Foto y video: Lucas Castillo
Alrededor de las 1:30 de la mañana del sábado 21 de agosto, Facundo se trasladaba en su moto con su grupo de amigos de vuelta a sus casas, al llegar a la tercera rotonda de Centenario, frente a la Estación de Servicio YPF, un móvil policial lo encierra de forma abrupta y comienza a perseguirlos. Ante el miedo por la violencia de los efectivos y sin saber qué sucedía, Facundo decide seguir por ruta 7, camino a Vista Alegre, cuando hace algunos metros la policía sin mediar palabras empieza a dispararle escopetazos que dieron en su espalda y piernas. Luego el móvil policial lo alcanza y se pone a la par, en ese momento un efectivo saca la escopeta por la ventana, en pleno movimiento de ambos vehículos, y le efectúa un culatazo en la cara que le quebró el tabique y llenó su cara de sangre. Ante esto, Facundo cae de la moto y es cuando se bajan los efectivos de dos móviles y empiezan a patearlo entre ocho en el piso. Además de la fractura de su nariz le dejaron dos dientes quebrados.
“Hacelo desaparecer”
Érica nos relata que “una vez que se cansan de golpearlo, uno de los efectivos le puso la escopeta en la cabeza y le decía que lo iba a matar. Le repetía, apoyando el caño en su cabeza, ‘¿Y si te mato, y si te mato?’”. Después de todo eso, y al verlo como lo habían dejado, ¿mi hijo escucha que dicen ‘y ahora qué hacemos?’. Otro policía le dijo “hacelo desaparecer”.
Un efectivo se da cuenta que las características eran diferentes de las que supuestamente buscaban y alerta al resto: “agarraron la moto de él y la tiraron a un canal que está ahí cerca, porque quedaron de acuerdo entre ellos de decir que mi hijo había derrapado en la moto y se había caído. Tengo la ropa que estaba usando ese día y está intacta porque no la lave, y no tiene ninguna marca de derrape ni nada, solo tiene las marcas de sangre. No fue un accidente lo que el tuvo en la moto”.
La ropa de Facundo sin roturas pero llena de sangre
“al verlo como lo habían dejado, mi hijo escucha que dicen ‘y ahora qué hacemos?’. Otro policía le dijo hacelo desaparecer”.
En la comisaría también le ocultaron información a Érica. Al enterarse por sus amigos, que le avisaron alrededor de las 2 de la mañana, salió en busca de su hijo. Los amigos de Facundo le dijeron que la última vez que lo habían visto lo seguían los móviles y ahora no aparecía por ningún lado, y tampoco atendía el teléfono. Ante la desesperación se dirigió a la comisaría 5ta de Centenario en dónde una mujer policía le habló de mala manera diciendo que no sabía nada. “Me dijo toda prepotente, ‘por qué lo venís a buscar acá, qué estaba haciendo tu hijo’, yo le respondí que mi hijo no estaba haciendo nada, que solo sabía que lo estaban persiguiendo móviles policiales y mi hijo no aparece”. Ahí me dijeron que lo buscara en la guardia del hospital.
Una vez que llegó a la guardia del hospital, encontró a su hijo junto a un policía. “Lo encontré con la cara desfigurada, todo ensangrentado. Le pregunté qué le había pasado y mi hijo me respondió que se me cayó, y el policía también me dijo lo mismo. Luego de que mi hijo salió me pudo decir la verdad, de que lo habían amenazado para que no dijera nada de lo que había pasado. Al otro día fui y pedí que un médico lo viera y que me constatara todas las heridas que tenía”, afirmó la mamá. Facundo tenía fractura de tabique, dos dientes quebrados, las marcas de los escopetazos en las piernas y el labio lleno de hematomas, todas lesiones que no son de un derrape.
Sumado a los golpes, Facundo se ahogaba por no poder sacarse el tapaboca
La madre junto a su hijo realizó la denuncia en Fiscalía y en Asuntos Internos de la Policía de Neuquén presentando todos los certificados médicos.
“Esto no puede quedar así, porque como mi hijo hay muchos chicos. Hay chicos que por miedo sus papás no denuncian. No puede ser que se manejen así con tanta impunidad. No voy a parar, a mí no me van a callar, esto que le hicieron a mi hijo no tiene perdón. Yo no voy a parar hasta que paguen todos”. |