Héctor Béjar, se desempeñó hasta el martes 17 de agosto como Canciller del Perú, presentó su renuncia irrevocable a este cargo ante el presidente Pedro Castillo quien la aceptó después de que ambos se reunieran un día antes en palacio de gobierno.
La razón de la renuncia de Béjar tiene que ver con las fuertes críticas que recibió de la derecha parlamentaria – la cual anunció que lo interpelaría – a raíz de la difusión de un video donde el ya ex canciller habría afirmado que: "El terrorismo en el Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente, (ya que) han sido entrenados para eso por la CIA”. En otro momento de la charla Béjar habría mencionado también que Sendero Luminoso “ha sido en gran parte obra de la CIA y de los servicios de inteligencia”
Estas declaraciones dadas por Héctor Béjar en una conferencia virtual el 24 de noviembre del 2020 (antes de que tuviera responsabilidad política alguna) provocaron también una airada respuesta de los altos mandos de la marina de guerra del país, quienes en un comunicado público manifestaron que: “Deploramos las afirmaciones de esta naturaleza, que pretenden distorsionar la historia de la pacificación nacional, reafirmándose en el cumplimiento de su misión constitucional de continuar la lucha contra el terrorismo dentro del marco legal vigente”.
A partir de estos sucesos la derecha parlamentaria y sus expresiones callejeras, contando con el apoyo de los grandes medios de comunicación, arremetieron contra Béjar y contra el gobierno en general, acusándolos de tener cercanía a grupos terroristas que buscarían desprestigiar a las fuerzas armadas, para de esa manera apoderarse del estado e “imponer el comunismo”.
Nada más ajeno a la verdad que eso ya que ni el gobierno de Castillo es comunista, y Héctor Béjar, si bien tuvo participación en los años 60 en la experiencia guerrillera promovida por el denominado Ejército de Liberación Nacional ELN, en la actualidad sus posiciones de izquierda son muy moderadas y no tienen nada que ver con el comunismo, sino más bien están cercanas a visiones socialdemócratas y a la defensa de la multilateralidad como bien quedo expresado en su discurso de asunción a la cancillería el 2 de agosto.
Frente a este problema la respuesta del gobierno fue ceder a la presión de la derecha, por esa razón, en vez de llamar a la movilización social mostrando que los ataques contra el ejecutivo hacen parte de una estrategia mayor orientada a desestabilizar al gobierno, no se les ocurrió mejor idea que solicitarle al mismo ex Canciller que pida disculpas a la marina o que renuncie a su cargo, como bien lo manifestó públicamente el ministro de Defensa Walter Ayala quien en tono triunfalista, después de enterarse de la renuncia de Béjar, manifestó a la prensa que en la reunión que tuvo con Castillo él le habría manifestado al presidente que frente a estos sucesos “había dos caminos, que el señor Béjar pida disculpas al Perú y a la Marina o que renuncie” y, ahora que ya Béjar había renunciado, lo que quedaba por hacer, según Ayala, era “voltear la página”.
De esta manera, una vez más, el gobierno busca congraciarse con la derecha y con los sectores empresariales nacionales y extranjeros quienes han empezado a hablar ya de la posibilidad de la vacancia presidencial.
Este proceder del ejecutivo encabezado por Pedro Castillo no es nuevo en lo que va de su gestión, recordemos que después de la pataleta de la derecha por el nombramiento del denominado “gabinete Bellido”, desde las altas esferas del poder político y sobre todo desde el ministerio de Economía, se hizo todo lo necesario para asegurar en la presidencia del Banco Central de Reserva a nada menos que a Julio Velarde, cuya presencia en esta importante institución aseguraba la continuidad del piloto automático neoliberal en materia financiera. Con esto lo que buscaban también era parar en lo inmediato el alza del precio del dólar y el incremento de los precios de los productos básicos, sin lograrlo hasta ahora.
Por lo que estamos viendo, da la impresión que Pedro Castillo y Perú Libre creen que cediendo a la presión de la derecha lograran atraer a lo que ellos llaman el “empresariado nacional progresista” para construir juntos su ansiado “gobierno de unidad nacional” donde, a lo máximo que aspiran es a una mejor distribución de la renta minera, en el marco del régimen jurídico del 93, y sin tocar los privilegios y la propiedad de los grandes empresarios. Sin embargo, la burguesía ya percibió la debilidad del gobierno y al parecer ira por más. |