Recientemente, el ministro de salud bonaerense Nicolás Kreplak reconoció que "La transmisión comunitaria de la variante delta comienza a darse". Se refería a la detección de un caso así en la provincia de Buenos Aires, como si fuera un hecho inevitable. Recordemos también que la semana pasada se había confirmado en CABA la presencia de 5 casos de transmisión comunitaria. Mientras, también el gobernador Axel Kicillof propone mayor presencialidad en las escuelas y Carla Vizotti junto a Matías Lammens anuncian una prueba piloto para un partido de fútbol con público. Y, además, que el transporte público en el AMBA deja de ser para esenciales. Pero, contrariamente a la idea de normalidad que se quiere instalar, la pandemia aún no terminó, y estamos ante un escenario complicado.
Vacunas y variante delta
Una discusión que se está dando a nivel mundial es acerca de si con la variante delta es necesario reforzar la vacunación dando una tercera dosis. En un artículo publicado en la revista Science, detallan que países como Israel o Reino Unido, con altas proporciones de su población vacunadas (según Our World in Data, Israel tiene un 63% de vacunados con esquema completo, y un 5% con una dosis, y Reino Unido casi 62% con esquema completo y un 8% con una dosis), han visto surgir casos de covid con esta nueva variante. Si bien los datos muestran que las vacunas son efectivas para prevenir un cuadro grave o la muerte por la enfermedad, también muestran que no alcanzan para prevenir la infección y la transmisión. Lo que no se pudo determinar todavía es si esto se debe a que se debilita la inmunidad adquirida por la vacuna, o a la virulencia de esta variante.
Los datos que se fueron analizando muestran que las vacunas de mRNA, como la Pfizer o Moderna, tenían una eficacia frente a todas las infecciones del 75% previo a la variante delta, y que con dicha variante baja a 53%. Este cuadro es más preocupante al considerar que en EE.UU. el 90% de los casos son delta (en los países donde apareció, está variante se hizo dominante). Mientras que un estudio, aún preliminar, pero que consideró a más de 300 mil personas testeadas en Reino Unido, obtuvo resultados compatibles: encontró que frente a la infección sintomática Pfizer reducía su eficacia a un 84% y AstraZeneca a un 71%.
El artículo explica que si bien está en debate, las pruebas en laboratorio muestran que no es que la variante delta sea particularmente efectiva en evadir los anticuerpos, por lo que tiene que haber otras explicaciones. Las principales hipótesis que se barajan es que la infección causada sea más "feroz", o que la inmunidad inducida por las vacunas disminuye con el tiempo.
El estudio hecho en Reino Unido muestra algunos datos pero que todavía no permiten sacar conclusiones definitivas. Encontraron que la gente que recibió la AstraZeneca tenía un 68% contra la infección dos semanas después de la segunda dosis, pero que bajaba a 61% a los 90 días. Mientras que con Pfizer, se ve una caída que va del 85% al 75%. En Israel, en donde solo se vacunó con Pfizer, encontraron que la gente vacunada en enero tenía el doble de riesgo de contraer la infección durante junio y julio que la vacunada en abril.
Sarah Walker, epidemióloga Oxford, dice que puede que se estabilice la caída, o que efectivamente sea necesaria una tercera dosis. Pero Davdi Dowdy, epidemiólogo de la Universidad Johns Hopkins, sugiere que esta caída se puede deber a cambios en los comportamientos y en la tasa de transmisión comunitaria.
Es que con la idea de que solamente con la vacunación se puede volver a la normalidad, se comenzó a incentivar el trabajo presencial, se aumentaron los aforos en bares y restaurantes, y se dejó de insistir con el barbijo (en Estados Unidos por ejemplo se había eliminado la obligatoriedad del mismo para vacunados, pero recientemente retrocedieron con la medida), entre otras medidas no farmacológicas. Lo que hace que cada uno esté más expuesto al virus.
Pero es importante destacar, que frente a hospitalizaciones, los estudios muestran que estas vacunas siguen teniendo efectividad, arriba del 90%. El problema de esta lectura es que puede dar a entender un falso concepto de seguridad, o de que lo que queda de la pandemia no es para preocuparse. Y esto no es así, por un lado porque la enfermedad es nueva, no se conoce todos los efectos que puede ocasionar en el cuerpo contraer la infección, además existe el Long Covid, el cual mucha gente a pesar de haber pasado mucho tiempo, persiste con los síntomas. Pero además, es un razonamiento que no pondera la capacidad de mutar del virus. Con la variante original se decía que podía circular y que era solo peligroso para una población de riesgo, sin embargo las mutaciones dieron lugar a una nueva variante donde la población de riesgo es abarcada por más gente.
Al haber tanta desigualdad en la repartición de vacunas en el mundo, producto de las políticas de los gobiernos capitalistas, existe un gran reservorio de virus y gente con inmunidad que brinda la posibilidad de que el virus adquiera mutaciones y se expandan aquellas que justamente le permiten evadir la inmunidad.
Esto da lugar al debate sobre si dar vacunas de refuerzo, o repartir vacunas en donde falten. Y lo que se está viendo es una profundización de la desigualdad en la repartición mundial de vacunas. Donde países como Estados Unidos, Israel, o Alemania, están ya planificando reforzar la vacunación. Sin embargo, aún no hay resultados concluyentes que avalen su efectividad. Pero sí hay consenso en la utilidad de una tercera dosis para gente inmunodeprimida, en estos casos se habla de la necesidad de un esquema de vacunación de 3 dosis.
En Argentina
En Argentina, el gobierno va a contramano de estos debates, a lo mencionado al principio de esta nota, también impulsa la vuelta a la presencialidad de los trabajadores estatales, sin garantizar que las instalaciones estén en condiciones adecuadas, sin importar la edad ni la condición de riesgo (excepto en algunos casos), estén o no vacunados, responsabilizando a éstos últimos en caso de que haya “perjuicios”. Como si con el esquema de dos dosis de vacunación alcanzara.
Esta lógica no es la indicada para acabar con la pandemia, como también explicamos acá no se puede considerar a la vacunación como única herramienta contra el coronavirus. Partimos de reconocer la importancia de la vacunación, y la necesidad de que liberen las patentes y se hagan públicos todos los procedimientos para poder producirlas masivamente. Pero también hay que cortar con la cadena de contagios. Hay que garantizar la ventilación en todos los lugares de trabajo, barbijos adecuados frente a las nuevas variantes para todos. Licencias para aislarse tanto por estar infectado por el virus, como por ser contacto estrecho de casos positivos, sin pérdida salarial.
Estas son solo medidas elementales frente a la pandemia, pero también hay que evitar la aparición de nuevas pandemias, terminando con la depredación ambiental, que como reconoció el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, no se puede lograr mientras se quiera pagar la deuda externa, por lo cual es imperioso desconocerla.
Fuente:
Do Delta ‘breakthroughs’ really mean vaccine protection is waning, and are boosters the answer?, Science |