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La Izquierda Diario
16 de agosto de 2021 Twitter Faceboock

Liberación trans
Ira Hybris: “Tenemos que romper con los identitarismos e ir por todo"
Pablo Herón | @PhabloHeron
Virgínia Guitzel | @Virginiaguitzel
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https://youtu.be/iCQNZQbQvX0

En la siguiente entrevista la militante marxista queer, Ira Hybris, introduce los debates que desarrolla en su serie de artículos Trans/formarlo todo, donde polemiza con las corrientes esencialistas dentro del movimiento trans que se limitan a la conquista de derechos, así como las transexcluyentes, planteando como apuesta la abolición del género y la familia desde una perspectiva que supere los límites que impone el capitalismo a los cuestionamientos vigentes.

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Ira Hybris es militante marxista queer, transfemenina marika y reside en España. Actualmente se encuentra coordinando una antología sobre la cuestión trans en español y recientemente publicó una serie de artículos titulados Trans/formarlo Todo donde debate con las distintas perspectivas políticas e ideológicas que atraviesan la lucha de las personas trans.

El neoliberalismo, con el objetivo de borrar el cuestionamiento al capitalismo que surgieron con fuerza en la década de 1970, buscó integrar a los movimientos que plantearon una perspectiva radical, como el de liberación sexual, a través de la ampliación de derechos y la política de inclusión/tolerancia de las personas LGBTIQ+. Tras décadas de esta política, los debate que atraviesan la cuestión de género, la identidad o las formas de vivir de la sexualidad cobraron una masividad nunca vista. Una realidad que fue acompañada por la profundización de la desigualdad subproducto de pérdidas de conquistas sociales, cómo se observa en la extendida precarización laboral y el incremento de la concentración de la riqueza.

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De esta manera el neoliberalismo, mediante la derrota del ascenso revolucionario de los 70’ y la cooptación de los movimientos, configuró un escenario donde ganaron peso distintos cuestionamientos sobre las opresiones, desligados de una crítica a las relaciones sociales de producción capitalista, paradójicamente en un mundo donde la mayoría de mujeres y LGBTIQ+ está atravesada por la explotación, la precariedad y la pobreza.

En ese panorama, la serie de artículos Trans/formarlo todo, que publicamos acá en La Izquierda Diario, tiene el mérito de abordar la pelea por la emancipación plena de las personas trans, ligada a la liberación de la mayoría trabajadora y oprimida por motivos como su raza, género, sexualidad o nacionalidad. En ese camino, desde una perspectiva comunista, pone en el centro el debate de la abolición de la familia y el género, entendidas como un proceso que busca superar los límites que impone un sistema capitalista cada vez más desigual.

1) El Estado español este año se encuentra atravesado por el debate sobre la ley trans, y en el último tiempo por el asesinato homofóbico de Samuel. En este contexto, publicaste el compilado de artículos Trans/formarlo todo donde, entre otros debates, planteás que tanto el feminismo radical transexcluyente (TERF) como el activismo trans identitario incurren en un error político: “la naturalización del género como una categoría desligada del modo productivo capitalista”, ¿cómo se expresa esa naturalización en el feminismo transexcluyente, donde señalás con relevancia que hay un problema alrededor del ahistoricismo?

La saga de Trans/formarlo todo nace como una búsqueda de superación ideológica de esos dos marcos, a los que entiendo como parte de un mismo marco reformista del capitalismo, pero de dos facciones distintas. En el caso del feminismo radical transexcluyente de la segunda ola, igual que comentaban las compañeras de la revista Invert en el Reino Unido, su crítica al género pasa por la naturalización del sexo. Al final, una naturalización de la diferencia sexual pasa necesariamente por la naturalización de las relaciones de dominación clasista. De esta manera, llega a conclusiones en las que la opresión de la mujer es preclasista y ahistórica, no se sabe muy bien ni cuando comienza. Esto se ha traducido en que proyectos muy interesantes, como el tecnofeminismo de Shulamith Firestone, pusieran tanto en la mirada en la ectogénesis [1], en cómo utilizar la ciencia para abolir ciertas corporalidades. Pero eso es una forma de, precisamente, naturalizar la opresión de las mujeres en vez de verla como una relación social.

Con el marco del liberalismo trans, ante tanto duelo y tanta violencia, es normal querer buscar ciertas certezas. Justo ahora veía un post en redes donde se debatía qué lenguaje utilizar con las personas trans y no podía ser más naturalizador. Por ejemplo, decía “no digáis ’transgendered’ porque no nos ha sucedido nada para ser como somos”, pero si vivimos en un sistema capitalista y atravesadas por relaciones sociales, no a mí sino a todo el mundo le han pasado cosas para ser como somos, ¿no?

