Hoy, cuando todos los medios hablan de Myriam Bergman, no quiero insistir en su papel como abogada contra la impunidad, ni tampoco en el reconocimiento que tiene por su persistente reclamo por la legalización del aborto. Quiero contarles otra cosa.
Foto: Myriam Bregman con Catalina Balaguer, obrera de PepsiCo y las enfermeras del Hospital Posadas, el 8M de 2017, por Marcelo Scoppa.
Hoy, cuando todos los medios hablan de Myriam Bregman, no hace falta seguir repitiendo el formidable papel que cumplió en el equipo de abogadas y abogados que consiguió la condena a perpetua del genocida Miguel Etchecolatz, cuando su testigo Julio López fue desaparecido por segunda vez, en pleno juicio. Todos los ex detenidos-desaparecidos, familiares y luchadores contra la impunidad reconocen la labor de Myriam en los Tribunales y su presencia en todas las movilizaciones que no se cansan de reclamar Memoria, Verdad y Justicia.
Las jóvenes, esas que protagonizaron "la revolución de las pibas", como le gusta repetir, también la conocen bien de cerca. Son de esa generación que despertó a la vida política con la marea verde y descubrió que, en las instituciones de esta democracia capitalista, no solo se delibera, sino que las jerarquías eclesiásticas y los grupos reaccionarios ejercen su presión, tienen sus hombres y mujeres fieles a sus órdenes. También aprendieron que los derechos por los que luchamos son una pieza en el "toma y daca" de los partidos tradicionales que hoy rechazan fervorosamente lo que mañana aprobarán con una seguridad indubitable y viceversa, según el vaivén del oportunismo político. Y en esa experiencia, conocieron a Myriam Bregman con su pañuelo verde en cada movilización, en cada debate televisivo con los que nos llamaban "asesinas", en cada oportunidad que fue candidata para repetir que ese derecho de las mujeres a decidir debía estar en la agenda.
Pero quiero contar otra cosa que quizás, ahora, se comenta menos. Cuando la conocí, ella aún no se había recibido ni tampoco era trotskista. Era 1995 y viajábamos, asiento de por medio, en un micro a Córdoba donde había un encuentro nacional de estudiantes en lucha contra la reforma educativa que quería imponer el gobierno neoliberal de Carlos Menem. Entre otras cosas, me comentó que quería ser abogada para defender trabajadores. Y Myriam, siempre en equipo con otras compañeras y compañeros del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos que fundamos hace 24 años -casualmente, el aniversario fue el día que Fargosi desató su furia antisemita y macartista contra ella- fue abogada de las legendarias obreras sin patrón de Brukman, sigue siendo abogada de la histórica fábrica sin patrones de Zanon, como es también de la exDonnelley, hoy Madygraf bajo control obrero.
Pero en 2006, consiguió un fallo ejemplar de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que se convirtió en bibliografía para estudiantes de Derecho. Y no lleva su nombre, obviamente, sino el de la obrera que enfrentó -con la lucha colectiva de sus compañeras y compañeros, el equipo de abogados y la movilización- a la patronal de la multinacional PepsiCo. La misma que mientras "donaba" papas fritas para los soldados en Irak, se las cobraba con sangre, sudor y lágrimas a los obreros y obreras de su planta en Argentina. El fallo es "Balaguer contra PepsiCo".
En julio de 2002, Catalina "Katy" Balaguer fue despedida por apoyar la resistencia de más de cien compañeras contratadas temporarias. Las mujeres armaron una carpa frente a la planta en señal de protesta, los trabajadores que se solidarizaban con ellas fueron "buchoneados" ante la patronal, que no dudó en sancionar al delegado del PTS, Leonardo Norniella, con una suspensión por defender a las trabajadoras contratadas que ni siquiera tenían "cobertura" del sindicato de Daer. Katy era su compañera, no era delegada, pero si los trabajadores no podían contar con su delegado en la planta, ella decidió que tenía que actuar como tal. La empresa la despidió junto a otros trabajadores efectivos que fueron indemnizados; pero ella no acató la decisión patronal. Su firmeza y la decisión de pelear fueron la materia prima con la que Myriam y el equipo de abogados hicieron lo suyo.
Así son los abogados de la clase trabajadora, que no es sinónimo de especialista en derecho laboral.
"Yo pensaba que la plata no te sirve y en cambio el fallo nos sirve a todos los trabajadores, no sólo a los de Pepsico.”, decía Catalina Balaguer cuando tuvo que ser reincorporada. Myriam Bregman decía que el fallo era “completamente novedoso para la jurisprudencia argentina. Hay sólo un caso anterior de reinstalación en el puesto de trabajo y corresponde a un empleado del Estado, que gozan de mucha más estabilidad. Este es el primero en el ámbito privado y contra una de las multinacionales más poderosas del país. Pero es novedoso además por dos razones: el fallo dice que hubo discriminación porque Katy fue echada por participar de un conflicto en el lugar de trabajo y porque el marido es delegado, es decir que quedó como una persecución específica; y, por otro lado, en la demanda nosotros la consideramos una delegada de hecho y no una trabajadora común, cosa que los jueces nos reconocieron y que significa en el futuro una protección fundamental para los activistas que están en empresas en las que las comisiones internas están con la patronal y no con los trabajadores.”
Muchos años después, con Katy Balaguer y otras compañeras y compañeros obreros de PepsiCo, la empresa fue la única planta industrial en paralizar la producción, por decisión mayoritaria votada en asamblea de los distintos turnos, para participar en las movilizaciones por Ni Una Menos. Es que, de la misma manera que las abogadas como Myriam no creen que su pelea en los Tribunales pueda conquistar triunfos si no hay muchas "Katys" organizadas y luchando por sus derechos y convicciones, tampoco creemos que se pueda acabar con el patriarcado firmando decretos, aprobando leyes y creando ministerios.
Myriam Bregman es una feminista de éstas, de las que creemos que nadie nos regala nada y todo lo que conseguimos es por nuestra persistencia, nuestra lucha y nuestro mantenernos firmes, aun cuando estamos en minoría, aun cuando del otro lado hay poderosas multinacionales, confesos genocidas o gobiernos que pretenden expropiar nuestros combates para posar en la foto de la próxima campaña.
Por eso, estuvo poniendo el cuerpo contra la represión policial comandada por la entonces gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal -que ahora compite con Myriam como diputada de la Ciudad-, cuando desalojaron a las obreras y obreros de PepsiCo. No muchas lo hacen, por eso también es una de las nuestras. De las que luchamos por el pan y por las rosas.