Esta era la reunión más esperada por el ultraderechista religioso desde que asumió como primer ministro israelí, en junio pasado.
Claro que este encuentro se da en un momento de mayor debilidad del Gobierno de Biden, que en medio de la evacuación a todo vapor que intenta hacer de Afganistán, luego de la toma del poder por parte de los talibanes, se dan los atentados del jueves en Kabul (realizados por la rama afgana del Estado Islámico). Esa retirada que ya marcaba el fracaso de "la guerra contra el terrorismo", es la marca imborrable de la crisis de hegemonía estadounidense, cuestión que los atentados pusieron más de manifiesto y ahondaron.
En ese marco se dio este encuentro. Naftalí Bennett como representante del Estado que es socio menor de Estados Unidos en Medio Oriente, lógicamente es consciente de eso. El jueves cuando le comunicaron que la reunión programada se posponía, solo dijo: "esperamos instrucciones".
"Qué se discutió"
Este viernes, en términos concretos, no se llevó mucho de la Casa Blanca. En relación a Irán, a pesar de los desacuerdos que Israel viene planteando en torno al plan del Gobierno de EEUU de avanzar en reestablecer los acuerdos nucleares con Irán, luego de que Trump los dinamitara (aunque por el momento están estancados), Biden reafirmó su idea de: "la diplomacia primero" pero agregó estar "dispuesto a recurrir a otras opciones" si esa vía fallaba. Aunque la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, frente a los periodistas afirmó solamente que "la diplomacia era la mejor opción". Es que con la derrota que implica Afganistán y la profundidad de la crisis no está en condiciones, por el momento, de apelar a otra opción.
Más tarde frente a los medios Bennet afirmó lo esperable: "Irán es el principal exportador mundial de terror, inestabilidad y violaciones de derechos humanos y los vamos a detener, ambos acordamos"
También Biden le planteó al israelí que frente al tema palestino "discutiremos formas de promover la paz, la seguridad y la prosperidad para israelíes y palestinos", esta generalidad vino de la mano de la reafirmación de que Estados Unidos seguirá sosteniendo el sistema antimisiles de Israel "Cúpula de Hierro", esto se tradujo en U$S1.000 millones que Bennet se llevará como ayuda extra contante y sonante.
Recordemos que el año pasado el imperialismo yanki traspasó a Israel U$S3.800 millones, como parte del compromiso que Barak Obama aprobó en 2016 de U$S38.000 millones por un plazo de diez años. Esto implicó un aumento del 6% con respecto a la década anterior. Ese dinero el Estado sionista lo usa mayoritariamente para compra de equipos militares estadounidenses.
Por otro lado, Bennett se opone al intento de Biden de establecer en Jerusalén un consulado para los palestinos, algo que EEUU negocia con la Autoridad Palestina de Abbas que podría aplacar un poco las aguas sobre todo en Jerusalén este donde Israel viene tratando de llevar adelante una política de colonización sionista. Esto ambos trataron de que quede fuera de la reunión, pero los representantes del Gobierno de Biden lo llevaron a la reunión bilateral que luego tuvieron con la delegación israelí, sin demasiado éxito por cierto.
Lo mismo que la política del Gobierno colonialista Israelí de seguir expandiendo los asentamientos (incluso hasta los considerados ilegales por ellos mismos).
Estados Unidos sabe que esto ocasiona cada vez más fricciones con los palestinos y ve un peligro ahí, después de observar cómo el ataque de Israel en mayo dio como respuesta una unidad del pueblo palestino que no se daba desde hacía muchas décadas, cuyo punto más alto fue la histórica y masiva huelga de la clase trabajadora palestina. Sobre todo teniendo en cuenta que hay una nueva generación de palestinas y palestinos que se sienten muy lejos de la dirigencia política tradicional, tanto de Hamas -aunque este es visto como combativo- como en particular de la Autoridad Palestina a quien muchos jóvenes y una parte importante de la población árabe en general, ve como traidora.
Pero también preocupó las enormes movilizaciones que se dieron en solidaridad con el pueblo palestino en muchos países europeos, en el mismo Estados Unidos y de parte de los pueblos árabes de varios de los países de la región. Incluso llegó a haber acciones de trabajadores, aunque puntuales en apoyo a los palestinos.. Algo que aún en pequeño, mostró la potencialidad que las acciones de los trabajadores, con su solidaridad internacionalista, pueden tener para frenar los ataques sionistas.
