Con cientos de manifestantes aún presos luego de la represión de hace dos semanas, la foto histórica de una gran manifestación muestra la acción de los trabajadores en la calle. Hoy 26 de julio se cumplen 62 años de una de las fotos más célebres de la revolución cubana, obra del fotógrafo Alberto Korda.
Alberto Díaz Gutiérrez, autodidacta de la cámara, fundó en 1953 en La Habana los Estudios Korda junto al fotógrafo Luis Pierce. Se formó trabajando en esos primeros años en fotografía comercial y publicitaria.
Luego del triunfo del ejército rebelde el 1º de enero de 1959, el boletín clandestino que editaba el Movimiento 26 de julio se convirtió en el primer periódico del gobierno revolucionario, que con el nombre de Revolución sacó su primera edición un día después, el 2 de enero. Alberto Díaz se integró entonces a su plantel como reportero gráfico firmando sus fotos con seudónimo: tomando como apellido el nombre de su estudio se convirtió en Alberto Korda, el fotógrafo de la revolución cubana.
El hombre, de sombrero y ropas claras en pleno verano de La Habana, aseguró su machete en la cintura y comenzó a trepar el mástil metálico de la farola. No le resultó tan fácil como encaramarse a un tronco de palmera, pero se las arregló para llegar a la cima y acomodarse sentado entre las ménsulas de la luminaria, mirando hacia el palco para ver a Fidel, dominando ese gran espacio público que pronto se llamaría Plaza de la Revolución. Abajo, quinientos mil trabajadores del campo igual que él levantaban sus machetes para recibir al líder que les había prometido una reforma agraria que estaba siendo resistida por el imperialismo y los terratenientes locales.
Cuando la revolución intentó llevar adelante las primeras medidas para responder a las demandas sociales de la población –congelamiento y rebaja de alquileres, congelamiento de tarifas, ajusticiamiento de los representantes del régimen y la creación del Instituto de la Reforma Agraria– la burguesía que había sido su aliada para derrocar a Batista, decidió abandonar al gobierno revolucionario. El imperialismo a su vez suspendió la compra de azúcar a la isla. Todo esto obligó a Castro a apelar al movimiento de masas para lograr la supervivencia de la revolución, quemando etapas y transformándola de verde oliva a roja. Las masas trabajadoras respondieron al boicot imperialista ocupando las plantaciones, tomando las fábricas y plantas de energía, e impulsando hacia medidas cada vez más radicales a un gobierno presionado entre la derecha y la izquierda.
Ese 26 de julio se conmemoraba lo que a partir de allí sería una fecha patria: el asalto al cuartel Moncada en 1956, la primera acción militar del grupo que combatiría a la dictadura de Fulgencio Batista con el nombre de M26 en homenaje a ese bautismo de fuego. En el multitudinario acto del 26 de julio de 1959 se celebraba por primera vez el aniversario a seis meses del triunfo de la revolución. Allí se esperaba la palabra de Fidel, recién repuesto en el cargo de Primer Ministro, luego de la renuncia del Presidente Urrutia. La Ley de Reforma Agraria se había dictado dos meses antes, pero la mencionada resistencia externa e interna había impedido aún su plena aplicación. Esos quinientos mil campesinos estaban allí para exigirle a su gobierno la puesta en práctica de una medida que limitaba la posesión de tierras a un máximo de 400 hectáreas con la expropiación a los grandes terratenientes, pero que no terminaba de asegurar el acceso a la propiedad de sus parcelas a los pequeños obreros rurales.
Alberto Korda acompañaba a Fidel a todos los actos y actividades del nuevo gobierno. Ese día también estaba en la plaza, en el palco que enfrentaba a esa multitud que hacía rechinar las hojas de sus machetes. “Estoy en la tribuna y veo a aquel guajiro desmochador de palmas que se trepa a la farola con la intrepidez de un gato, y tranquilamente saca un cigarro y lo enciende en medio del discurso. Después la foto se hace famosa”.
Tomó varias fotos, pero aquella en la que el campesino fuma relajado arriba de la farola es la que trascendió seis décadas.
Ángel Hurtado Carvajal se reconoció por primera vez en esa imagen en el año 1984, viendo un programa de televisión que recordaba el acto con aquella foto de Korda. Escribió al canal de La Habana para pedir una copia de recuerdo. La respuesta fue una invitación a participar de un encuentro televisivo con el autor de la fotografía, celebrando el aniversario del hecho.
“Esta foto fue tomada el primer 26 de julio cuando vinieron los campesinos a La Habana hace 25 años ya (…) La foto ha recorrido el mundo entero en exposiciones; es famosa, ha sido publicada en muchos lugares, quizás más fuera que aquí (…) Nunca pensé que 25 años después iba a tener el honor, la gran satisfacción de conocer a mi Quijote, un poco más viejo que cuando yo lo retraté, pero también el fotógrafo está mucho más viejo que cuando le tiró la foto a Ángel”.
