pergaminos de Charlo, haciendo incluso levantar al público que reconocía en Castaño al más decidido a ganar.
En el tercer round, de hecho, al estadounidense lo salvó la campana ante una arremetida de su contrincante. De haber durado un poco más el round la historia podría haber sido otra.
En los asaltos siguientes también la cara de Charlo se agitó ante cada golpe calculado de Castaño, quien casi nunca perdió la guardia y evitó que las pocas pero potentes manos del moreno tuvieran conexión a destino.
Recién en el sexto round el local se ubicó en el centro del ring, buscando comandar el ritmo de la pelea. Pero prácticamente no atacó y sobre el final Castaño decidió lanzarse a recuperar terreno y se quedó también con la tarjeta de ese asalto. Luego siguió castigando, con precisión y cálculo, al estadounidense, que si bien recibió los golpes con gran resistencia, no pudo evitar que el argentino ganara también el séptimo, el octavo y el noveno.
Sobre el final de la pelea desde el rincón le dijeron a Charlo que debía apretar el acelerador porque el resultado estaba difícil. Y en el décimo salió a buscar un redentor knockout. Con un jab de zurda y algunos ganchos poco efectivos, Castaño lo pudo resistir. Pero una mano entró de lleno y lo hizo tambalear y el público le dio un nuevo crédito al local. Quizás a esa altura el visitante estaba empezando a relajarse. La tarjeta del décimo fue para Charlo.
Al onceavo asalto Castaño fue más prevenido. Fueron tres minutos parejos, con ambos boxeadores algo cansados pero firmes, intercambiando golpes potentes aunque pocos con resultado efectivo. Era un hecho que Castaño se había ganado el respeto de Charlo, quien en la previa al encuentro había hecho gala de su inocua pedantería. Por eso no al de Texas no le dio para más que intentar recuperar terreno mostrándose con iniciativa. Así consiguió unos buenos últimos veinte segundos de golpe por golpe, con un rendimiento que le valió ser ganador del anteúltimo.
El doceavo round puede haber sido quizás el más “dudoso”, ya que ambos boxeadores salieron decididos a sellar con su firma los últimos tres minutos de la pelea. El intercambio de ganchos y jabs, aún con el cansancio de toda la pelea encima, dio adrenalina extra. Tal vez sólo por el recuerdo fresco de los dos rounds anteriores Charlo se podría haber llevado el asalto. Pero no porque haya doblegado al argentino ni mucho menos.
Escándalo
Terminada la pelea, en el rincón de Castaño, en el estadio, en La Matanza, en Argentina y donde se estuviera viendo la transmisión no había muchas dudas sobre el triunfo merecido del nacido en Isidro Casanova (aunque presentado oficialmente como de San Justo). Por eso la cara del púgil de 31 años casi se desfigura al escuchar el resultado del fallo.
Las tres tarjetas fueron ridículas. Los jueces estadounidenses Tim Cheatham y Steve Weisfeld buscaron congraciarse con Charlo y la organización del espectáculo internacional que factura millones de dólares. Por eso dieron un empate 114-114 y un ajustado triunfo 114-113 para Castaño. Pero el puertorriqueño Nelson Vázquez se pasó de mambo y demostró que “vio otra pelea”.
Este domingo todos los analistas y comentaristas coincidieron en lo escandaloso del fallo que evitó que Castaño alcanzara una conquista histórica: la coronación como campeón simultáneo de las cuatro coronas mundiales en disputa, las de la OMB, AMB, FIB y CMB. Lo que se dice un robo. O un cross a la mandíbula de la razón y la justicia deportiva. |