Se fue un camarada, se fue un amigo, fraterno entre los fraternos. Bravo, el Beto o Sergei, un loco hermoso.
Electricista él. Mucha calle tenía. Sabía dónde había que apurar el paso y cuando bajar un cambio. Pasó por muchos laburos para mantener su familia, a sus hijxs Luana y Julián. En los 90 tiraba postes y cableaba en toda la provincia de Buenos Aires, hasta que "se abrió la puerta" y comenzó sus años de contratado en YPF primero por UOCRa y luego bajo convenio SUPEH. Comenzó limpiando en la destilería más grande de la Argentina; Con el tiempo quedó efectivo y partió faltándole solo tres años para jubilarse.
Hace dos meses y medio tuvo una caída horrible desde un techo. Inquieto y habilidoso como era dio un mal paso y a partir de ahí fue el día a día, donde mostró que se aferraba a la vida, desde proyectos y convicciones colectivas. Donde el dolor de sucesivas operaciones los mitigaba haciendo chistes, armando debates políticos, aportando en su agrupación La Marrón de YPF de la cual fue fundador. Y pionero en hacer que la voz de la izquierda volviera a estar en esa fábrica después de décadas.
Sergio abrazó las ideas revolucionarias de grande y supo que abrazarlas de joven era lo mejor que te podía pasar en la vida. Por eso su orgullo cuando veía a los gurises yendo con volantes a la puerta de YPF, combatiendo en defensa del Astillero Río Santiago o marchando a su lado por Luciano Arruga, por Santiago Maldonado o Facundo Castro.
Contaba siempre que fue a hombros de su viejo a festejar la vuelta de Perón en el 73, que pensaba que lo peor (lo que no podía soportar) era que un obrero fuese del partido Radical. Hasta que una vez fue a un acto del Frente de Izquierda con su amigo y camarada Carlos y vio a la juventud y escuchó a la Rusa Bregman agitando la organización proletaria. Ahí comenzó su click.
Se hizo amigo de otro joven camarada obrero con quien se organizó y debatió los grandes problemas de la clase obrera y su falta de dirección política revolucionaria. Por esos años el gobierno de Cristina venía de "nacionalizar YPF" y Sergio volvió a creer y puso la bandera argentina en su cobacha.
Y pronto comprendió que sin nacionalización al 100% y sin control obrero con una fuerte organización de base, se vendría otra agachada, que no tardó en venir cuando a libro cerrado el mismo gobierno acordó la entrega del subsuelo terrestre para el fracking con Chevron.
Ahí empezó a militar porque la obrera, el obrero, tenga su propia organización sin burócratas sindicales, sin patrones y sin acuerdos con el estado. Empezó a incorporar la idea fuerza que la lucha no puede ser sólo del portón de la fábrica para adentro; y fue imparable apoyando la marea verde, sacándose fotos con carteles de solidaridad convenciendo a su sector; apoyando cuanta lucha obrera y popular surgía.
No se cansaba de decir que los trabajadores tenemos que hacer política; junto a su camarada César y a los más decididos y disconformes organizó -a poco de empezar a militar- la asamblea de autoconvocados, donde se unían los contratados de distintas empresas con los efectivos; donde un viejo que había sufrido la traición del 92 con miles de despidos lo encaró y con lágrimas en los ojos le dijo que con gente como ellos en los 90 no los hubiesen derrotado, o por lo menos hubiesen podido pelear. No se cansó nunca de fogonear la asamblea, de ayudar a cada compañero que fue despedido.
Sergio, hoy con profundo dolor te despedimos, pero partiste y dejas todo un semillero de nuevos pibes y laburantes que se van a proponen seguir tus pasos. No paran de llegar mensajes de camaradas, amigos, partidos de izquierda y agrupaciones de la fábrica.
Abrazamos a tus hijxs y familiares, a los amigos de la infancia, abrazamos a tus camaradas porque aún en la peor de las situaciones sonreíste, abrazaste y no dejaste de pensar en la gran tarea de la clase obrera y los oprimidos del mundo.
Sergio Omar Alonso
¡¡Hasta el socialismo siempre!! |