Entonces, una mistifica esa naturalización de la opresión, con marcos más o menos rígidos. Hay feminismos que intentan acabar con esa naturaleza pero no dejan de naturalizarla. Y luego, el liberalismo trans directamente roza el esencialismo, relaciones que podríamos cuestionar como sociales se presentan como natales. Partiendo de ahí ¿cómo cuestionamos que la clase capitalista es la beneficiaria del orden existente?

2) En contrapartida al feminismo TERF ubicás al “liberalismo trans”, como una corriente que desarrolla una narrativa llamada “Born this way”, que “fetichiza a toda relación social de la economía política capitalista como un atributo natal del individuo”, ¿por qué la describís como una narrativa esencialista que abona a blindar “la diferencia sexual”?

Todo lo que viene del nacimiento no puede entenderse como el desarrollo de contradicciones, en este caso como manifestaciones de la contradicción que se dan en este momento histórico entre la burguesía y el proletariado. Con la narrativa “Born this way” me parece que está muy claro, porque además últimamente lo estamos viendo en el marco de las personas trans, pero hay un autor del FHAR (Frente de Liberación Homosexual de Francia), Jean Nicholas, que ya en el 73 escribió un planfleto que se llamaba La cuestión homosexual en el que precisamente cuestiona la naturalización de la identidad homosexual como parte de un proceso de hegemonía de la sociedad burguesa.

Lo vemos clarísimamente en estos discursos liberales que tienen que ver con la propia mirada reformista: “yo no elegí nacer gay”, “yo soy como soy”. Es una manera de quitarnos una responsabilidad y por el camino toda la agencia política posible. Lo que antes se podía entender, sobre todo con la ciencia burguesa del siglo XIX, como un error de la naturaleza, ahora se entiende como parte de la diversidad de la naturaleza. Es uno de los argumentos que más se ha escuchado en torno al debate por la ley trans en el Estado español: “es que es parte de la gran diversidad de la naturaleza”.

Pero, ¿en qué momento vamos a decir que la naturaleza es lo que los capitalistas nos han hecho creer que siempre ha estado ahí y que en realidad son relaciones sociales? Por eso es muy problemática toda la narrativa de la identidad de nacimiento al estilo “yo siempre he sido una cosa u otra”, porque dejamos de cuestionarnos en qué momento un sistema hizo que fuésemos una cosa u otra.

3) En los artículos hablás de una “cultura queer liberal” que promueve la desnaturalización del género como un “proceso de agencia individual”, ¿qué límites observás en esa perspectiva?

Tiene mucho que ver con las propias limitaciones históricas en las que floreció. He tenido la suerte de haber investigado en torno a My Words to Victor Frankenstein above the Village of Chamounix de Susan Stryker, un texto magnífico que desnaturaliza, que llama a la rebelión contra las estructuras pero sin dejar de observarlas. Ese texto y toda la genealogía transfeminista, el propio manifiesto postransexual de Sandy Stone o incluso de le propie Judith Butler, tienen una limitación clara. La academia estaba marcada por el postestructuralismo, entiendo que era un momento de la historia que representaba como nunca la crisis del horizonte comunista. Por eso se buscaba esa subversión a través del lenguaje, no entendiéndolo como el lenguaje inclusivo del que se habla hoy, sino de los lenguajes del sexogénero, sobre cómo poder hacer más habitables ciertas categorías.

Esta subversión que plantearían los estudios queer clásicos tienen una gran fortuna, perfectamente recogida por las nuevas corrientes de los nuevos materialismos y los marxismos queer, que es la de presentar la naturaleza como relaciones sociales, de decir que lo que se nos ha vendido como natural en verdad tiene más que ver con intereses políticos. Pero al no ser historizado, tampoco consiguen dibujar una senda de emancipación, al final es como correr el telón, decir que efectivamente no era tan natural todo, pero no tienen un verdadero proyecto político. Nosotras las comunistas entendemos que la conciencia emana de la vida y si no señalamos a la economía política, las instituciones que se han ideologizado, naturalizado y que regulan la feminidad, la masculinidad y el heterosexismo, podemos verlas como una ficción pero la verdad es que van a seguir operando. Ese es el gran problema de los estudios queer clásicos, que no señalan a la economía política como esa relación totalizante de la que emana la forma en la que también leemos políticamente los cuerpos. Todos los proyectos que puedan proponer van a ser más o menos interesantes, pero nunca revolucionarios.

