Dialogamos con los creadores de El Reino, la novedosa ficción argentina que se estrenó en Netflix. Con un elenco que incluye a Peretti, Duplá, Morán, Furriel, Lanzani y el Chino Darín, la serie aborda desde la ficción la vinculación entre las Iglesias evangélicas y sectores de la ultraderecha política. Consultamos a los guionistas sobre el proceso creativo así como sus opiniones sobre el escenario electoral, las derechas liberales, la izquierda y referentes como Myriam Bregman y Romina Del Plá.
Claudia Piñeiro es una de las escritoras argentinas con más trayectoria. Su pasión es escribir novelas de ficción, pero también se desempeña como dramaturga, periodista y guionista. En los últimos años, y a fuerza de persistencia, se convirtió en una de las referentes del movimiento de mujeres en el país y por eso recibió numerosos ataques de grupos antiderechos.
Marcelo Piñeyro es un director de cine y guionista argentino profusamente premiado por obras como Plata quemada, El método y Tango feroz. Su primer trabajo en común con Claudia fue para la adaptación cinematográfica de la primera novela de la autora, Las viudas de los jueves. Ahora se reunieron para crear la serie El Reino, que a poco de estrenarse no solo es un éxito de reproducciones sino que también cosechó ataques con intenciones censoras de parte de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera).
Con un elenco de lujo que incluye a Diego Peretti, Nancy Duplá, Mercedes Morán, Joaquín Furriel, el Chino Darín y Peter Lanzani entre otros, la serie sigue la trayectoria del pastor Emilio Vázquez Pena, que es candidato a la vicepresidencia de la Nación. La historia inicia cuando su compañero de fórmula es asesinado en el acto de cierre de campaña y se presenta la oportunidad de convertirse en presidente. A partir de allí se narra el conjunto de intrigas que se tejen alrededor de ese eventual camino.
Le consultamos a los creadores sobre la construcción de los personajes y la trama, el trabajo con los actores y los elementos de la realidad política que entraron en juego para construir el verosímil de la ficción. También hablamos sobre la situación política, el escenario electoral y sus opiniones sobre la izquierda y referentes como Myriam Bregman y Romina Del Plá. A continuación trascribimos la entrevista completa (el video es un resumen).
LID: ¿Cómo surge la idea de El Reino y cómo se desarrolló el trabajo en común?
Marcelo Piñeyro: Con Claudia nos pusimos a conversar sobre algunas particularidades de este siglo XXI: el surgimiento de la posverdad, las fakenews, el vaciar de sentido determinadas palabras que han sido claves. Por ejemplo la palabra libertad: por lo menos desde 1789 estuvo asociada al progreso de la humanidad, ahora esta vacía de contenido, es la libertad como un chicle. Veíamos también cómo se trata de quitar racionalidad a todo el debate. Veíamos el regreso de las religiones como instrumento de esta política con el objetivo de una restauración conservadora, una resta de derechos adquiridos que pretende hacernos regresar a la Edad Media en algunos terrenos. En algún punto han vuelto las guerras religiosas que parecía que la humanidad había dejado atrás. Y veíamos también que en todo el continente americano ciertas iglesias evangélicas eran el ariete de una nueva derecha que quiere consolidar un sistema de regresión social bestial donde el ingreso y el poder esté concentrado cada vez en menos manos. Esto se hizo evidente con el triunfo de Trump y luego de Bolsonaro. Sentíamos que desde la ficción esto todavía no estaba contado y nos parecía que valía empezar a pensar. El punto de partida fue ¿qué pasaría si aquí en Argentina tal cosa? A partir de ahí fue empezar a construir personajes, una historia, y así llegamos a El Reino.
LID: ¿Qué tipo de investigación realizaron para sumergirse en el tema de las iglesias evangélicas y su relación con la política?
MP: Encargamos una investigación periodística. Hay mucha literatura al respecto. Leímos los diarios. Es decir, no es información clasificada.
Claudia Piñeiro: Hubo una investigación periodística más que nada para que nos juntaran todo ese material que ya estaba publicado. La periodista que lo hizo conocía las iglesias, ha ido. Nos tomamos el trabajo de encargar un trabajo periodístico más allá de que nosotros escribimos ficción y esta iglesia es una iglesia que inventamos.
