Adrián Giacchino integró el directorio del Banco Nación durante la gestión de González Fraga en la que se dieron vía libre a los mega créditos del grupo Vicentin que dejó una deuda que hasta el día de hoy sigue vigente
Más allá de este antecedente poco favorable para Giacchino, la votación de su pliego en el Concejo Deliberante de la ciudad de llevó a cabo en secreto dado que así lo avala la Ley Orgánica de Municipalidades. Lo propuso Javkin, lo votaron desde el PRO hasta Ciudad Futura, el FSP y sectores del Kirchnerismo.| Bajo una legalidad sin legitimidad así comenzaba una gestión que a pesar de la pandemia ya dejó su impronta neoliberal al cabo de un año de gestión.
Con declaraciones a los medios ya oficializada su presidencia, Giacchino prometía apoyo a las pymes profundizando su inclusión financiera con programas que estimulen el emprendedurismo y las acciones en los barrios. Lo cierto es que, en honor a la verdad, un programa de estas características sí existió dado que se instaló un cajero automático en el Desvío Arijón en la zona sur de la ciudad.
Ahora bien, de los objetivos planteados para el presente año (que se pueden extraer de la presentación de la Memoria 2020) no existe una sola mención al rol social y financiero que un banco público municipal – el segundo de mayor importancia en la Argentina - debería llevar adelante. Durante la gestión de Giacchino, sobresale en este aspecto sólo créditos para la compra de bicicletas, a lo mejor con la idea de que esto beneficiaria a lxs ya precarizadxs repartidorxs de delivery.
En realidad, la iniciativa según las autoridades apunta a estimular el uso de la bicicleta como una contribución al cuidado del medio ambiente, por eso es que también se colocaron paneles solares encima del edificio central. Al mismo tiempo su presidente es accionista de Vicentin, una de las grandes contaminadoras de la región, bien conocido son los casos de los desechos de residuos tóxicos vertidos en el Río Paraná por parte de la Terminal Puerto Rosario (perteneciente al grupo).
Por lo tanto, lejos de dar prioridad al desarrollo pyme o a posicionarse como una entidad financiera que acompañe a trabajadores y trabajadoras se ha planteado en cambio como objetivos principales para el 2021 buscar una mayor eficiencia en su estructura de funcionamiento, prestar a mayores tasas, aumentar los ingresos y conservar el valor patrimonial de la entidad.
La línea de créditos lanzada para pymes (con una nada despreciable tasa de interés del 24%), poco ha contribuido con la necesidad de financiamiento del sector que para el caso de la ciudad está registrando sólo un 30% de las ventas pre pandemia. Esto se confirma incluso analizando el balance del Banco Municipal, ya que la cartera de consumo de la entidad representa casi un 70%, dejando sólo el 30% restante para la cartera comercial.
Eso sí, nada escapa a la eficiencia en la gestión, tal es así que el pasado febrero se lanzó el plan “Todos venden”, una iniciativa que estipula una escala de comisiones para todo el personal del banco con el objetivo de aumentar la cartera de crédito individual, seguros y tarjetas de crédito. Una práctica que en definitiva carga sobre los trabajadores la caída de la actividad y la merma en los ingresos del banco.
Por último, si algo no podría faltar en este modelo a escala municipal de la banca especulativa, es la operatoria con bonos. Desde el año 1996 que el Banco Municipal no acudía al mercado de capitales para financiarse, en agosto del 2020 captó recursos por un total de $200 millones de pesos. La garantía para tal préstamo fueron los recursos municipales provenientes del DReI, cuestión que un contexto de crisis, más que un apalancamiento financiero es una verdadera jugada especulativa.
En su 125º aniversario, el Banco Municipal de Rosario está en manos de los amigos de los mercados financieros que hambrean al pueblo trabajador en medio de una crisis económica descomunal conjugada con una pandemia. |