Hurtado Carvajal tenía entonces 47 años: “Nosotros estábamos preocupados por el anuncio del compañero Fidel. Ustedes recordarán cuando el gobierno de Urrutia, Fidel tuvo necesidad de renunciar. A mí me emocionó mucho cuando nuestro Comandante dijo que aceptaba seguir de Primer Ministro, alzó la gorra y dijo que aceptaba seguir (…) Yo subía matas de coco. Subí la farola fácilmente”. Luego del programa don Ángel se llevó de vuelta a Villa Clara su foto autografiada y dedicada, y un apretón de manos del autor.
El otro Quijote
En julio de 2001, dos meses después de la muerte de Korda, el periódico Vanguardia, de Santa Clara, puso en escena a Eleuterio Tirado Jiménez, quien en un programa de televisión en 1981 había sido entrevistado como el protagonista de aquella foto. Este otro campesino cuenta cómo subió a la famosa farola: “Como era desmochador de palmas apliqué la técnica de trepar con el codo contra el tubo. Tan pronto me acomodé gritaron desde abajo que saludara a Fidel. No distinguía a nadie en la tribuna; sin embargo, saqué el machete y lo agité en el aire, hasta que un policía me ordenó bajar, pues temió que con el calor me durmiese allá arriba”.
A pesar de que Korda había reconocido a Hurtado como el protagonista de la foto, la publicación da cuenta del encuentro del autor con Eleuterio Tirado en febrero de 2001, en un acto en la Casa de la Ciudad de Santa Clara, en la que le entregó a éste un ejemplar con la dedicatoria: “Don Quijote de la Farola, 1959”.
Más allá de las quejas de la hija de Hurtado contra la publicación, lo cierto es que Alberto Korda había reconocido a ambos como el Quijote de la foto. Según la hija de Eleuterio su padre siempre quiso que se lo reconociera como quien se había trepado a la farola para saludar a Fidel. Esto lo habría llevado a llegar hasta el autor y también a iniciarle una demanda legal.
–¿Usted es Korda?
–Sí, yo soy Korda.
–¿Usted no me conoce?
–No tengo el gusto de conocerlo. ¿Quién es usted?
–Usted me tiró una foto y se ha enriquecido utilizando mi imagen. Yo soy “El quijote de la farola”…
Diana Díaz López, hija de Alberto Korda Díaz, relató a los periodistas Andy Jorge Blanco y Jorge Luis Coll Untoria, autores del artículo “El curioso caso del Quijote de la farola” publicado en el portal Cubadebate, este diálogo entre su padre y Eleuterio Tirado. Cuenta además que la demanda no llegó a nada, y que él y su padre terminaron conversando y tomándose una botella de ron el día de ese encuentro.
Han pasado muchas cosas en Cuba en los 62 años que pasaron desde esa foto. La revolución de contragolpe como la definió el Che Guevara, respondía a cada agresión imperialista con contramedidas radicales, apoyándose en la acción de las masas. El acercamiento a la URSS, que provocó la derrotada invasión de los gusanos (armados por la CIA) en Bahía de los Cochinos en 1961, y la declaración del carácter socialista de la revolución en 1962, fueron medidas que no se hubieran podido llevar adelante sin la fuerte presencia y la lucha activa de los obreros y campesinos como los que protagonizan la foto de la que estamos hablando. Sin embargo, estas mismas medidas fomentaron la creciente burocratización del régimen en la isla, ahogando las libertades democráticas, negándose a extender la revolución al continente y desarrollando la falsa idea de que podía existir el socialismo aislado dentro de las fronteras de un país.
Hoy el pueblo cubano lucha de manera histórica en las calles por la defensa de las conquistas que aún quedan de aquella revolución que triunfó apenas a 180 kilómetros de la costa estadounidense, y contra el imperialismo y los gusanos, de afuera y de adentro, que presionan por la restauración del capitalismo.
No sabemos aún cuál de los dos fue el protagonista de la foto. Habrá que esperar las pericias que se están realizando para corroborarlo. Aunque es probable que tanto Ángel como Eleuterio se hayan trepado ese día a una farola, y que Korda los haya fotografiado a ambos, aunque sólo una es la foto célebre, la registrada en el momento preciso en el que aquel campesino que se alzó sobre la multitud, fumaba tranquilo un cigarro mientras escuchaba a Fidel.
Hoy quizás se celebre en La Habana otro 26 de julio. Seguramente no habrá nadie trepado a una farola, pero sí esperamos que se alcen miles de voces y pancartas exigiendo “Socialismo si-represión no”.