MP: Inclusive tuve reuniones con dos pastores evangélicos para hablar de cuestiones específicas de los rituales. Obviamente no pedimos permiso, ni le pedimos permiso al poder judicial que también lo investigamos, ni a la política que también la investigamos. Averiguamos, preguntamos, leemos y a partir de ahí imaginamos. No hacemos documentales, hacemos ficciones, pero estas ficciones necesitan un verosímil y para llegar a él necesitás investigación.
LID: Aparecen varias cuestiones que se conocen más en relación con la Iglesia Católica pero no se conocen mucho para el caso de las evangélicas. Por ejemplo, la cantidad de dinero que manejan y el modo en el cual lo manejan, así como la cuestión de los abusos a menores.
MP: Hay una imagen que está generando mucho impacto que es cuando abren los bolsos sobre una mesa y dicen ahora es dinero sagrado. Esa imagen está en YouTube, de un pastor brasileño. No inventamos nada.
CP: Y si lo hubiéramos inventado no pasa nada. Pero en este caso la imagen está. Quizá la iglesia evangélica de El Reino se parece más a la brasileña que a la que tenemos acá. Pero acá también hay algunas parecidas. Dentro del catolicismo, si bien hay curas distintos entre sí, hay una orden a la que te tenés que someter; ya por lo pronto tenés que hacer seminario muchos años para ser cura. En cambio en la religión evangélica hay mucha más libertad, entonces no todos los pastores son iguales, no todas las iglesias son iguales, no todos los templos son iguales.
MP: Tampoco la serie es un misil contra los evangélicos. La serie intenta ser una reflexión sobre la manipulación de la fe cuando las religiones son instrumento de la política con un objetivo concreto de restauración conservadora. Y esto lo vemos no solo con el evangelismo sino también con el islam y muchas otras religiones. Es algo que está sucediendo.
LID: Aparecen también los servicios de inteligencia de los EEUU…
MP: Más que norteamericanos, creo que hay poderes que son supranacionales que suman fuerzas de servicios de inteligencia de diferentes países y que están generando un suprapoder que no responde a los intereses nacionales como se entendía hasta el siglo XX. No sé si Claudia lo piensa igual que yo.
CP: Tenés el caso de Trump, que quería seguir poniendo cosas en Twitter y Twitter no lo dejó. A mí me importa nada Trump. Pero la realidad es que hay una compañía que decidió que el presidente de los EEUU no podía seguir escribiendo en Twitter. En esa circunstancia se ve muy claramente lo que dice Marcelo. Hay una empresa por encima de del presidente de los EEUU.
MP: A Trump, nos guste o no nos guste, lo votaron millones de personas. Al directorio de Google no lo votó nadie. Entones no importa si alguna vez el directorio de Google coincide con nuestra mirada. No debería tener ese poder.
LID: Está el caso de la Fundación AtlasNetwork creada y financiada por el Departamento de Estado yanqui, con cientos de fundaciones asociadas en todo el mundo, que promueven la emergencia de derechas a nivel mundial. Tenemos el caso de la Fundación Libre, que tiene a Laje y Milei dentro de sus autoridades y está vinculada a AtlasNetwork.
CP: Podemos tomar nota para la temporada 2, Marcelo.
MP: Ese personaje que acabas de nombrar, que yo ni pienso nombrarlo, hoy nos da risa, hoy que parece una creación de Capusotto. Ojo. daba risa Bolsonaro, daba risa Trump, también parecían creaciones de Capusotto. Ojo. A mi hay muchas cosas de este presente que me dan miedo. El material de nuestras pesadillas a veces es el material de nuestras ficciones.
LID: ¿Cómo fue escribir en común?
CP: Nos resultó muy fluido. Nos juntábamos todas las mañanas a tirar una tormenta de ideas y nos poníamos a escribir recién cuando teníamos claro hacia donde iba el capítulo. Eso lo escribíamos por separado, luego cruzábamos el material, cada uno leía y corregía y a partir de juntar ese material, volvíamos otra vez a juntarnos y a seguir tirando ideas.
LID: Algo muy impactante de la serie son los personajes, que son muy contradictorios y además fueron encarnados por actores y actrices increíbles. ¿Cómo fue meterse en la cabeza de personajes como el pastor (Diego Peretti), la pastora (Mercedes Morán) o Rubén Osorio (Joaquín Furriel)?
