Con base al comunicado emanado por la Autoridad Educativa Federal se prevé iniciar en la Ciudad de México con las sesiones de trabajo del CTE “fase intensiva” de manera presencial la semana del 23 al 27 de agosto.
Esta definición responde a lo acordado en la reunión ordinaria del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (CONAEDU), sin embargo, ninguna de las actividades contempladas a realizar justifica la presencialidad. De hecho, el taller intensivo de capacitación docente tuvo como único fin convencernos de volver a las aulas como lo decimos aquí.
El anuncio de los CTE presenciales contraviene los Acuerdos de la Secretaría de Salud Federal, obligados por disposición constitucional al inicio de la pandemia, violentando el derecho humano a la protección de la salud de la comunidad escolar. Sin embargo, no tendrá consecuencias legales porque el gobierno federal se blindó señalando la educación como una actividad esencial.
Por eso, ante la urgencia que tienen de la reapertura total, el gobierno federal flexibiliza con una semaforización regional para que cada entidad avance a la presencialidad, sin importar los datos oficiales que reporta la SSF sobre los contagios y las muertes, lo que implica adaptarnos a la nueva normalidad (pese al riesgo) y dividirnos para que no demos una respuesta colectiva.
CTE presencial ¿para qué?
Durante este año y medio de educación a distancia se observó que no hubo continuidad pedagógica que facilitara la construcción de aprendizajes significativos, producto de una serie de factores como contagios y muertes por covid-19, la falta de acceso a recursos tecnológicos, desempleo y falta de condiciones económicas.
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Bajo ese contexto, tiende a resultar una tomada del pelo que la autoridad pretenda que se desarrollen aprendizajes cuando ni siquiera son capaces de garantizar el acceso a internet gratuito e irrestricto, como primera medida necesaria para brindar educación pública y por esa vía contrarrestar la deserción escolar. Ni siquiera contemplan, en su “supuesta ruta pedagógica”, el aumento emergente del presupuesto para que se pueda acceder a la escuela pública con todas las medidas sanitarias y sin condiciones de hacinamiento.
Entonces, ¿cómo es que aseguran que se puede aprender cuando las vidas de la comunidad escolar están en riesgo?
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Ahora, está supuesta indicación de CTE presenciales será desigual, porque mientras en algunas escuelas no se ha especificado, en otras ya se está imponiendo de forma obligatoria, lo cual genera incertidumbre y confusión, impidiendo que los docentes demos una respuesta unificada y organizada frente a la inutilidad de un CTE que expone nuestra salud.
Así que las autoridades le apuestan a que se acate, sin ninguna oposición para que el conjunto de los docentes se resigne a la presencialidad sin alternativa, aislándonos de los padres de familia con la supuesta voluntariedad para los estudiantes.
¿Qué hacemos?
Recordemos que ante la orden del gobierno federal de volver a la presencialidad el 7 de junio para cerrar el ciclo escolar, decenas de docentes comenzamos a organizarnos en diversas escuelas para mostrar nuestro rechazo, logrando que la Autoridad Educativa Federal tuviera que emitir un comunicado para establecer la voluntariedad también para el personal escolar. Esto fue producto del descontento que se había expresado en redes y desde algunas escuelas al regreso sin existir condiciones seguras, cuya consecuencia podía implicar un alto costo electoral en los comicios del pasado 6 de junio, aunque la nueva medida no impidió que el rechazo siguiera expresándose en las reuniones extraordinarias del Consejo Técnico Escolar del 31 de mayo.
Aunque las clases presenciales sí reiniciaron el 7 de junio de manera voluntaria para toda la comunidad escolar, se tuvieron que suspender en la CDMX por el retorno a semáforo amarillo, después de que se empezaron a expresar contagios en las escuelas.
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Lo anterior, nos demuestra que, lejos de esperar un milagro o una respuesta responsable por parte de las autoridades educativas y el gobierno de la 4T, en medio de la tercera ola, debemos transformar nuestros miedos, preocupaciones e incertidumbre en organización, a través del impulso de asambleas de base en cada escuela, para tomar acuerdos comunes que nos permitan fortalecer nuestra lucha por un regreso a clases presenciales realmente seguro.
Sí los charros del SNTE, en complicidad con las autoridades educativas, se niegan a escuchar nuestras demandas, no dejemos de hablar en el CTE, ya que pueden ser un espacio de expresión de nuestras necesidades. A la vez, coordinémonos con los padres y madres de familia para expresar nuestro amplio rechazo a exponer nuestra salud y vidas.
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A los docentes nos importa las vidas de la comunidad escolar, sin eso no hay aprendizaje y no se cumple el objetivo de la escuela pública. Es por eso por lo que exigimos un aumento de emergencia al presupuesto educativo, basado en impuestos progresivos a las grandes fortunas y en dejar de pagar la deuda externa, para que el regreso realmente sea seguro, así como la vacunación para toda la población e investigación para generar vacunas a NNA.
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