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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

COLUMNA
Matrimonio Igualitario: lavado de cara del gobierno y la situación actual de las personas LGBTIQ+
Aldo Antonio Villalobos

La iniciativa en discusión fue presentada en 2017 por la ex presidenta Bachelet, en el marco del cumplimiento de un Acuerdo de Solución Amistosa (ASA) que el Estado de Chile y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) firmaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

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La Cámara Alta visó por 28 votos a favor y 14 en contra, la iniciativa que modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio de parejas del mismo sexo. Un proyecto al que el gobierno puso "suma urgencia" a comienzos de junio.

En la sesión se votaron por separado -a solicitud de la senadora Luz Ebensperger (UDI)- artículos relativos a la filiación de los hijos, los que también fueron aprobados con 29 votos a favor, 14 en contra y ninguna abstención.

Así, el proyecto, que modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio de parejas del mismo sexo, continuará su tramitación en el Congreso, en la Cámara de Diputados.

¿Qué más?

Como diversidad sexual, al igual que las minorías ya sean afrodescendientes, mapuche, migrantes, hemos sido postergades desde el principio de la creación de los estados republicanos en todo el mundo, lejos de ser un actor pasivo en esta situación, hemos protagonizado verdaderas revueltas, como Stonewall, por la conquista de nuestros derechos.

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Y es que no es fácil, la mayoría de esta “minoría” como nos califica la derecha y sectores conservadores, al igual que las anteriores "minorías" mencionadas, somos parte de la numerosa clase trabajadora que mueve los países. Somos mantenides en la segregación y objetos de discurso de odio para la clase dominante, estigmatizando nuestra cultura, costumbres y por supuesto, degradando nuestra calidad de vida.

Veamos la situación de la comunidad LGBTIQ actualmente;

¿es la comunidad LGBTIQ+ menos discriminada que antes?

Según la sensación de muchas personas ha habido un avance a nivel cultural respecto a la comunidad y claro, ya no "nos meten en barcos y nos hunden" como en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, o ya no está tipificado como delito ser abiertamente Homosexual como con la ley 11.625, de estados antisociales de 1954. Pasa qué la discriminación mediante instalar odio hacia ciertos grupos y comunidades es una tarea que hace la clase dominante tanto legal como culturalmente y de hecho, es una tarea muy minuciosa.

Pasa que, después de la invisibilización histórica a la diversidad sexual por parte de el estado no han podido contener el hecho que, las movilizaciones (como la marcha del orgullo o distintas protestas a lo largo de la historia) instalen y visibilicen el tema al pasar de los años.

Pero esto no implica automáticamente que la discriminación disminuya, incluso
el Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género develó que, durante el año pasado, se concentró el 22,9% del total de abusos ocurridos en 19 años. Respecto a la distribución geográfica de los abusos, Valparaíso registró la mayor concentración con el 38,4% del total nacional.

La conclusión es clara, en términos de discriminación, nos están matando y tenemos que parar esta situación. Las autoridades (Estado, políticos, poderes económicos, poder ejecutivo, legislativo y judicial, también podríamos considerar a la prensa y medios de comunicación) no hacen nada para remediar esta realidad, ni con educación sexual (la cuál no trata solo de sexo), ni con un programa serio de garantía a la diversidad contra los crímenes de odio.

¿Y cómo estamos en derechos fundamentales?.

Aparte de la represión legal y cultural histórica a la comunidad LGBTIQ+ hay otro factor aterrador e indignante, ----> Nuestras condiciones de vida ←----.
No es lo mismo ser Trans, Lesbiana, Gay, Bisexual, etc siendo pobre que teniendo un buen pasar económico. Al tener más recursos no quedas exento de la discriminación ni el prejuicio, las dificultades a la hora de ser tomadx en serio y un montón de malos ratos incluso te pueden hasta echar de tu hogar o maltratarte sistemáticamente, pero al ser pobre, eres doble o a veces triplemente oprimidx y explotado por un sistema capitalista que grita prácticamente todo el día su hegemonía blanca y heterosexual y que ahora, por los cambios políticos de la sociedad y sobre todo con la combatividad de la juventud, trata de hacernos un guiño a la diversidad sexual casi como si fuéramos una tendencia, un trending de ventas. Así lo pintan las empresas en julio, tiñendo todos sus logos y productos del arcoíris, pero pregúntales, ¿tienen cupos laborales trans?, ¿se preocupan íntegramente de los derechos de sus trabajadores y del ambiente laboral? no lo creo. Ahora preguntemos al Estado, responsable político de esta situación, ¿qué derechos tiene la diversidad sexual que trabaja y tiene los mismos deberes que cualquier otra persona esforzada? veamos:

La salud:

La base de cualquier buen vivir es la salud y de eso no hay duda, en latinoamérica en general, es la herida mas profunda de la comunidad LGBTIQ+. Muy simple: no contamos con programas públicos y efectivos de salud para la comunidad,
específicamente para los tratamientos del VIH, SIDA y los tratamientos hormonales. Los programas que hay, como en chile, son exploratorios y no se les
invierten recursos como para ser un plan serio para la población lgbtiq+.

