Pedro Castillo, hasta hace pocos meses inesperado ganador de las elecciones presidenciales de Perú, asume este miércoles la Presidencia con el país dividido entre la esperanza y la incertidumbre que suscitan su figura y sus promesas de cambio, que incluyen un referéndum para formular una nueva Constitución.
Dignatarios y representantes de gobiernos de hispanoamérica participarán de la ceremonia de asunción del presidente electo, consagrado hace poco más de una semana tras un ajustado escrutinio de la segunda vuelta electoral celebrada el 6 de junio.
En la ceremonia estarán presentes el rey Felipe VI de España, junto a los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; y de Ecuador, Guillermo Lasso; y también estarán presentes el boliviano Luis Arce y el chileno, Sebastián Piñera, a los que se sumará el mismo miércoles el mandatario colombiano, Iván Duque.
Por Brasil estará presente el vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no será el único mandatario ausente. El uruguayo Luis Lacalle Pou estará representado por su canciller, Francisco Bustillo.
Pedro Castillo fue proclamado presidente tras haber ganado el ballotage del 6 de junio pasado y luego de que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debiera resolver una cantidad sin precedente de impugnaciones y apelaciones sobre actas de votación.
Castillo asumirá el gobierno, acompañado únicamente por Dina Boluarte como vicepresidenta, pues su partido Perú Libre (PL) no presentó candidato a segundo vice luego de que fuera impugnada la postulación para ese cargo del líder partidario Vladimir Cerrón.
A comienzos de año, el profesor de escuela rural y líder sindical del magisterio no entraba entre los favoritos a ser el nuevo presidente, pero en base a un programa que proponía algunas reformas logró un lugar destacado en un país cansado de su clase política tradicional y golpeado por la pandemia del coronavirus.
Su asunción presidencial tiene una importante carga simbólica, el mismo día que Perú conmemora los 200 años de su independencia, por primera vez en la historia del país llega a la jefatura del Estado alguien surgido directamente del campo andino, lo que ha inquietado al establishment político peruano.
En respuesta a la presión de las elites empresariales y políticas peruanas han llevado durante el largo proceso de definición electoral a que Castillo modere su discurso llegando a proponer que sectores de la derecha sean parte de su gobierno.
Después de haber sido reconocido formalmente como el ganador de la segunda vuelta, Pedro Castillo hizo un llamado a construir un “gobierno de unidad nacional” donde quepan todos, olvidando el papel nefasto de los grandes empresarios y los políticos a su servicio, quienes son los responsables de la actual crisis sanitaria, económica y política que vive el país.
Entre esos gestos buscando mostrar que el nuevo gobierno será moderado, uno de los asesores económicos más influyentes del nuevo presidente, Pedro Franke, había dicho en una entrevista publicada en el diario Gestión, que se pueden hacer cambios en el país, sin cambiar la constitución de 1993 e incluso menciono que no era necesario cambiar el capítulo económico, el cual - literalmente - condena al estado peruano al triste papel de subsidiario del capital.
El desafío para el nuevo presidente no es menor, recibirá un país convertido en el de mayor mortalidad por covid-19 al acumular casi 200.000 fallecidos, y con una economía en plena recuperación tras el batacazo de 2020, donde se contrajo un 11,8 %. |