Grace comenzó su trayectoria por Tulum y siguió rumbo a Veracruz, afectando los estados de Tamaulipas, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca y Chiapas; en 24 horas, se ha transformado en diversas categorías alcanzando el nivel 3, lo que ha provocado severos daños que van desde árboles arrancados, inundaciones severas en las avenidas, calles, colonias y hasta plazas comerciales, con desplazamientos de tierra derivando en la pérdida total de hogares, dejando a 149 mil usuarios sin electricidad, así como la muerte de varias personas.
Fue tal la intensidad con la que impactó en el Golfo de México, que cruzó todo el país y salió por el Pacífico para formar la tormenta tropical Marty, al sur-suroeste de Cabo San Lucas, en Baja California Sur –con vientos sostenidos de 65 km/hr y rachas de hasta 85 km/hr–; provocando lluvias intensas en Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Colima.
Al menos nueve personas han sido reportadas como víctimas de este fenómeno natural, cinco de ellos eran niños de escasos recursos pertenecientes a la familia Moreno, sepultados por toneladas de tierra junto a su madre en su vivienda a las faldas de la montaña; resulta muy grave que, actualmente, sean estas familias, afectadas y pobres, quienes deban cargar con la responsabilidad para cubrir los gastos de estas terribles tragedias, exponiéndolos a una mayor vulnerabilidad por la falta de lugares seguros para vivir ante una pandemia que profundizó en la crisis económica.
No es suficiente con anunciar los desastres
Se necesita una estrategia integral para la reparación de daños en caso de algún desastre natural, sobre todo cuando se trata de familias con escasos recursos afectados, además, por la pandemia. Resulta insuficiente, como hicieron ahora las autoridades, con simplemente “anunciar” que habrá un desastre y que “se cuiden”.
Si lo pensamos detenidamente, hay 55.7 millones de personas en situación de pobreza y 10.8 millones en pobreza extrema, que son los más afectados ante los embates propios de la naturaleza, pues no pueden resguardarse oportuna y adecuadamente por sus condiciones potenciadas por la crisis sanitaria y económica actual donde el gobierno también se evade su responsabilidad, dejando en claro que no se puede gobernar para ricos y también para pobres.
Estas familias, que no cuentan con los recursos suficientes para reforzar sus casas o irse de la zona hacia otros lugares, tienen sus hogares en zonas peligrosas, con total impunidad de las autoridades locales quienes dan los permisos de construcción en su propio beneficio y que, una vez “anunciada” la posible tragedia que se avecina, ni siquiera los reubican a zonas más seguras.
Los recursos brillan por su ausencia
Al respecto, cabe destacar que, en octubre de 2020, el Senado aprobó la eliminación de 109 fideicomisos –entre estos el Fondo de Desastres Naturales, como lo mencionamos aquí– para trasladar los recursos financieros a la Secretaría de Hacienda, institución que quedó al mando de su manejo directo, y así solventar la crisis sanitaria y económica a costa de la pérdida de nuestros derechos humanos; de esta manera daña y deja en la indefensión a personas, de por sí vulnerables, como las que hoy se encuentran afectadas ante el meteoro Grace.
Resulta contradictorio que, por una parte, en un gobierno con discurso progresista, se repartan millones de pesos a la Guardia Nacional, a la deportación y freno de inmigrantes, siga con el pago de la deuda pública (externa e interna), se dedique a salvar las grandes fortunas, pero por otra no destine los recursos suficientes que cubran las necesidades sociales de las personas afectadas por fenómenos naturales como Grace. Así se muestra que entre el discurso y las acciones media un abismo.
No basta con mandarles condolencias a las familias trabajadoras, sino que este gobierno debe soltar los recursos necesarios para garantizar derechos plenos.
Pero estas medidas no vendrán solas.
Tampoco basta con las dádivas que el gobierno da por arriba nuestro pidiendo que la población asuma el gasto de alimentos e insumos llamando a la “solidaridad” y sacándose la foto donde entrega lo que el pueblo mexicano aportó de buena fe, además en apoyos comandados por el ejército en alianza con autoridades de cada estado afectado, esos sólo resultan paliativos del momento.
Se requiere de una amplia movilización en las calles, cuya organización sea independiente del Estado y de la derecha, con la unidad de trabajadores, trabajadoras, las mujeres y la juventud precarizada y todos los sectores oprimidos desde donde exijamos el aumento al presupuesto con base en no pagar la deuda externa e imponer impuestos progresivos a las grandes fortunas y a las trasnacionales, para resolver los embates ante estos desastres naturales y no dejando en la indefensión a los de nuestra clase.
Este artículo fue publicado en La Izquierda Diario México. |