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4 de agosto de 2021 Twitter Faceboock

Copa Argentina
En Superclásico con poco fútbol, Boca se metió en cuartos con personalidad en los penales
Augusto Dorado | @AugustoDorado

Empataron sin goles, pero desde los doce pasos los xeneizes no perdonan: con el 4 a 1 clasifican a la siguiente fase de la copa dejando a su eterno rival en el camino.

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Hubo dos episodios en el desafío superclásico entre River y Boca: el primero largo y anodino, el segundo con tintes de película de acción. Empecemos por lo mejor: en el marco de un partido para el olvido, los penales fueron un episodio aparte. Podría titularse con la frase de a serie Cobra Kai: “Strike first, strike hard, no mercy” (“Golpeá primero, golpeá duro, golpeá sin piedad”). Así fue Boca en los tiros desde el punto del penal, donde fueron determinantes la atajada de Agustín Rossi al remate de Julián Álvarez y el penal (muy) desviado por Braian Romero, que dejaron casi sin chances a River, a merced de los pateadores del equipo de Russo, que convirtieron todos y sin piedad (Rojo, Ramírez, Pavón e Izquierdoz). Fue el momento emocionante y que definió la serie: Boca Juniors está en cuartos de final y se verá las caras con Patronato de Paraná.

Pero antes hubo un primer episodio: el partido. Si lo tenemos que analizar con la mirada exigente de quien busca juego de alto nivel (lo que es de esperar de los dos mejores planteles del fútbol argentino), se podría utilizar una frase de El Chavo al profesor Jirafales: “¡Qué brutos, póngales cero!”. Básicamente porque predominaron el juego brusco, en un partido de ritmo entrecortado. No muy agresivo (salvo algunas faltas de Marcos Rojo que estuvieron para tarjeta anaranjada) pero sí brusco por lo reiterado.

El primer tiempo fue trabado, cortado, repleto de infracciones, casi sin aproximaciones a los arcos y con ambos equipos midiéndose. Boca parecía más decidido a postularse como protagonista y se lo notaba más cómodo con el partido; River no le encontraba la vuelta y se llenó tarjeras amarillas. Sin embargo, los de Gallardo tuvieron la única oportunidad de gol que entregó esa primera etapa: un desborde de Julián Álvarez por derecha que limpió a Izquierdoz con una gambeta y tiró el centro rasante que Braian Romero pifió increíblemente de cara al arco y luego tampoco pudo asegurar Zuculini.

En el segundo tiempo el partido siguió en la misma tónica, aunque River arrancó mucho mejor y tuvo más aproximaciones, sobre todo con remates de media distancia de De La Cruz, Paradela y Carrascal. Boca se diluía en la impotencia de Briasco y solamente tenía en Ramírez y un poco en Pavón algo de criterio. El ingreso de Cardona le mejoró un poco el panorama, pero sin hacer gran diferencia. Pero no dejó de ser un partido chato en el que ninguno mereció demasiado, aunque River se acercó más.

Las definiciones desde los penales parecen afirmarse como una especialidad de los equipos de Miguelito Russo y no hubo con qué darle. Ahí está ahora Boca avanzando en Copa Argentina con la alegría de ver a River despidiéndose de la competencia. Mucha música no hubo, pero ¿quién les quita lo bailado?

 
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