En pandemia esta situación es más grave, con el abandono directo de estos precarios proyectos muchxs personas de la comunidad han quedado sin los tratamientos tanto para sus enfermedades como para su transición. Tampoco hay capacitación para integrar la comunidad LGBTQ+ en les funcionaries de salud, entonces nos
exponemos a malos tratos en el sistema de salud constantemente.

El trabajo:

En pandemia también ha crecido la cesantía y dentro de los grupos más desplazados del trabajo está la comunidad LGBTIQ+, de los 2 millones de nuevos cesantes,
hay mucha gente de la diversidad y cuesta el doble encontrar trabajo por el mismo filtro blanco y heterosexual preferentemente que buscan las empresas.

La vivienda:

No hay programas ni atención hacia este problema, sobre todo para toda esa diversidad sexual precarizada que vive en la calle y hacen su sustento en el
trabajo informal o la prostitución, donde no cuentan con seguridad ni derechos laborales, una realidad de muchas personas LGBTIQ+ relacionada a la cesantía
y la inexistencia de cupos laborales.

La educación:

La derecha y el empresariado con sus valores conservadores se oponen fervientes a la educación sexual y afectiva integral, donde se enseñe sobre las diversidades y disidencias sexuales promoviendo así el respeto y la no discriminación a muches niñes que crecen creyendo que su género u orientación sexual están mal, provocando la inseguridad, discriminación y normalizando los crímenes de odio.

Esta decadente lista suma y sigue, es por eso que cabe preguntarse, ¿es el matrimonio igualitario un pequeño gesto, comparado con las necesidades de la diversidad sexual?.

La verdad viendo quienes impulsan este proyecto de ley, de sectores históricamente homofóbicos y conservadores vinculados al empresariado y la iglesia, se huele a kilómetros que buscan quedar bien y verse cómo una alternativa política frente a un contexto político convulsionado y cambiante desde la revuelta social donde la comunidad LGBTIQ+ una vez más estuvo presente con sus demandas. Pero hablando de revueltas, el sector que siempre ha asegurado nuestros derechos y a través de la movilización somos nosotres, sacando la voz frente a la injusticia y diciendo basta, como en Stonewall, como cada año en la marcha del orgullo, donde las disidencias no celebramos, protestamos por un futuro mejor.

Es por esto que el debate del matrimonio igualitario, impulsado por la derecha pareciera ser el único aspecto que apela a sus valores de la familia y el
sagrado matrimonio que los convoca a dar respuesta desde su posición de poder, a las precarias condiciones de la comunidad LGTIQ+. Los grupos de diversidad sexual que confían en un capitalismo rosa, de sectores más adinerados y por qué no decirlo, conservadores, aplauden estas medidas, creyendo que las reformas terminarán con la discriminación y precarización de la comunidad. Pero desde la otra cara de esta sociedad que va abriendo más debates, aprovechamos de plantear: Organicemos a la diversidad sexual precarizada y estigmatizada históricamente para hacer historia, por que no apelamos solo a casarnos, sino a vivir en un mundo sin machismo ni crímenes de odio, libre de explotación y opresión, donde tengamos trabajo con jornadas laborales humanas, un buen salario y una jubilación digna. Donde seamos socialmente iguales, con oportunidades en educación, salud, vivienda, etc. Humanamente diferentes, como queramos ser, sin etiquetas y totalmente libres.

Para esto es necesario replantearse otro tipo de sociedad, donde los recursos naturales y el fruto del trabajo sea destinado a las grandes mayorías y no a un pequeño grupo de empresarios multimillonarios que siguen acumulando dinero a costa de estas mal llamadas “minorías”, quienes integramos la vasta sociedad de jóvenes, trabajadores, estudiantes, pobladores y personas que sostienen la economía y sociedad en cada país, quienes en nuestros hombros, llevamos también, el peso de un futuro brillante para la comunidad LGBTIQ+.

 
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