CP: La historia la pensamos a partir de los personajes. Es la historia de una familia donde hay gente muy creyente, gente no tan creyente y cuando se mete la política y se quiere llevar al padre para la política se generan un montón de situaciones que a cada uno le pega de manera distinta en esa especie de sucesión. Fuimos analizando personaje tras personaje. No solo los pastores o el personaje de Julio, o el de Tadeo o el de la fiscal, que son los principales, sino también los secundarios. En vez de hacer una trama muy detallada hicimos un listado de personajes sumamente detallados y cuando entendimos quienes eran fuimos sacando de las historias de cada uno para armar la trama. Fue un proceso inverso a lo que uno se imagina.
MP: Lo primero que dijimos fue quitémosnos los prejuicios para construir estos personajes. No queríamos construir una generalidad, no queríamos hacer un pastor que sea los pastores sino construir a ese pastor y, de un modo desprejuiciado, construir al ser humano, tratando de entenderlo, sin juzgarlo. Eso hicimos para cada uno de los personajes, hasta para Rubén Osorio. Es lo que permitió que en la construcción de personajes hubiera multiplicidad de capas y contradicciones.
CP: No vamos a spoilear, pero hay un monólogo del pastor sobre el final, en un auto, donde lo que tratamos fue de ponernos en la cabeza de esa persona y creo que es una escena que comentan muchos justamente por eso, porque en vez de masacrar al personaje (por más que uno a lo mejor quisiera masacrarlo) nosotros como autores tenemos que tratar de meternos en esa cabeza y entender qué estaba pensando este tipo para concluir que sus actos están bien.
MP: Nadie se concibe a sí mismo como malo, todo el mundo, aún el tipo que nosotros desde afuera podemos ver como el personaje más vil, tiene justificaciones para lo que hace, entonces no podemos saltearnos estas justificaciones que los personajes se dan a sí mismos. Uno como autor de ficciones no es un juez que dice este bueno, este es malo. Se trata de entender las motivaciones, comprender por qué la gente hace lo que hace.
LID: ¿Cuáles fueron los aportes del elenco actoral para la construcción de los personajes?
CP: Tenemos la suerte de trabajar con actores que leen muy bien. A veces te encontrás con un actor que lee su escena para hacer esa escena y nada más, y acá te encontrás con actores que les interesa la historia, quién era ese personaje, de dónde vino, hacia dónde va. Muchas más cosas de las que necesita para ejecutar razonablemente la escena. Ellos mismos se han hecho muchas preguntas y a nosotros nos han hecho preguntas sobre los personajes. Algunas no las sabíamos, las empezamos a repensar o a pensar a partir de estos intercambios y cada uno le fue aportando cosas de su propia impronta que sumaron al personaje, que le dieron características muy particulares.
LID: ¿Se quedaron con ganas de poder desarrollar un poco más algunos personajes en nuevos capítulos?
MP: Creo que la historia que contamos en El Reino concluye en esta primera temporada. No tengo dudas que son personajes que tienen mucho hilo para tirar. Pero bueno, ya veremos si seguimos o no.
CP: La trama de esta primera temporada no nos permitía contar más acerca de algunos personajes secundarios. Tenemos mucho más material sobre personajes, como el que hace Sofía Gala, o los que hacen Alfonso Tort, Vicky Almeida o Santiago Korovsky. Son personajes que quedaron insinuados, con mucho más rollo para contar que en esto que queríamos contar ahora. Ellos entraron al set con una historia más armada que la que solamente tenían que ejecutar.
MP: El personaje de Sofía Gala podría ser protagonista de una serie solamente ella. Es un personaje maravilloso pero bueno El Reino 1 daba para lo que daba.
LID: Hago una pequeña digresión hacia el escenario electoral. Ayer escuché una entrevista que Novaresio le hizo a Claudia y ella decía que le parecía importante que la tercera fuerza fuera de izquierda y no de ultraderecha, ¿por qué? Y para Marcelo, consultarle si a él le parece importante esto también.