4) En el texto identificás una tendencia tanto en Marx como en Kollontai hacia la propia descomposición de la familia, subproducto de procesos como la incorporación de la mujer en el mercado trabajo. Al mismo tiempo, afirmás que la “familia monogámica capitalista” es aquella institución que garantiza que la reproducción social recaiga sobre el “sexo femenino ― así como a quien ocupe una posición social feminizada”. ¿Cómo describís a esa familia al día de hoy tras las transformaciones que ocurrieron en durante el siglo XX? ¿Es similar a la visión que hay sobre la “familia nuclear”?

Tengo más incertidumbres que certezas, podría enriquecernos muchísimo si lo pusiésemos en diálogo en las mesas donde ahora está la teoría LGBTI o el marxismo. Creo que hablar de la reproducción social, del papel que tiene con respecto a las violencias correctivas y sobre todo respecto a un horizonte comunista, es esencial. Es muy complejo porque siempre hablamos de una realidad dialéctica. Al final el verdadero objetivo que tiene la familia monogámica burguesa es la reproducción de la mano de obra, es la reproducción social del capitalismo, pero eso no quiere decir que según los distintos intereses y vicisitudes de la clase capitalista a nivel mundial pues no se permitan ciertos quiebres.

Recuerdo que Holly Lewis en La política de todes hace una crítica al abolicionismo de la familia, y decía que lo que de verdad le interesa al capital no es la familia en sí misma sino la acumulación. Estos movimientos, especialmente los que surgieron en torno a los Estados Unidos, se me ocurren figuras como Mattilda Bernstein Sycamore, olvidaban que el verdadero objetivo del capital es la reproducción social y de la mano de obra, y no mantener la institución familiar per se. Por lo tanto, el mero hecho de que un colectivo enfrente o desnaturalice la institución familiar, aunque lo castiguen, realmente no es una amenaza al orden establecido.

Creo que esta pregunta abre muchas contradicciones. Alguien puede decir que se ha demostrado incluso algo ineficaz la tesis de Alexandra Kollontai, hemos visto cómo al contrario ha habido períodos de refuerzo de la familia monogámica después de los años 30, incluso en la crisis actual del capital está habiendo un clarísimo discurso reforzador de la familia monogámica. Es complejo y sobre todo hay que entenderlo desde una perspectiva internacionalista. En ciertas partes del norte global, que permitan cierta libertad en contextos de menor crisis, no quiere decir que en un momento dado no tenga que volver a sacar todo el aparato reaccionario, que es algo que de hecho estamos viviendo ahora mismo en el Estado español. Creo que lo más importante que pone este proyecto en el centro, es el entender que la crianza como tal no es aquello de lo que es garante, simplemente es garante de la reproducción social capitalista.

Incluso, los propios experimentos del movimiento lesbiano radical y del gay liberation front, demostraron cierta falsedad o ingenuidad en las tesis de Kollontai. Una compañera, Julia Cámara, en una charla recientemente me decía ‘es que hemos visto que sí que puede sobrevivir el capitalismo sin la familia monogámica’. Me parece esencial esto, y creo que también lo mencionaba Holly Lewis, entender cómo operan al día de hoy las cadenas globales de cuidado, cómo se entrelaza con el propio colonialismo. Sabemos que aquellas que no han sido de alguna manera admitidas en la categoría mujer porque estaban atravesadas por la racialización, no vivían a través de la familia monogámica, sin dejar de ser sus parentescos muy funcionales a la reproducción social del capitalismo a través de la esclavitud.

Es importante ponerlo todo en diálogo de una forma compleja, no creo que sea tan sencillo como ciertos sectores de la tesis más radical queer lo plantean. Pero sí creo, y es un punto central en mis tesis, que el horizonte comunista de la abolición de la familia, tiene mucho de superador de algunos de los debates trans, queer y feministas incompletos del presente.

5) En el artículo decís que "el género es una estrategia de acumulación capitalista" y retomás una cita de Holly Lewis donde afirma: “El género social y la gestión de la sexualidad bajo el capitalismo están determinados por la lucha sobre quién paga lo que es necesario para que la clase trabajadora se reproduzca socialmente”. ¿Qué relación ves entre el mayor peso que vienen adquiriendo las demandas de las personas trans en los últimos años, las transformaciones en la familia y el interés de la clase capitalista en mantener ese trabajo no pago? ¿Creés que ese debate abre la puerta a plantear una salida alternativa al capitalismo que involucre tanto a los distintos sectores oprimidos como trabajadores?

