Hoy en día hemos visto cómo las y los candidatos presidenciales se han intentando posicionar como aquellos que van a “escuchar la voz del pueblo”, ya que nos encontramos en un “nuevo Chile” como vulgarmente le llaman a las justas demandas que se instalaron en octubre, por el estallido social, que tenían que ver con cambios reales y no reformas del mismo sistema injusto que los perjudica y que hasta la fecha tiene presos políticos injustamente encarcelados.
Y que a su vez tiene a presos encarcelados por el consumo medicinal o recreacional de cannabis. Razón por la cual muchos candidatos han mencionado la despenalización de la marihuana, para ponerse a tono con las demandas de las personas. Pero ¿Qué implica la despenalización de la marihuana realmente?
En primer lugar es importante entender que en Chile, la actual legislación (art. 3º Ley 20.000) permite el consumo de cualquier sustancia ilegal mientras sea de manera privada, personal y en cantidades utilizables de manera próxima en el tiempo; pero al mismo tiempo castiga el porte, traspaso, adquisición y cultivo.
Situación que deja mucho que pensar, ya que esta ambigüedad legal ha permitido que las detenciones realizadas por carabineros sean en su mayoría por posesión y no por tráfico, donde queda más que en evidencia que aquellos que son procesados por la ley 20.000, son en su mayoría personas que han tomado la decisión de consumir una sustancia y no necesariamente traficarla. Es decir existe una enorme criminalización para aquellos que consumen y no a quienes generan enormes ganancias económicas por su tráfico.
En esta misma línea es importante entender las enormes diferencias entre despenalización y legalización. Ya que por una lado la despenalización deja de tipificar estos actos como delitos, pero no regula el cómo pueden obtener este tipo de sustancias los consumidores. Dejando a las personas en una encrucijada que los obliga a seguir de la misma forma que antes.
Razón por la cual muchos colectivos han luchado durante años por su legalización, la cual implica que se incorpore dentro del ordenamiento jurídico esta conducta como lícita a través de leyes, decretos, o el cuerpo legal que se estime conveniente, regulando así su comercio, posesión, entrega y facilitación.
Permitiendo que exista una verdadera libertad respecto al tema, tal como lo tienen el cigarro, alcohol y medicamentos, los cuales gozan de profundas libertades para su porte, consumo y venta, siendo las sustancias más dañinas y contraproducentes que existen para la salud, e inclusive llegando a tener casi ninguna función medicinal, a diferencia de la marihuana que ya ha demostrado mediante diversos estudios sus beneficios, pero sin embargo siendo una de las sustancias más criminalizadas por los gobiernos. Llevando a cabo una absurda guerra contra las drogas que solo ha permitido generar ganancias a empresas como Bayer o Monsanto.
Es por eso que si queremos acabar con estas injustas situaciones que viven muchos de los consumidores, debemos luchar por la legalización de la marihuana, además de que el estado se haga cargo de garantizar los tratamientos medicinales, como parte de la política de salud pública.
Por otra parte la creación de un Servicio Nacional de Cannabis, gratuito, controlado por trabajadores y pacientes, en donde quienes necesiten puedan tener acceso de forma segura, legal y garantizada, para que las farmacéuticas no puedan lucrar con su venta como vemos en E.E.U.U o Europa, donde las grandes transnacionales se han apoderado de este mercado y así evitar que los empresarios dueños de farmacias se sigan enriqueciendo. |