En la última asamblea que realizó el Colegio Eva Duarte, decidió por unanimidad solidarizarse con los trabajadores de Digital Fueguina. En la misma se planteó la necesidad de apoyar la lucha de los trabajadores que se encuentran sin percibir sus salarios por parte del grupo Garbarino.
El empresario Carlos Rosales dueño del grupo Garbarino compró la empresa Digital Fueguina en marzo de 2020 con promesas de recuperar la estabilidad económica de la fábrica. A un año de la compra el empresario mostró los dientes y dejó de pagar los sueldos.
Es una situación que se repite a lo largo del país. Varios establecimientos cerraron, sueldos sin pagar y locales tomados por los trabajadores. El gobierno nacional no solo beneficia con distintos tipos de subsidios a estas empresas, sino que además deja pasar el incumplimiento del convenio de pago sin aplicar sanciones. En medio de una crisis económica que azota a la clase trabajadora no queda otra que solidarizarse entre trabajadores.
Son 3800 los trabajadores perjudicados por los gobiernos y las patronales que se bancan entre ellos. El tesorero de San Lorenzo y dueño de Garbarino, Carlos Rosales, dice que no tiene “ni un peso” para ayudarlos, pero sus ganancias se duplicaron durante la cuarentena.
Los que sí se ayudan entre ellos son los trabajadores, como lo hicieron los docentes de una escuela de Ushuaia. La situación de los docentes fueguinos también es crítica, sin embargo entienden la necesidad de bancarse entre “nosotros” como dijo una docente.
Este ejemplo de solidaridad obrera debe ser el puntapié inicial, para poner en pie una comisión de solidaridad que agrupe a los docentes del SUTEF, a los metalúrgicos de Río Chico, quienes fueron despedidos por la empresa con una práctica ante sindical contra el ajuste que lleva adelante el gobierno de Melella junto con las patronales. Esto son los ejemplos de solidaridad que hay que desarrollar desde abajo. La fuerza para derrotar los ajustes es coordinar comités de solidaridad.
Imaginemos si este ejemplo desde abajo se multiplicara. Si los sindicatos como SUTEF o la UOM hicieran una gran campaña de solidaridad y aportaran los fondos de las arcas sindicales, para garantizar un salario igual a la canasta familiar de todos los trabajadores que se encuentran en lucha.
Esto no es utópico, es posible. Solo hay que pelear por recuperar las mejores tradiciones del movimiento obrero. Comienza con la solidaridad de clase, la coordinación, los comités de solidaridad para enfrentar a un enemigo común que son la patronal y el gobierno y en la mayoría de los casos, las conducciones sindicales. Estas últimas avalan estas políticas que, siempre plantean pelear por el mal menor y no pelear por lo que merece la clase trabajadora.
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