Yo que me considero comunista, pero que aprendo de la teoría de la reproducción social, creo que es muy importante escucharla para replantear nuestros horizontes. Es lo que nos permite entender cómo se normativiza la masculinidad y la feminidad. Me gusta muchísimo el término de feminización de Rosemary Hennessy, porque lejos de naturalizar, pone el foco en las necesidades del capital.

Michelle O’brien en Transgender Marxism, habla de cómo los trabajadores racializados en Estados Unidos también vivían trabajos feminizados. Y ahí es cuando ya se entienden todos estos procesos como algo que va muchísimo más allá de la identidad, y que tiene que ver con cómo estructuramos la vida material de manera que le salga rentable a la clase capitalista y al capital mismo para poder perpetuar ese orden de explotación.

Respecto a la vía de emancipación, es como una falsa dicotomía la de las personas oprimidas y la clase productora. Al final entiendo que el sujeto revolucionario del sistema capitalista es la clase productora. No porque sean los sujetos que más molen, como parece entenderse en ciertos espectros obreristas, sino porque es el último eslabón del capital en donde se produce el valor y por eso es su puerta de salida. Entiendo que todas esas instituciones que no han sido revolucionadas por la burguesía, sólo habrán de ser revolucionadas por el proletariado.

Eso une ambos colectivos en dos aspectos. Por un lado, la mayoría de las personas oprimidas y la mayoría de las personas queer están proletarizadas por mucho que nos intenten vender otra idea desde los homonacionalismos, aunque este también es un término bastante problemático. Y por otro lado, las propias relaciones sociales son relaciones sociales de clase, son manifestaciones de la misma contradicción entre la burguesía y el proletariado. Esto es muy común en el Estado español, desde el sector más obrerista plantear “la opresión que importa es la de clase y una persona LGBT, pues bueno sí sufre, pero sufre más por su clase”. No han entendido nada del proyecto marxista, porque precisamente la forma en la que se está configurando y determinando esa identidad, la propia LGBTIfobia que sufre, es una manifestación más de la sociedad de clases. En donde entiendo que son parte de un mismo sujeto, que es el sujeto político de la revolución proletaria. Tenemos que poder hacer entender en los espacios que aspiran a transformar el orden presente, que no pueden revolucionar la sociedad capitalista sin revolucionar todas sus relaciones sociales y eso incluye la lucha legítima de todas las oprimidas queer del mundo.

6) Entre los horizontes de autodeterminación trans y del abolicionismo de género burgués, abordás una perspectiva de “superación” que “no consiste en una mera destrucción de lo existente, ni en un regreso a un tiempo e instituciones pasadas, sino que expande el potencial humano más allá de los límites capitalistas”, ¿en qué consiste esa perspectiva y por qué te parece que por esta vía se puede y “merece la pena luchar” el día de hoy?

Leyendo a Zoe Belinsky, con quien no tengo demasiado en común en las tesis políticas, me gustó como articulaba esta idea, que era la abolición de género como un proceso expansivo. Kay Gabriel en su ensayo también menciona la palabra aufhebung, lo presentaba en relación al abolicionismo de la abyección de género. Una de las grandes fortunas de Trans/formarlo todo es la de incorporar aufhebung al debate trans actual. Es un término de la filosofía hegeliana, que después pasaría también al materialismo histórico y dialéctico, y tiene que ver con la superación de lo viejo. No es un acto de destrucción, sino de preservación y sublimación, en el que precisamente puse el ejemplo, porque creo que es muy paradigmático y sencillo de poder entender, del abolicionismo de la familia tal y como se presentaba en la Zhenotdel [2], de no querer simplemente arrebatar todos los vínculos de intimidad y cuidado que hayan podido construirse en los entornos familiares, sino precisamente comunizarlos, llevarlos muchísimo más allá de lo que el capital los está delegando.

Entiendo que se puede hacer una relación similar. El capital está delegando en la diferencia sexual una serie de cuestiones más o menos funcionales al sistema, pero que desde luego tienen que ver con la reproducción social. Pues abolir, a diferencia de como nos lo presenta el feminismo radical que al final no deja de ser reformista, tendría un sentido muchísimo más emancipador y más ilusionante si se entiende como la comunización, la expansión, la sublimación de todas esas capacidades que el capitalismo está confinando. Y eso nos sirve tanto como para las formas de crianza, de escolarización, de cuidado, como para las propias posibilidades corporales. Creo que también sueña poco el movimiento trans cuando se cierra en perspectivas esencialistas, ¿por qué las personas que hoy se identifican como cis no iban a poder explorar muchísimo más la corporalidad y no iban a poder jugar mucho más con la técnica humana?.

