Algo de lo que no se habla en los grandes medios ni en la agenda electoral de los partidos patronales, es que el pueblo trabajador se viene manifestando por todas sus demandas. Lo hemos visto el último año: con la toma de tierras, contra el trabajo precario o repudiando la violencia policial. Con un importante componente de población migrante, trabajadores y trabajadoras que vienen de países sudamericanos, de África o refugiados de aquellas partes del mundo devastadas por la guerra y la crisis económica.
¿En qué año viniste a Argentina y qué esperabas encontrar?
Llegué en mayo del 94, a Mendoza para la cosecha de hortalizas en Tupungato. Con mi primo que me trajo de Bolivia, era muy joven no había terminado el secundario. Vinimos para poder juntar plata para pagar una casa que nos dio el gobierno boliviano, algo así como un UVA de ahora. El gobierno te daba el material, lugar para construir y después debías pagarlo en cuotas. Lo que con el tiempo se hizo caro para mi familia cumplir con la cuota.
¿Cómo vivías en esa primer experiencia de trabajo?
Ahí se vivía en carpas de lona que la empresa nos daba. El piso era de tierra. Cada uno debía tener su propio abrigo, cama y frazada. En una de esas carpas se podía ver que vivían por lo menos dos familias.
Dos recuerdos de trabajador golondrina: trabajábamos a destajo, en ese entonces la bolsa nos pagaban a cuarenta centavos, y la jornada podía durar medio día. Por lo que se y veo, no hubo muchos cambios en Argentina con la situación de los golondrinas.
Una vez, trabajando para una empresa, El Diablillo, llegó Gendarmería para controlar documentos. Como nadie tenía, el encargado de cuadrilla dijo que nos fuéramos del campamento y volviéramos más tarde. Eso lo tengo bien fresco, pero no fue la única vez, en la construcción lo he visto muchas veces, y por ahí me llega el relato de una experiencia parecida todavía hoy.
Eso fue una temporada, después volviste a Bolivia. ¿Cómo seguiste?
Bueno como te decía vine con la expectativa de poder pagar la deuda de mi casa y volver a Bolivia y quedarme, estudiar allá.
Pero después me hablaron de Córdoba, en el 96, que se trabajaba bien en la construcción y la plata alcanzaba para vivir. El amigo de un primo mío me contaba esas maravillas de Córdoba y Argentina en general. Y así fue por un tiempo. Pero también con muchos sacrificios.
Trabajé en Córdoba, La Rioja, Mar del Plata en construcción. Aprendí el oficio de yesero, pero un problema que fue casi permanente para poder trabajar, era poder contar con DNI. Por mucho tiempo usé uno prestado, de un pariente, y debía renovar el documento cada año.
Siempre, se ve, que fue difícil obtener la documentación. ¿Cuánto tiempo fuiste un “ilegal”?
En el 96 empecé a hacer trámite de documento, tenía que tener un contrato de trabajo. Pero todos los trabajos que conseguía eran en negro, sin aporte de nada, ni recibo de sueldo. Y sin documento no podía tener un trabajo mas estable y sus beneficios.
Un círculo vicioso que sólo tiene por beneficiados a los empresarios que explotan hasta la última gota de las y los trabajadores migrantes. ¿Siempre tuviste trabajo precario?
Si, hasta el 2008, que recién me dieron el documento definitivo. Empecé a tener recibos de sueldo, supuestamente en blanco, el fondo de desempleo, pero los aportes siempre eran mínimos, como la categoría en la que siempre figuré, ayudante, pero yo soy oficial yesero desde el 2005. Recuerdo el primer trabajo en Córdoba, para la empresa ZORZI. Como contaba antes, en la construcción también trabajaba a destajo, me pagaban por metro trabajando diez, doce o mas horas por día. Hasta hoy sigue siendo así.
Evidentemente no contar con documentación le dio a los patrones argumentos para no pagarte como corresponde, ¿qué otras complicaciones te trajo eso?
Yo quise estudiar acá pero no podía porque exigían mucha documentación. También pagar los trámites para tenerla en Bolivia, que por lo menos cuando yo quise hacerlo, debía pagar en dólares, y hacer los trámites acá con esos datos del lugar de origen, era otra plata más, sin contar el tiempo. La policía molestaba mucho con el DNI, porque se daban cuenta que soy migrante, y muy probablemente sin documentos en regla.
La salud es otro problema, porque me pedían DNI, y como mucho tiempo andaba con uno prestado para poder trabajar tampoco podía hacerme atender. Ni cuando empecé a tener el mío, porque si no lo renovaba cada uno o dos años, tampoco me servía. Ni hablar de accidentes laborales. Pero ni siquiera ahora que tengo DNI oficial, porque hay otro problema, la obra social de los trabajadores de la construcción es una porquería, no nos sirve de mucho. Sólo los burócratas tienen asegurada su salud.
Gonzalo, contanos algo más, ¿tu sindicato la UOCRA, peleó alguna vez por los derechos de los trabajadores migrantes de la construcción?
El sindicato nunca respondió a los trabajadores, siendo migrantes mucho menos. Los dirigentes están atornillados en su cargo, y los trabajadores migrantes ni siquiera saben que tienen un sindicato.
¿Algo más que quieras agregar?
Si. En mis primeras venidas a Argentina, contaba que vivía en carpa. Pero después pude ir teniendo un techo, alquilando, después casa propia y de nuevo alquiler.
Siempre es difícil tener un techo para los migrantes. En Córdoba tuve mi casa en un barrio que antiguamente fue un basural, en la orilla de la ciudad, Nuestro Hogar III se llama. Ese asentamiento, después de 30 años es un barrio, principalmente habitado por migrantes bolivianos, paraguayos, peruanos. Y sin tener asegurado los servicios de agua potable, electricidad, transporte o calles asfaltadas. Ni hablar de la salud, porque como dije, es un barrio construido sobre un basural, y ningún gobierno se preocupó por nuestra salud, ni ofrecernos otro lugar para vivir.
Yo hago un llamado a todos los migrantes que han vivido o viven situaciones parecidas a la mía, que son precarizados, que todavía están indocumentados y sin el mínimo derecho a elegir nuestros representantes, a los migrantes que también están en las tomas de tierra, que apoyemos al Frente de Izquierda Unidad, porque son los únicos que han estado al lado nuestro peleando por nuestros derechos.
Son los únicos que presentaron distintos proyectos de ley en la Nación y las provincias para que se aceleren nuestros trámites de documentación y que sean gratuitos.
Nosotros construimos y limpiamos las casas de los ricos en countries, y vivimos mal, en casas sin terminar y sin servicios. Debemos pagar miles de pesos para nuestra legalización, impuestos, pagamos nuestros alimentos cada vez más caros, y encima en algunos lugares del país los políticos xenófobos como Macri nos quieren cobrar por ir a los hospitales, y no podemos ni siquiera votar en las elecciones.
Apoyemos al FITU por la reducción de la jornada laboral a 6 horas, por la gratuidad de nuestros trámites de documentación, por salud y por el derecho a la vivienda digna.
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