CP: Lo que estamos eligiendo es como se va a componer un congreso y ahí lo interesante es que haya equilibrios. Ya los dos partidos tradicionales son partidos de centro, uno tiene una mirada una poquito más progresista y el otro una mirada más de derecha. Lo que está para la derecha de lo que ya tenemos es la ultraderecha, no hay otra cosa. Las propuestas que vienen por fuera de los dos partidos que van a sacar más votos es la ultraderecha o la izquierda. Yo quisiera que en el Congreso, lo que ya es centro, lo que ya es centroderecha, pueda ser compensado con leyes que pueden traer los congresistas de izquierda que tienen más que ver con los derechos personales, con los derechos de las mujeres, de las disidencias, con el medio ambiente, con la pobreza, con un montón de cuestiones.
MP: Yo personalmente prefiero no entrar en las charlas partidarias porque fue un esfuerzo enorme para nosotros en El Reino salir de la grieta. Creo que toda reflexión, por interesante que sea, cuando cae en la grieta se banaliza hasta la locura y hoy lamentablemente siento que lo partidario en el debate público entra necesariamente en la grieta. Por otro lado, a nadie le importa a quién voto yo.
LID: Bueno, entonces la siguiente pregunta es solo para Claudia. Mencionaste en esa entrevista a Romina Del Pla y a Myriam Bregman. En la ciudad de Buenos Aires ya ocurrió en 2019 que por el sistema d’hondt que manejamos no entró Myriam Bregman al congreso y en cambio ingresó por muy poquitos votos una diputada antiderechos, que en ese caso era parte de la lista del peronismo. Ahora parece que se repite esta disyuntiva pero peor: hay una fuerte disputa por el tercer lugar entre Milei y Bregman. ¿Qué mensaje les gustaría expresar para los y las votantes de la ciudad de Buenos Aires ante esta disyuntiva? Sobre todo en relación con dos agendas que preocupan mucho a la juventud: el medio ambiente y los derechos de las mujeres.
CP: Más o menos lo mismo que te dije. En esa entrevista la nombré a Romina porque voto en provincia pero a Myriam la sigo, la escucho, me interesan sus posiciones siempre. Hay muchas mujeres muy valiosas que fui conociendo a lo largo de la lucha del feminismo, de todos los partidos políticos y Romina y Myriam lo son. Tanto Romina como Myriam son mujeres con la que yo he trabajado, he estado trabajando para que salgan leyes y no solamente leyes de mujeres. Por ejemplo Myriam es una de las pocas que nos escuchó cuando fuimos con el tema de la Ley del libro y cuando tenés cualquier lucha que tiene que ver con los derechos como trabajador del escritor, es más fácil que te escuche ella a que te escuche otro. Siempre entramos mucho con la Unión de escritores por el lado de Myriam, para que nos escuche y para que nos explique como se maneja, cómo tenemos que llevar las leyes. Me acuerdo de que nos dio casi una clase de cómo funciona la legislatura y cómo funciona el Congreso para ayudarnos a conseguir ciertas cosas como escritores y como trabajadores de la palabra.
MP: Sobre esto sí quiero pronunciarme. Para mi hay una barrera entre lo votable de lo no votable. Aquellos que están por sumar derechos, reconocimiento de mayores derechos y aquellos que están en contra de eso. Y eso se ve con toda claridad, más allá de discursos engañosos. La verdad es lo que hacen y lo que proponen en concreto. Eso es muy fácil de verlo. Para mí es votable todo lo que apuesta a la suma de derechos y no es votable aquella fuerza política que busca recortar derechos.
CP: Hay una cosa interesante desde el punto de vista de quienes trabajamos con la palabra, que es ver como también se manipula con la palabra. Lo que decía Marcelo hace un rato sobre la palabra libertad. Hace poco subí un cortometraje brasileño que es extraordinario, se llama La isla de las flores. Es una isla donde va la basura y hay gente que va separando lo que van a comer los chanchos. Lo que no separan para los chanchos, que no sirve para los chanchos, queda ahí y hay una fila de mujeres y niños para ir a comer lo que queda. Después de los chanchos. Entonces el documental termina con una frase que dice: El ser humano se diferencia de los otros animales por el telencéfalo altamente desarrollado, el pulgar oponible, y por ser libre. Libre, es el estado de aquel que tiene libertad. Libertad, es una palabra que el sueño humano alimenta, que no hay nadie que la explique y nadie que no la entienda. Es una forma de decir, ¿de qué libertad me están hablando cuando esto está sucediendo? Y entonces publiqué en Twitter el documental con esa frase y los liberales empezaron a responderme. A mí siempre me pegan en las redes, eso ya lo tengo asumido pero ese día yo decía ¿por qué será que se la agarraron hoy conmigo los liberales? ¿si yo no puse nada? Y empiezo a mirar los tuits y veo el de La isla de las flores y era por eso. Porque juzgué el uso de la palabra libertad, sin nombrarlos a ellos, yo no estaba pensando en los liberales, estaba pensando en general, en cualquiera, en occidente. No estaba pensando en ellos, no estaban dentro de mi cosmovisión, pero ellos sintieron al usar la palabra libertad asociada a la pobreza estaba juzgando su concepto de libertad.