Entonces el aufhebung lo que permite es además crear procesos que, lejos de ser meramente negativos, son expansivos y prometen una sociedad muchísimo más amplia, con unos horizontes emancipadores para todo el mundo. Y está muy claro en el caso de la familia, que es el que se dibuja en el artículo, por mucho que haya ciertos lectores reaccionarios que van a decir “es que estáis acabando con el único bastión que nos queda ante la sociedad neoliberal”. Es que justamente lo que queremos es llevarlo mucho más allá, la familia es ese espacio en el que el capital delega la reproducción de la mano de obra, pero nosotras queremos poner la vida en el centro, queremos poder reproducir no a la mano de obra sino precisamente a todas las camaradas del futuro de una manera mucho más comunitaria y con muchísimas menos restricciones, esto es de suma importancia en lo que respecta a las infancias queer.

7) Es muy interesante la perspectiva que planteás en los artículos y en las respuesta que porque justamente, al menos lo LGBTIQ+ tal cual se lo lee en general, abundan estas ideas como la narrativa Born This way, que es la idea mainstream que cada vez cala más hondo, y hay poco horizonte justamente de decir, bueno, pero de qué otra manera podríamos vivir nuestras sexualidades, nuestro género, que no sea tal cual lo vemos hoy o tal cual nos lo proponen hoy. Son debates que hay que seguir desarrollando. Allá tienen más polarización por así decirlo, con Vox, vienen con lo de Samuel en las últimas semanas. Cada vez se vuelve un debate más polarizado que abre a que hayan discusiones más profundas, donde puedan calar estas ideas desde una perspectivas que no sean naturalizar el capitalismo, y que lo único que nos queda es pensar una alternativa dentro del régimen, que es el principal problema que tienen todos, desde el feminismo TERF, el identitarismo, o la idea queer de que uno deconstruyendosé va a poder liberarse...

La razón de ser de todos estos debates, de la propia dinámica de chivos expiatorios que se ha generado en el Estado español, tiene que ver con la incapacidad de imaginar un futuro emancipador para todas y todes. Es muy común la retórica del quintacolumismo [3] en el feminismo radical, la formación de chivos expiatorios es precisamente un caballo de Troya del capitalismo en la lucha por imaginar otros futuros posibles y comunizadores.

Es la propia lógica del reformismo la que nos hace pelear por migajas burguesas, porque necesita a los beneficiarios de las leyes del Estado burgués, necesita delimitar sujetos sólidos, entonces ¿cómo vas a cuestionar la propia formación de los sujetos como histórica? Tengo clarísimo que el encuentro de las compañeras que luchan por la emancipación de la mujer y el de las personas que luchan contra el heteroseximo y la transfobia, se tiene que dar en marcos totalmente superadores del sistema capitalista. Porque es el que nos va a permitir trazar sendas comunes y no sendas que constantemente van a buscar patrullar las fronteras y las propias identidades, siempre es una senda perdedora la que nos ha marcado este sistema. Por eso también el debate en torno a la ley trans, así como los propios debates del movimiento feminista más reformista, están marcados por la urgencia. El horizonte comunista es precisamente anteponer lo necesario frente a lo urgente y es una pena porque verdaderamente sí que se cuestiona mucho cuando alguien en medio de toda esa tierra quemada quiere profundizar y mirar más allá, más hacia adelante. Incluso se plantea como frívolo con respecto al sufrimiento presente, pero no es ningún regalo condenar a los colectivos oprimidos a resistir de por vida, queremos un futuro emancipador, dejar de sobrevivir y compartir las glorias de la vida.

Es muy importante que a pesar de todas las urgencias las personas que creemos en un mundo nuevo hablemos de las necesidades históricas y que rompamos con los chantajes del capitalismo. No quiero tener que elegir migajas burguesas y esto se lo digo también a los sectores obreristas cuando se plantea la típica fanfarronada de “es que en mi barrio se preocupan por una salud dental pública y no por qué pronombres usa la gente”. ¿Por qué tenemos que comprarle esa dicotomía al sistema capitalista? Quiero una sociedad nueva en la que la gente pueda nombrarse como quiera y por supuesto tenga una salud dental popular. Por eso también recuperaba el emblema del pan y las rosas, es muy importante que tengamos claro que tenemos que luchar por una política de pan y rosas, y añadía yo de purpurina porque lo deseamos todo. La principal demanda que nos va a permitir romper con los identitarismos y las fracturas es ir a por todo, transformarlo todo y pedirlo todo, no dejarse ni una relación social sin trastocar.

 
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