Estados Unidos lo último que necesita ahora es que esa zona se vuelva a calentar, aunque mira para otro lado frente a la represión constante de Israel hacia los palestinos y la vuelta de los bombardeos sobre Gaza.
"China"
Con la mira puesta en cómo contrarrestar al gigante asiático, su competidor estratégico, Biden reiteró las quejas por la preminencia que China viene adquiriendo en la economía israelí, tanto en infraestructura, como en el puerto de Haifa, entre otras. Con altas inversiones China tiene presencia en todo el Mediterráneo oriental, de Chipre a Serbia pasando por los puertos de Grecia, de esta manera viene avanzando en el marco de la Nueva Ruta de la Seda.
En cuanto a la infraestructura tecnológica, Israel viene más bien inclinándose por las iniciativas de su socio mayor. En ese Estado hay unas 25 empresas que desarrollan diversas aplicaciones 5G y ya desde la presidencia de Trump se discutía que eso podía ser la puerta para que Israel avance en sus lazos tecnológicos con otros países de occidente, algo de lo que Estados Unidos está deseoso para contrarrestar a su oponente chino.
Política interna de Israel
La débil coalición de gobierno que preside Bennett -que agrupa a partidos ultra nacionalistas y del centro de la política de Israel-, la fuerte figura de su antecesor (Benjamín Netanyahu) que conserva influencia sobre vastos sectores derechistas y ahora desde el llano continúa tratando de esmerilar al Gobierno, son motivos suficientes para que buscara esta reunión en la Casa Blanca pensando en el fortalecimiento de su figura política.
Biden sabe muy bien que estaba frente a un primer ministro con fecha de vencimiento, porque dentro de dos años será el otro socio de la coalición israelí -Yair Lapid- que hoy ocupa el cargo de ministro de Relaciones Exteriores quien detente ese cargo. Ambos vienen haciendo un fino equilibrio para que esa coalición se mantenga. Pero es Lapid el que viene llevando adelante las negociaciones con Estados árabes, cumpliendo los llamados "Acuerdos de Abrahan", que impulsó Trump en acuerdo con Netanyahu y que los demócratas ven con muy buenos ojos.
Estos acuerdos se pensaron en función de aislar en la región a Irán, por eso Biden los apoya y tienen el efecto práctico de dejar cada vez más solos a los palestinos.
Como se observa no hay diferencias sustanciales entre la línea seguida por Netanyahu y el actual primer ministro (a pesar de su enfrentamiento político y de que Bennet entiende mucho mejor la importancia que la política exterior tiene para Israel, en el marco del desprestigio que fue acumulando por su terrorismo de Estado frente al pueblo palestino). Así como tampoco la hay entre Trump y Biden en lo que hace al apoyo estratégico hacia su socio menor en la región.
Una prueba de esto fueron los brutales bombardeos de Israel a Gaza en mayo, la represión ejercida por el ejército sionista en Cisjordania y los ataques de los ultranacionalistas a la población árabe israelí, que merecieron por parte de Biden solo un "llamado a la calma" y la cínica frase que el imperialismo estadounidense (de parte de todos sus gobiernos) repite desde la creación de ese Estado: "Israel tiene derecho a defenderse". Esto a pesar de que ese último ataque generó críticas en el ala izquierda del partido demócrata, aunque se quedaron en ese umbral.
En definitiva Bennet logró más colaboración económica para fortalecer el domo antimisiles, la promesa de revisar la exigencia de visas de turistas para los israelíes que viajen a Estados Unidos y lo que más ansiaba: declaraciones de Biden diciendo que en dicha reunión se volvió a afirmar la "asociación inquebrantable entre nuestras dos naciones", luego de las desavenencias que los demócratas mantuvieron con Israel, sobre todo en la última etapa del ex gobierno de Obama, y la foto con el presidente demócrata.
Un Biden que preside el imperialismo hegemónico con una crisis histórica, un viejo conocedor de la política israelí, que desde que comenzó su vida pública como senador en 1972 conoció personalmente a todos los primeros ministros desde Golda Meir para acá. Un ferviente defensor de ese Estado genocida. |