MP: Es increíble cómo han logrado vaciar de sentido la palabra libertad. La han convertido en un valor ultra reaccionario. ¡Por Dios! Ha sido toda la vida un valor ligado al progreso de la humanidad, no a su esclavitud y la han vaciado de sentido y se lo han cambiado y así con tanta cosas. Estas son las cosas que te horrorizan de la contemporaneidad.
LID: Volviendo a la serie, decidieron arrancar la historia con una cita de Gramsci, que dice “El viejo mundo muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Para ustedes, ¿cuál es el mundo que muere y cuál el que todavía no termina de nacer?
MP: recuerdo cuando fue la crisis del 2008 que parecía que todo el sistema financiero se hundía, parecía que iba a surgir un nuevo mundo. En ese momento me pareció que ese viejo mundo moría. Me refiero al neoliberalismo que de la mano de Thatcher y Reagan modificó de un modo totalmente regresivo las relaciones del trabajo y el capital, que logró una concentración del capital y del poder que no tiene antecedentes en la historia de la humanidad, que revirtió conquistas sociales que parecían irreversibles, que a la democracia la vació de sentido, la democracia, intentó transformarla simplemente en un acto de ir votar para que la gente haga lo que pretende el capital, los mercados. En el 2008 tuve la ilusión ingenua de que ese mundo comenzaba a morir. Pero al final, de esa crisis, salió fortalecido. Pero ese mundo creo que inevitablemente va a morir, porque un mundo que no da satisfacción mínima a las enormes mayorías necesariamente va a morir. El que va a nacer no tengo ni idea. Ojalá que sea mejor, que sea más justo, que sea más bello vivir, que las relaciones entre nosotros sean más humanas, más lógicas. Ahora, sobre lo que no tengo dudas es que en este interregno reinan los monstruos. Eso sí lo estamos viendo y aparecen cada día nuevos, inauditos monstruos que nosotros no hubiéramos imaginado, que nadie se hubiera podido tomar en serio hace unos pocos meses. Y entonces veo una actualidad en eso que Gramsci escribió en el momento del nacimiento de esos totalitarismos de la primera mitad del siglo XX, aun cuando las situaciones no son equiparables.
CP: Y lamentablemente algunos de esos monstruos son también monstruos sobre los que creíamos tener un consenso. Creíamos que si aparecía ese monstruo íbamos a salir todos a frenarlo y que no pudiera entrar. Por ejemplo, lo que pasó a partir del juicio a las juntas y la dictadura. Yo estaba convencida de que había cosas que ya era un consenso de toda la sociedad y que no íbamos a volver a hablar sobre ese tema porque estábamos convencidos que eso no nos podía volver a pasar. Y a veces escuchás algunos discursos actuales y decís ¿cómo, no era que sobre esto ya se juzgó, ya se dijo que es un crimen de Estado? Un montón de cuestiones vuelven cambiadas, te las quieren enroscar. En relación con lo que dice Marcelo, en algún momento en 2008 escuché a un sociólogo decir que estamos preparados para que termine el mundo pero no para que termine el capitalismo. La sensación que daba es que se terminaba el capitalismo, pero en definitiva no se terminó y creo que no se termina porque no aparece el otro mundo. No terminamos de inventar ese nuevo mundo. No sé cuál va a ser, pero creo que tenemos que pensar algo de lo que pasó con el movimiento de las mujeres, con el movimiento a favor del planeta. Son movimientos muy masivos, muy transversales, muy de consenso sobre un mundo distinto, más parejo e igual para todos. Creo que un nuevo mundo puede venir de la mano de esos movimientos.